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Si le hubieran hecho caso, otro gallo cantaría

Carlos Contreras: el chilango que quiso luchar contra el tráfico de la ciudad

23 de septiembre de 2016
Por    Carlos Tomasini

En la década de los 30, ya pasada la Revolución, la Ciudad de México debió retomar su proceso de crecimiento y modernización, el cual había iniciado durante el Porfiriato y ahora era todavía más necesario debido al crecimiento acelerado de su población.

En ese contexto, destacó el trabajo de un arquitecto olvidado por la historia, Carlos Contreras, que proponía que la Ciudad de México creciera ordenadamente, por lo que planteó la creación de grandes obras que no se llevarían a cabo hasta varias décadas después, como el Circuito Interior o el Anillo Periférico

Puro orden

Para propiciar un crecimiento ordenado de la ciudad, entre otras cosas, proponía que el Zócalo no fuera el único centro cívico, ya que para eso podían utilizarse otras grandes explanadas, como la del Monumento a la Revolución; así mismo, decía que debería haber una especie de gran terminal de transporte público, la cual se ubicaría en lo que hoy es la Plaza Tolsá, donde está el Caballito (sí, por eso hay una gran explanada ahí).

  • Foto: Cuartoscuro
  • También proponía la creación de grandes terminales de transporte foráneo, lo que varias décadas después sería la Terminal Tapo y la terminal de trenes de Buenavista (la cual ya no existe y hoy es terminal del Tren Suburbano y un gran centro comercial).

    De norte a sur y de este a oeste

    Pero lo que más llama la atención de sus planes era la propuesta de crear un sistema vial para mejorar el tránsito por la ciudad a través de cuatro caminos que cruzarían la capital.

    El primero, cruzaría la ciudad de Norte a Sur, en un trazo muy similar al que hoy tiene el Eje Central, empezando en la colonia Guerrero y terminando en Río Churubusco y Coyoacán.

    El otro cruzaría de este a oeste, empezando por allá de Ribera de San Cosme, pasando por lo que hoy es Hidalgo y Tacuba, cruzando el Zócalo para seguir por Guatemala hasta la actual Calzada Zaragoza.

    Todo esto se complementaría con una vía interior que iría por Manuel González (allá por Tlatelolco), Insurgentes, Balbuena y otras calles para cerrar una especie de circuito al interior de la ciudad.

    Y, por último, se contemplaba un circuito exterior que correría por lo que hoy es gran parte del trazo de Circuito Interior.

    Es decir, planteó la creación del Circuito Interior y el Anillo Periférico.

  • Foto: Cuartoscuro
  • Los ríos como vialidad

    Carlos Contreras también planteó que el cauce de los ríos de la ciudad debería aprovecharse para generar vialidades. Sí, en la Ciudad de México había varios ríos hasta la primera mitad del siglo 20.

    Generalmente, se le echa la culpa de ser el responsable de que los antiguos ríos chilangos, como Churubusco o La Piedad, se hayan entubado para construir vialidades como Circuito interior o Viaducto (sí, lo que hay al centro del Viaducto es un río entubado).

    Sin embargo, parece que en su plan no proponía necesariamente eso, sino que se rescataran las zonas de los ríos, las cuales solían ser insalubres (desde la Colonia se pensó en eliminarlos porque eran focos de infección para la ciudad) y construir vialidades siguiendo su cause, no sobre ellos. Pero eso nunca quedará claro.

    Desarrollar transporte ¡eléctrico!

    Lo que sí proponía Carlos Contreras era que en esas vialidades que se construyeran en los ríos debía haber espacio para transporte público, pero no cualquier transporte, sino específicamente eléctrico.

  • En plena construcción del segundo piso (Foto: Cuartoscuro)
  • En ese entonces, el único transporte eléctrico que existía era el tranvía, por lo que también proponía que éste debería unirse con las líneas de autobuses con el fin de crear un sólo sistema de transporte público en la ciudad.

    Para darse un ejemplo, lo que proponía era lo que se ha intentado en la Calzada de Tlalpan, donde al centro corre la parte superficial de la línea 2 del Metro (antes de Metro, había un camellón donde circulaban los tranvías) y, a los lados, hay vialidades para autos y transporte público. De hecho, hace unas semanas, el gobierno capitalino presentó un proyecto para poner orden en esa vía.

    En el olvido

    Carlos Contreras propuso otras decenas de soluciones que nunca se llevaron a cabo, y otras que quedaron a medias, como la construcción de terminales ferroviarias y de zonas arboladas. Una de esas proyecciones inconclusas, por ejemplo, es la parte del jardín que hay en Sullivan.

    Él también propuso un plan para que la ciudad tuviera límites y no creciera desordenadamente (no como hoy), además de que se tuviera un control de edificaciones con el fin de no saturar ciertas zonas de la ciudad (no como hoy) y cuidar la arquitectura original de las colonias más tradicionales (no como hoy).

  • Foto: Cuartoscuro
  • No lo pelaron

    Durante años, las propuestas originales de este arquitecto, que murió en 1970 en la CDMX, regían la planeación vial de la ciudad, pero por allá de los años 50, se empezó a perder el rumbo.

    Por ejemplo, la construcción del Periférico se inspiró en sus planes, pero decidieron construirlo más lejos de su propuesta original debido a que la ciudad ya era más grande.

    Contrario a lo que planteaba Carlos Contreras, el Periférico privilegió a los automóviles, sin dejar espacio para el transporte público (la lateral de dos carriles no sirve de mucho). Lo mismo pasó con el Viaducto, el cual también se diseño exclusivamente para autos y sin áreas verdes o peatonales.

    Además, el Periférico debería ser una especie de límite territorial de la ciudad, por lo que se empezaron a desarrollar “suburbios”, como Satélite; sin embargo, en pocos años todo se salió de control y esta vialidad quedó prácticamente en medio de la ciudad.

  • Foto: Cuartoscuro
  • También propuso que en la ciudad se desarrollaran, en diferentes áreas, zonas industriales, parques, reservas ecológicas y hasta un aeropuerto, pero todo quedó en planes.

    Sólo hay que ver a la calle para darse cuenta de que, al final, nadie peló sus propuestas originales y, aunque dicen que “el hubiera no existe”, tal vez si se hubieran aplicado, la Ciudad de México no padecería todos los problemas que padece.

    Vaya un recuerdo a Carlos Contreras, el hombre que pudo haber evitado (o por lo menos aminorado) el tráfico y la contaminación en la Ciudad de México.

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