Sismo en la CDMX: la pesadilla revive 32 años después
32 años después del sismo en la CDMX que devastó la capital, la tierra volvió a estremecerse. Una vez más, la ciudad se paralizó.
Por: Redacción
A la 1:15 pm del 19 de septiembre, 32 años después del sismo en la CDMX que devastó la capital, la tierra volvió a estremecerse. Una vez más, la ciudad se paralizó. Una vez más, los chilangos salimos a ayudarnos entre nosotros. Esta vez, la magnitud fue de 7.1. El sismo en la CDMX dejó un saldo de –hasta el momento– 36 personas fallecidas, 50 personas rescatadas y 44 edificios derruidos.
Las noticias del sismo en la CDMX llegaron poco a poco, casi siempre por redes sociales: se cayó un edificio, hay personas atrapadas, las calles están bloqueadas. Los chilangos, después del susto, salimos a ayudar en los rescates: formamos filas para cargar escombros, con pala y pico sacamos niños de debajo de piedras. 32 años después, en medio del polvo, demostramos que seguimos siendo solidarios.
Algunas de las zonas más afectadas fueron las colonias Roma, Condesa, Juárez, Del Valle y Coapa. Durante minutos, que fueron horas en algunas zonas, el sistema de transporte colectivo dejó de funcionar, lo mismo que la red de telefonía celular y eléctrica. El Monumento a la Madre se derrumbó.
No fuimos la única entidad donde se sufrieron los estragos del sismo: hubo –hasta el momento– 64 fallecidos en Morelos, 29 en Puebla, 9 en el Estado de México y 1 en Guerrero.
Los reporteros de Chilango y MásporMás recorrimos algunas de las zonas afectadas tras el sismo en la CDMX. Esto fue lo que vimos.
ROMA-CONDESA, las más afectadas por el sismo en la CDMX
Por: Ricardo Garza Lau
Recorrí en bicicleta las colonias San Miguel Chapultepec, Condesa, Roma y Juárez 20 minutos después del sismo de la CDMX. En la primera sólo había un muro caído sobre do automóviles, pero en la segunda estaba bloqueado el tránsito vehicular en Juan Escutia a partir del Circuito Interior.
Sobre la calle había niños formados con sus maestras y personas de diversas edades llorando. Algunos edificios tenían cuarteaduras ligeras y los vidrios rotos.
Al llegar a la esquina de Tamaulipas y Nuevo León, en la construcción donde está El Plaza Condesa, media docena de policías comenzaban a bloquear el paso porque el edificio tenía grietas de varios metros, ventanas quebradas y el piso superior a punto de colapsar.
Seguí sobre Álvaro Obregón hasta el número 286, ahí encontré el primer edificio derrumbado. Aproximadamente diez policías y rescatistas saltaron de la azotea contigua y con mazos abrieron boquetes en la parte superior de los escombros. Más tarde llegaron bomberos y sacaron a una persona. Al final fueron 10. Seguí por Tabasco y hablé con un grupo de estudiantes de cine foráneos, nerviosos porque no lograban comunicarse con sus familiares y no podían sacar sus pertenencias de la escuela, pues el edificio de al lado estaba severamente dañado.
Atravesé a la colonia Juárez y en el camino había tres fugas de gas. La gente se alejaba corriendo de una de ellas porque un transformador de electricidad estaba a punto de caer. A la altura de Tabasco y Avenida Chapultepec, un grupo de bomberos lidiaba para detener una fuga en unos tanques de gas estacionarios sobre un edificio de aproximadamente seis pisos. Al atravesar a la colonia Juárez, al menos la mitad de las calles estaban cerradas al paso tanto de autos como de peatones.
Un edificio sobre la calle Londres estaba muy dañado y un grupo de policías entraron a él para buscar personas.
Regresé por Insurgentes. El Metrobús no funcionaba y ambos sentidos estaban ocupados por centenares de personas caminando en ambas direcciones. Los semáforos no servían por la falta de energía eléctrica, así que los ciudadanos detenían el flujo de personas, bicicletas y uno que otro automóvil, para permitir el paso de los servicios de emergencia.
Regresé por avenida Michoacán y nuevamente olía a gas. Al atravesar Ámsterdam vi un enorme edificio que había caído sobre la calle y el camellón, casi en la esquina con Laredo.
