Sigues siendo un teto si...
Por: Yannina Thomassiny
Hay periodos de la vida que quisiéramos borrar de nuestro historial. La vergonzosa pubertad, por ejemplo; que ganas de poder desaparecer videos, fotos y recuerdos. Que nunca nadie se enterara de lo tontos que llegamos a ser. Lo bueno es que esta mala racha pasa para muchos de nosotros y seguimos con nuestras vidas, dándole nuevas perspectivas a nuestro entorno.
El problema comienza cuando esa etapa puberta llena de tonterías y jaladas llega para quedarse; pasan y pasan los años y simplemente continúa la misma actitud. Estamos seguros de que conocen a más de dos que se quedaron así. Veamos cuáles son sus características principales:
Ruido extremo
Se saludan efusivamente, hablan gritando, cuando algo los sorprende son capaces de subirse a una mesa y gritar: “¿cómo crees goey?” (obviamente con la finalidad de llamar la atención), si en el antro ponen una rola que les guste mucho es inevitable que brinquen y aplaudan. En pocas palabras su volumen de voz está 20 niveles por arriba de lo normal.
Emoción exagerada
No importa que se hayan visto ayer con sus amigas, la emoción es la misma que si las hubieran dejado de ver cuatro años: gritos, brincos y hasta caídas al piso. El insulto amoroso va integrado: “te amo tanto estúpida” “perra, ¿dónde andabas?”.
Barros
Son signos hormonales de la pubertad, pero por desgracia, aunque muchos dejamos la pubertad atrás, siguen apareciendo y contra ellos no hay nada que podamos hacer.
Conflictos existenciales tontos
Problemas cómo qué ponerse, si volteó o no a verlos el “amor de su vida” y si tienen crédito en el celular o si nadie ha comentado su estatus de Facebook son ejemplos claves de jaladas que no deberían interesarles. Sin embargo la pubertad sigue presente y como dijo Don Teofilito…
Malas parejas
Su visión sobre el amor sigue en pañales, eligen pésimas parejas: gente en conflicto, que los trata mal o demasiado bien a cambio de ciertas cosas, siempre peleando, cortando y regresando y, además cuando cortan hablan pestes del ex y comienzan una relación con alguien igual o peor.
Enojo permanente y viven a la defensiva
Toda invitación que no reciban es señal de que los odian o de que no son deseados en ese lugar. Escuchan cosas que no existen: “estoy segura que esa vieja dijo que soy una tonta, leí sus labios” y cualquier comentario se lo toman personal.
Estoquear
Continúan revisando la cuenta de Facebook de sus ex parejas y parejas actuales más de 20 veces al día, todo con la finalidad de encontrar algo malo. Les gusta saber los chismes de todo el mundo primero que nadie y critican de manera incontrolable.
Sueños guajiros
Sus deseos de vida y sus planes a futuro no aterrizan, idealizan situaciones que nunca existirán y, aunque existieran, es ridículo hablarlo en la fiesta, suena pretencioso y vacío: “¿se imaginan cuando tengo un yate?”, “yo seré la próxima Lady Gaga”, “me casaré con un putrimillonario”.
Mala copa
Salir cargado, vomitado y desmayado es cosa de la pubertad. Si tienen más de 20 años y siguen dando esos shows es hora de dejar la bebida para siempre. O se sabe beber o no. Creer que se pueden ligar a todos(as), subirse a las bocinas o dormir en una mesa es como de springbrake.
Presumir la cruda
Su twitter y Facebook están repletos de fotos inútiles de botellas que ya conocemos. Sus estatus gritan los fiestones que se pararon y su máximo placer consiste en los chistes locales que nadie más entiende: “Juan ayer bubulubu, ya sabes de qué hablo, jajajaja”. ¡Auxilio, maduren!
Tratar mal a las personas de servicio
Esta es la característica más evidente de que su etapa de juniors no ha pasado y que su mentalidad es del tamaño de un huevo. Apodos como “mi chingón”, “mi rey” y “papá” para los cadeneros y malos tratos para meseros y personas que ayudan con el aseo. ¿En qué piensan?, pónganse a leer.