Después de casi 8 meses de arduo trabajo, esta semana por fin se reinauguró el lugar más emblemático de todo el Centro Histórico: La Alameda Central.
Fue a principios de marzo cuando les comentábamos que este lugar, catalogado como el primer parque público de toda Ámérica, iba a permanecer cerrado al público en general, esto debido a que se le realizarían trabajos de remodelación y saneamiento. Hoy que por fin se reinauguró, nos damos cuenta que lo que pareciera que iba ser una simple manita de gato, en realidad terminó siendo una garra de tigre.
Lo primero que sin duda van a notar los –viejos y nuevos– visitantes, va a ser el suelo. Sí, así es: el blanquísimo y limpísimo mármol blanco del suelo, que le da un aspecto de pulcritud y limpieza totalmente diferente a la que existía antes, es el primer cambio positivo que verán los visitantes; el piso, además de la función lógica que tiene, también se utiliza para iluminar la Alameda, reflejando en el día la luz del sol.
Y por la tarde, la luz de las lámparas y fuentes que se encuentran dispersas por todo el lugar, lo cual crea un muy necesario ambiente de seguridad y confianza al estar caminando por la noche aquí, algo totalmente diferente a antes de su reinauguración, ¿quién no recuerda como antes de marzo todo mundo pasaba por este lugar únicamente por el lado de Avenida Juárez? Pues esto ya no va a ser así.
El Hemiciclo a Juárez es otro aspecto que llama poderosamente la atención. Seguramente muchos recordarán que, aunque este monumento estaba en condiciones aceptables, aun así era visible el deterioro que tenía. Debido a esa situación, y aprovechando la remodelación de la Alameda, a toda la estructura de este lugar se le dio un mantenimiento especial, el cual cubrió por completo los 36 metros de largo, los 12 metros de alto y las 150 toneladas de mármol que conforman este monumento. Y para darle todavía un toque especial, el pulido de todo el mármol fue hecho a mano.
Las fuentes –Venus I, Mercurio, La Bacante, Primavera, Danaides y Neptuno– son el siguiente detalle en acaparar la atención de todos los visitantes. Lo que antes eran fuentes sucias y descuidadas de las que brotaba agua verdosa –cuando salía agua–, que eran utilizadas para bañarse –metafórica y literalmente hablando– y que parecían todo menos fuentes, ahora son unas fuentes limpias –la escultura y el agua–y completamente iluminadas.
Por si todo esto fuera poco, a la Alameda se le instalaron 96 nuevas bancas metálicas –que están en el interior del parque–, 24 bancas escultóricas –a los costados– y 26 bancas de cantera –en las glorietas– que junto con las 165 bancas que ya existían –todas arregladas– dan un total de 311 bancas.
También, se restauraron los monumentos a Beethoven –del lado del Palacio de Bellas Artes– y a Humboldt –lado del Museo Diego Rivera–; al igual que las 7 esculturas de bronce que adornaban la Alameda y que muchas veces pasaban desapercibidas: Mujer Reclinada, Ninfa I. Alegoría de Otoño, Ninfa II, Alegoría Primavera, Gladiador con Espada y Gladiador con Daga, Malgré Tout, y Desespoir.
No exageramos al decir que con la remodelación de la Alameda Central, el corredor Monumento a la Revolución–Alameda–Madero–Zócalo, va a poner a temblar al Corredor Roma – Condesa y a otros más como Coyoacán y San ángel.
Una buena noticia para los chilangos y turistas es que, por lo menos en teoría, no permitirán la instalación de vendedores ambulantes en este sitio.