Cerca de 500 personas hicieron una fila gigante y estaban retirando ladrillo, cascajo y trabes para buscar sobrevivientes. Uno por uno se pasaban pedazos de cemento. De las calles aledañas corrían decenas de personas para unirse a la ayuda.
Casi todos los negocios estaban cerrados, sin embargo, una tlapalería sobre avenida Michoacán estaba abierta y había ocho personas queriendo tomar herramientas y discutiendo con el dueño, tratando de convencerlo de que regresarían a pagarle todo lo que tomaban. Le explicaban que urgía usarlas para el edificio de Ámsterdam.
Por: Ilse Castrejón
Nos enteramos de que en la Roma había algunos problemas, así que fui hacía allá para comprobar los daños por el sismo en la CDMX. Pero conforme caminaba la ciudad se colapsó en segundos. Mientras más me acercaba hacia la Roma-Condesa, iba leyendo que se habían caído varios edificios.
Todo era un caos, la gente caminaba entre coches que no se movían. Nos regañaban a los que tomábamos fotos y los helicópteros y las ambulancias saturaban los oídos.
Cientos de personas detuvieron el tránsito vehicular sobre Salamanca, entre Chapultepec y Álvaro Obregón, debido al intenso olor a gas y ante el temor de una explosión.
Los mayores daños fueron en calles como Orizaba, Álvaro Obregón, Tehuantepec, San Luis Potosí, Coahuila, Tonalá y Monterrey.
Además, el tránsito vehicular se cerró sobre Avenida Insurgentes, entre Baja California y Yucatán, para permitir que la gente pudiera avanzar ante el caos vehicular que se generó en la zona.
¿Qué fue lo que vi? Vi dos tipos de chilangos: unos desesperados queriendo volver a los edificios por sus cosas o de plano yéndose a sus casas sin mirar atrás. Y otros llegando a las zonas de desastre con agua o los botiquines que tenían a la mano y que eran indispensables, vecinos que llegaban con las cubetas usadas de sus casas.
Chilangos que formaron filas para irse deshaciendo de los escombros, pero sin tener mucha idea de qué hacer o cuál era el mejor plan de acción. No estábamos preparados. No sabíamos que hacer.
CENTRO
Por Dulce Ahumada
Vi cómo un niño salió por su propio pie de entre los escombros de la escuela Simón Bolívar, en la esquina de las calles Bolívar y Chimalpopoca, en la colonia Tránsito. Una fábrica de cuatro pisos se derrumbó justo a un costado de la primaria y dejó atrapados a los estudiantes y maestros, así el paso del sismo en la CDMX.
Unos minutos después casi 200 personas llegaron equipados con cubetas para ayudar retirar escombros, algunos eran vecinos pero la gran mayoría provenía de otras partes de la ciudad. Sólo logré ver qué fueran rescatados dos niños más y un adulto.
Se necesitan plantas de luz y linternas, porque por la noche el rescate era casi imposible.
NARVARTE
Por Xanath Lastiri
En el recorrido vi al menos cuatro edificios totalmente cerrados por los daños, los dos más graves en los números 241 y 249 de la calle Enrique Rebsamen, casi con Avenida La Morena.
En el 241 llegaron los bomberos por una fuga de gas. Los vecinos tenían mucho miedo. Toda la Narvarte olía a lo mismo: a gas y a miedo. Media colonia se quedó sin luz y los vecinos tuvieron cerrar las calles con lo primero que encontraron: ropa, botes y hasta diurex para evitar que los autos circularan y los pusieran en peligro.
Toda la Avenida Xola colapsó y los ciudadanos también tuvieron que convertirse en semáforos para paliar los efectos del sismo en la CDMX.
POLANCO
Por Jardiel Palomec
El primer anunció fue: hay daños en el Liverpool de Polanco. Tomé una ecobici para llegar ahí: en auto era imposible porque el tráfico se colapsó. Los camellones de avenidas como Mariano Escobedo, Horacio y Homero estaban llenos de gente que los utilizaba para protegerse ante los daños que se registraron en diferentes edificios de la zona: cristales rotos, algunas cuarteaduras.
Mariano Escobedo se convirtió en un enorme estacionamiento y la gente prefirió apagar su automóvil y esperar pacientemente a que se pudiera avanzar, bajarse de los camiones y caminar o buscar una bicicleta. Entre las tres y las cinco de la tarde, los ríos de gente iban desde el Liverpool de Polanco hacia Paseo de la Reforma, donde la gente comenzó a dispersarse.