“Era viernes. Sabían que era el día en que muchos nos íbamos a resurtir o que no estaríamos en nuestros puestos, así que aprovecharon. No eran decenas, ni cientos, eran miles, checa —me dice mostrándome un video en su celular—. Acordonaron toda la zona, nos rodearon, se comenzaron a llevar todo supuestamente para decomisarlo, pero nunca supimos a dónde fue a parar toda esa mercancía. Decían que era ropa de contrabando, aunque eso no era cierto. También dijeron que era porque se debía la renta de unos locales, y de eso se agarraron para sacarnos”.
Eduardo Meléndez García, pionero del famoso tianguis de paca de Pino Suárez, nos contó entre enojo y resignación cómo fue el día que los sacaron del espacio que se ubica en las avenidas San Antonio Abad y Pino Suárez. Por espacio de 21 años, Don Eduardo tuvo su local de ropa en el tianguis de pulgas más famoso de la Ciudad de México, hasta que ocurrió el desalojo.
Pero él y otros comerciantes no se dejaron amilanar: comenzaron a buscar un lugar dónde seguir ofreciendo sus productos hasta que se encontraron con un edificio que ahora rentan en su totalidad entre varios locatarios. Aquí, en este nuevo lugar, los comerciantes empezaron de cero, muchos de ellos endeudados, pero esperanzados de volver a hacer lo que mejor saben: ofrecer ropa barata para aquellos que no pueden darse el lujo de comprar en los centros comerciales de moda.
Un tianguis en vertical
Apenas se llega al edificio ubicado sobre Tlalpan entre las estaciones San Antonio Abad y Pino Suárez, y el espíritu de tianguis se siente resurgir: una cumbia sabrosa brota del altoparlante de una grabadora negra, mientras los locatarios —familias enteras que se dedican al negocio—, te animan para que le entres a la ruleta de la rebusca.
Y como el que busca encuentra, basta con armarse con un poco de paciencia y ojo experimentado para encontrarse uno que otro tesoro escondido:
Este edificio consta de planta baja, 5 pisos y una azotea techada donde puedes encontrar de todo un poco: desde ropa deportiva para dama y caballero hasta peluches o bolsos, pasando por abrigazos para los fríos o ropita para los más peques del hogar. Si a la mitad de la misión te da hambre o sed, en uno de los pisos hay un refri con refrescos e incluso botanitas para calmarle las ansias a la solitaria.
En cada uno de los descansos hay letreros que invitan a seguir subiendo si no has encontrado lo que andas buscando. El recorrido termina en el “penthouse”, que no es otra cosa que una azotea que los locatarios han acondicionado para no desperdiciar ni un metro de espacio. Como si de reinventar un viejo refrán se tratase, estos maestros del ingenio nos demuestran que todo tianguis cabe en un edificio sabiéndolo acomodar.
“Que la gente sepa que estamos aquí”
Don Eduardo sigue con su micrófono y su amplificador, voceando como lo hizo durante décadas en el antiguo tianguis de paca de Pino Suárez. Sus clásicos letreros con mensajes religioso también están aquí. Lo que hace falta, es, a decir de él, que la gente sepa que se encuentran aquí.
“Ya hace casi un año de que nos desalojaron y hace unos meses que encontramos este lugar. Aquí es propiedad privada y no nos pueden venir a sacar. Allá creo que ya hasta están construyendo edificios o una plaza, porque vemos que están metiendo máquinas. Mientras, nosotros hacemos nuestra lucha para que la gente sepa que seguimos en el comercio”.
Continuar con el negocio no ha sido fácil, pues además de quedarse sin mercancía, muchos de ellos se endeudaron para volver a resurtirse y están en números rojos. Además, tienen la desventaja de que la gente se quedó con la idea del desalojo y no sabe que están aquí.
“Hay gente que nos sigue yendo a buscar allá donde estaba el tianguis, pero cuando no nos ven se sacan de onda y se van. Pero nos hemos hecho de estrategias, por ejemplo, le pagamos a unos chavos que manejan bicitaxis. Ellos andan voceando allá en las escaleras del Mercado de Pino Suárez y se traen gente. Lo malo es que no todos confían y es difícil que la gente llegue. Por eso nos interesa que la gente sepa que estamos aquí. Que pueden venir a comprar con la misma confianza de siempre; sabemos que los tiempos están canijos y este es un lugar en el que tanto comerciantes como compradores nos echamos la mano para irla llevando”.
Diagonal de Fray Servando 52, esquina con Calzada de Tlalpan, colonia Tránsito.
lun-dom de 9-18 h
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