Zona Rosa: su eterna reconstrucción tiene a los negocios al borde de la quiebra

Una reparación tras otra, durante dos años. En La Zona Rosa otra vez suena la maquinaria y los martillos. Las calles donde antes bullían las luces, la música, la interminable fiesta, de nuevo está cubierta de polvo. La clientela, por consecuencia, ha buscado la fiesta en otras colonias y las pérdidas económicas ya se cuentan por millones.

«Los comerciantes deseamos conservar nuestros negocios una vez que concluyan las obras, los clientes poco a poco han dejado de venir y tener un local sin ventas en un reto insostenible. Algunos no estamos seguros de continuar» lamenta Daniel Salvador, propietario de una cafetería en la calle de Hamburgo.

La Zona Rosa está delimitada por Insurgentes, Paseo de la Reforma, Varsovia y avenida Chapultepec; pertenece a la colonia Juárez e históricamente ha sido un espacio turístico, que llama la atención de extranjeros. Vivió su esplendor en los años 70, al ser el espacio en el que se reunían escritores y artistas como José Luis Cuevas, Carlos Fuentes, Pita Amor, Alexandro Jodorowsky o Víctor Yturbe El Pirulí, por mencionar algunos.

Sin embargo, la zona ha experimentado cambios severos. Donde antes había restaurantes, cafeterías y galerías, hoy quedan tiendas de autoservicio y negocios de comida rápida. La zona ha decaído y, con las constantes renovaciones, del esplendor de hace 20 años pareciera irrecuperable. Un ejemplo es el pasaje comercial Jacarandas en la esquina de Liverpool y Génova. Uno de los sitios emblemáticos de los años 60 que hoy alberga un estacionamiento.

Un rescate ambicioso

Foto: Cuartoscuro

Las 24 manzanas que comprenden la Zona Rosa albergan más de 670 establecimientos, los cuales generan más de siete mil empleos. Por estas calles circulan, todos los días, hasta dos millones de personas. El proyecto de rescate no sólo era ambicioso, era urgente.

«Estas obras son un reclamo de muchos años. Ahora que veo los tramos y la propia dificultad para la intervención me explico por qué nadie le quiso entrar. Es un problema gravísimo tener que conciliar todos los servicios entre cableras, fibra óptica, teléfonos, gas, agua potable y drenaje», dijo el delegado Ricardo Monreal en enero de 2016 tras una reunión entre funcionarios de la Autoridad del Espacio Público, representantes de las empresas a cargo de la rehabilitación y la Agrupación de Comerciantes (Acozoro).

La falta de acuerdo siempre fue el problema. Durante años se corrigieron instalaciones eléctricas, de drenaje, de agua potable. Se cambió el piso, las esculturas de Génova fueron restauradas y se modificaron las jardineras. Todo implicaba abrir el suelo varios metros a lo largo y en profundidad, si algo quedaba mal se volvía a empezar.

El “rescate” intentará renovar  las calles de Biarritz, Berna, Oxford, Nápoles, Praga, Liverpool, Hamburgo, Varsovia, Copenhague, Génova, Amberes, Estocolmo, Estrasburgo, Londres y Havre con una inversión de 264 millones de pesos aportados por la demarcación. Las obras incluyen sustitución de drenaje y tuberías, alumbrado público, remozamiento de banquetas y jardineras, mantenimiento de arbolado y repavimentación, a cargo de Cemex y Grupo Velasco.

«Esta es una zona para un público determinado. Viene la comunidad LGBTTI y también es una cara importante de la ciudad para el turismo extranjero. Pero del 2015 para acá, cuando CFE empezó a hacer cambios en sus instalaciones, las obras fueron constantes: abrieron zanjas hoyos en Niza, Hamburgo, Liverpool, Londres y Génova. La gente no transitaba ni a pie ni en bici y la afluencia de clientes bajó. Ahora, tantos meses después, estamos llegando a un punto insostenible. A las autoridades les ha faltado compromiso”, comenta Daniel Salvador, comerciante.

Hoy Génova, Amberes y Havre permanecen bloqueadas por la instalación de tuberías. En Belgrado y Estocolmo sólo está libre un lado de la banqueta y en el arroyo vehicular están “almacenados” tubos y maquinaria de corte de concreto. Sobre Copenhague la circulación vehicular y peatonal es continua pero carretillas con cascajo y arena que van y vienen dificultan el paso. Sólo el tramo peatonal de Hamburgo a Londres y la calle de Estrasburgo están concluidas; sin embargo, la obra está retrasada y el sismo lo empeoró.

«Los comerciantes de Zona Rosa estamos secuestrados por las autoridades, no nos permiten trabajar por el cierre de calles y no han hecho las revisiones  pendientes  en los edificios. ¡Urge una solución, ZonaRosa unida!», dice un cartel atado a un poste.

Chilango buscó una entrevista con la delegación Cuauhtémoc para conocer los avances y retrasos de las obras, sin embargo, no hubo respuesta.

El sismo los cimbró

Foto: Cuartoscuro

Por si fuera poco, el sismo dañó más que un par de edificios. Decenas de negocios tuvieron que cerrar sus puertas, al encontrarse cercanos a inmuebles al borde del colapso. Hoy el trabajo de cientos de personas se tambalea. Además de ellos, empresarios y comerciantes dudan poder reabrir los locales, cafeterías, bares y terrazas que meses antes competían en volumen de música y juegos de luces.

Génova, por ejemplo, permanece cerrada en partes a causa del número 33, un edificio que sería de los primeros en ser demolidos tras el 19S y que hoy luce desolado, con los muros perforados en sus diferentes pisos y vigilado por tres policías.

En la misma calle, los negocios que están en la zona transitable, desde Hamburgo a la Glorieta de Insurgentes  no alcanzan el aforo esperado por más promociones que ofrezcan. Incluso, sobre Paseo de la Reforma sobresalen cartulinas fosforescentes donde se anuncia cuáles papelerías, relojerías y librerías siguen funcionando, por si algún transeúnte requiere de los servicios.

«Te puedo decir que nuestras pérdidas ya se cuentan por decenas de millones, nuestras ventas bajaron un 70% y no solo es dinero de nosotros los empresarios, también  estamos hablando de nuestros  trabajadores, proveedores, pago de servicios y renta. Son muchos compromisos y estamos conscientes que mucha gente se puede quedar sin empleo, las autoridades son las que no están cayendo en cuenta de todo lo que estamos viviendo», comentó Luis Antonio, como pidió ser llamado un empresario de la zona.

Como él, comerciantes, dueños y administradores acuden un par de veces a la semana para confirmar que lo poco que les queda siga en su lugar, asegurarse que no haya personas en situación de calle durmiendo en las instalaciones y para sacudir el polvo acumulado.