Los sábados en metro Chabacano
Un suéter por frijoles, así funciona hoy el mercado del trueque
En algunos grupos de Facebook se puede leer "Cambio botitas de bebé por un limpiador de piso, detergente y cloro". Otro anuncio más dice: "Tengo pantalón de mujer talla 36 en buenas condiciones, ofrezca". Cientos de transacciones en forma de trueque pasan en la Ciudad de México por medio de estos grupos, en su mayoría cerrados. Pero casi todos tienen algo en común: "Nos vemos el sábado en el metro Chabacano". ¿Qué está pasando ahí?
Es el nuevo mercado del trueque. Los sábados de 12 a dos de la tarde, el espacio que está junto a la biblioteca pública de la estación Chabacano se llena de mujeres que van a hacer los cambios.
La mayoría con sus hijos de la mano, la mayoría solas. Son mujeres entronas que apoyan a la economía familiar de esta manera. Aunque este espacio no es el único: en el puente que da a la Línea 2 hay muchas más y en el transbordo de la Línea 8 se especializa en trueque de artículos para bebés. También se hace en el metro Centro Médico, pero es mucho menos.
Los grupos de Facebook son muy claros: está prohibido hacer venta con dinero de por medio, todo tiene que ser mediante trueque. Las cosas tienen que pedirse con respeto y educación. El "gracias" y "por favor" son obligatorios. Si uno de los miembros deja plantado a otro, es reportado para que se expulse.
Mucha gente acude los sábados al mercado del trueque. (Guillermo Guerrero)
Expertas en el truequeo
Nos acompañó Susana, una chica que lleva varios meses yendo cada fin de semana. Nos explica que las expertas en esto y las que tienen más experiencia, no sólo van a hacer una transacción sino varias a la vez.
Nos mostró su cuaderno en el que apuntaba por lo menos, 10 diferentes encuentros: "Margarita Gamboa llevará un letrero blanco", "Guadalupe Reyes, una gorra amarilla". La manera en la que se distinguen no puede ser más original: una señora llevaba unas orejas de gato y otra más, unos cuernos de diablo que prendían y apagaban. Por allá une chica levantaba un anuncio con letras de diamantina y la de más allá llevaba un gorro de Pikachú.
Casi todas las mujeres se ven con el celular en la mano, revisando los mensajes que les llegan. Unas llaman a sus compradoras para saber por donde andan. Los encuentros mujeres son cordiales.
Es muy común oír "yo soy Fulanita" "¡Qué gusto, yo soy Zutanita!", seguido de un beso y abrazo. Luego, a hacer la transferencia: un suéter por despensa de frijoles y aceite. Una carriola por un reproductor de música. Algunas no estaban muy conformes: "este pantalón está muy gastado, dijiste que estaba en buen estado", "perdón, si quieres quítame algo de la despensa", "no, no, ahí será para la otra".
Los hombres no rebasan el cinco por ciento de los asistentes. Levantan lo más alto que pueden los letreros con el nombre de su pareja o cargan las pesadas bolsas con objetos. Hubo uno por ahí cuyo letrero decía "Soy el esposo de Itzel, no pudo venir". Hermoso. Cualquier cosa es bien recibida: frascos, audífonos, pasteles y -algo que nos sorprendió mucho- fue que intercambiaban tapas de botellas de pet. No la botella, sino solo la tapa que se enrosca ¿para qué sería?
Las autoridades del metro no intervienen en esto, tal vez porque no son vendedoras y porque, además, a las dos y media todo desaparece. Es más: la misma biblioteca de esta estación se une al movimiento y ya adoptaron el sistema "trueque de libros" para que los asistentes se lleven uno a cambio de otro. Nos parece excelente.
No vimos nada anormal. Después de eso, muchas mujeres se quedan a platicar y a mostrar "el botín": "yo hoy me llevo este vestido, está muy bueno", "a mí me hacían falta cremas". Entre risas y abrazos se despiden. Ya habrá tiempo de conectarse otra vez a Facebook en la semana, para lograr el encuentro el siguiente sábado ¿quién diría que el nuevo comercio se llevaría a cabo con el trueque virtual? ¿Qué dices? ¿Has entrado a uno de estos grupos?
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