Robo de celular en el Centro Histórico: familias cómplices en el delito
Cualquier día en esta ciudad y a cualquier hora ocurre un robo de celular en el Centro, pero el modo en el que operan los amantes de lo ajeno siempre cambia
Por: Mauricio Nava
¿Y si alguien, después de quitarte tus pertenencias, comienza a gritar y pedir ayuda cuando le reclamas y logra salirse con la suya? El robo de celular en el Centro ha vuelto… en forma de familias.
Hace tres días formé parte (otra vez) de la estadística: el robo de celulares en el Centro Histórico. Mientras las calles estaban abarrotadas de familias, a unos cuantos pasos de un grupo de policías, tres personas, que aparentemente cargaban bultos y venían —muy organizadas— de compras, ¡me robaron el teléfono!
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¿Qué tiene esto de especial? El modo en el que operan estas personas cada vez es más coordinado, efectivo y puede resultar peligroso. Sabemos que los celulares son de las cosas que más se roban en la Ciudad de México, pero si hablamos del asalto a plena luz del día, ante la mirada de locatarios, autoridades y transeúntes, se vuelve un acto de impunidad en el que todos resultamos cómplices.
¿Cómo se comete el robo de celular en el Centro?
Básicamente se funden con los demás transeúntes. Basta con descuidarse breves instantes para que una señora «accidentalmente» choque contigo y te roce con su bolsa de compras; acto seguido, dos menores que la acompañan (una chica de no más de 18 años y un menor, de 6), se tropiezan contigo de nuevo entre el tumulto… segundos después te das cuenta de que ya no tienes tu teléfono en el bolsillo.
Esto me pasó el fin de semana en Eje Central. Cuando ya no hallé mi celular y antes de seguir mi camino, tomé a la primera mujer del brazo y le exigí que me lo devolviera. Sin más, ella comenzó a gritar y llamó a la policía del lugar para decirle que la estaba agrediendo y la quería manosear.
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Y cuando ya te robaron…
Traté de mantener la calma, pensar en lo que tenía que decirle a la autoridad en turno para que pudiera revisar a la chica sin más altercados; pero ella no tenía nada, ni rastro de mi teléfono entre sus pertenencias. A pesar de que muchas personas fueron testigos del robo y de cómo operan estas personas, me pidieron mantener una actitud de orden y alejarme de la zona: «Para no hacer más grandes las cosas». La impotencia recorrió mi cuerpo como el bullicio que se forma al andar por Eje Central o Madero.
¿Qué podemos hacer ante un robo?
Después de maldecir unas cuantas veces y recordarles la maternidad a los asaltantes, pude vislumbrar el escenario final: todos, locatarios, comerciantes y compradores, somos cómplices. Cualquiera que esté en la zona buscando un producto del que no conoce su procedencia o no le dan garantía alguna, puede estar comprando algo que llegó al puesto de la misma manera en que obtuvieron mi teléfono: robándolo. Las únicas formas de desincentivar estos actos es NO comprando en lugares sospechosos y levantando la denuncia correspondiente, sin importar cuánto te tardes… y también te recomiendo guardar bien tus pertenencias si vas al Centro.
Así que ya lo saben, chilangos: aguas con el robo de celular en el Centro; si van a disfrutar la pista de hielo en el Zócalo, las nevadas en Madero, Dalí en el atrio de San Francisco, o alguno de estos restaurantes… ¡abusados con el dos de bastos!
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