Chilango

Sexting y ciberacoso han crecido en los últimos cinco años

Foto: Shutterstock

Hace cinco años el problema apenas existía o nadie lo tomaba en serio. Hoy, más de la mitad de las chicas y chicos que acuden a la clínica para adolescentes de la psicóloga Guillermina Mejía, en la colonia del Valle, lo hacen por problemas relacionados con internet: sexting (compartir imágenes sexuales mediante dispositivos móviles), pornovenganza (publicar o amenazar con publicar esas imágenes como una forma de desquite), ciberacoso y demás.

«Es un problema general, que afecta sobre todo a la población entre los 11 y los 15 años —detalla la doctora Mejía—. En fenómenos específicos como la difusión de fotografías íntimas, siete de cada 10 casos que atiendo son chicas».

Según un estudio hecho por el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, el DIF y la organización Pantallas Amigas, al menos el 00enviando imágenes de contenido sexual.

Según el Consejo Ciudadano de la Ciudad de México, en el 2015 se atendieron a 349 casos de niños menores de 14 años, que sufrían síntomas suicidas por acoso cibernético en el país.

«Respétate», se leía hace pocas semanas en una campaña que intentó hacer conciencia sobre este problema entre las adolescentes. El mensaje fue muy cuestionado pues se consideró que, de nuevo, se responsabilizaba a la víctima de los ataques que sufría en redes sociales: a menudo se olvida que compartir imágenes sexuales de una persona sin su consentimiento es un delito que debe ser penado y que el libre goce de la sexualidad es un derecho que debe garantizarse.

«He conocido a madres de chicas que se han suicidado por este problema —cuenta la doctora Mejía—. En el caso de los adolescentes el concepto de intimidad aún no está desarrollado y están sujetos a muchísimos procesos nuevos que implican presión social respecto a la sexualidad. A veces las chicas comparten fotos con algún compañero que abusa de su popularidad o su atractivo; otras lo hacen con completos desconocidos. Y ahí el problema se agrava. No sólo eso: conozco el caso de un chico que participaba en grupos de WhatsApp, en donde se retaban mutuamente a violar a sus compañeras. En ese caso, tuvimos que advertir a la escuela sobre lo que ocurría».