El gobierno capitalino anunció que, como medida temporal para ayudar a disminuir los altos índices de contaminación que vive la ciudad y que se han agravado en los últimos meses, todos los autos dejarán de circular una vez a la semana...
¿Que ya lo sabías? Pues sí, porque esto lo dijo el regente del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís, el 20 de noviembre de 1989.
En ese entonces, el encargado del gobierno local -el regente- no salía de unas elecciones (eso pasó hasta 1997), sino que era un miembro del gabinete presidencial, nombrado directamente por el mismísimo Presidente de la República, por lo que los mandatos para resolver los problemas ambientales de la Ciudad de México salían directamente de Los Pinos. Así como acaba de pasar en 2016.
Ese 20 de noviembre de 1989, el regente Camacho Solís, que era uno de los considerados para llegar a la Presidencia cuando acabara el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (¿también les suena parecido a algo?), anunció todo un paquete de dolorosas medidas:
Como podemos ver en 2016, pocas de estas cosas se cumplieron al 100 por ciento.
Pero la medida que más revuelo causó fue la que se bautizaría como “Hoy No Circula”, la cual no era tan nueva, porque ya tenía antecedentes que se remontan a 1984.
En ese entonces, la palabra “ecología” estaba de moda y todo era “ecológico” (hagan de cuenta, como decir hoy que algo es “orgánico”), pero en realidad sí estaba creciendo el problema de la contaminación en el mundo, y la Ciudad de México sufría de altos índices de contaminación debido, entre otras cosas, a los altos índices de plomo que había en las gasolinas... o eso decían.
Ese año, en el que Ernesto Canto ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles y en el que se registró la única final América-Chivas hasta ahora, surgió un grupo ecologista llamado “Mejora tu Ciudad”, que apareció en diversos medios promoviendo un programa llamado “Un Día Sin Auto”.
Ese programa invitaba a las personas a que se inscribieran y seleccionaran un día de la semana en el que, voluntariamente, dejarían de circular, colocando una calcomanía en su parabrisas. La campaña incluía hasta anuncios de televisión protagonizados por personalidades como Héctor Bonilla y llegó a tener cierto éxito; sin embargo, aunque se dice que se repartieron hasta 400 mil “engomados”, lo cierto es que la contaminación siguió en aumento y los autos seguían circulando.
Pero ahí de 1985 empezó a sonar algo que, aunque se había descubierto en los 60, poca gente conocía: la inversión térmica, la cual se presentaba por la mañanas de invierno, cuando el aire caliente de la contaminación de la ciudad se quedaba estancado porque el aire frío del ambiente le impedía dispersarse, lo cual se empeoraba porque el Valle de México está rodeado de montañas. Por eso, durante años se pensó en la contaminación como un problema de época de frío, y no del calor (lo cual, como acabamos de ver en 2016, no es del todo cierto).
En 1986, el tema de la ecología estaba tan de moda que hasta fundaron un partido político (en la época en la que nomás dominaba el PRI) llamado Partido Verde Ecologista de México, que en su discurso defendía a la naturaleza y el medio ambiente. Ese mismo año se creó algo llamado Red Automática de Monitoreo Atmosférico, la cual le mostraba a los chilangos cuánto ozono, plomo y “partículas suspendidas” había en el aire. Algo que nadie sabía hasta entonces.
La unidad de medida para la contaminación primero era conocida simplemente como “puntos”, pero después se bautizó como “Índice Metropolitano de Calidad del Aire”, aunque todos la conocían por sus iniciales: “los Imecas".
Así, la paranoia de los habitantes del entonces DF crecía cuando decían en la radio que había 200 o 300 puntos Imeca en el Suroeste o el Noreste, pero la zona más contaminada siempre era el Centro, por lo que también durante muchos años se pensó que había que sacar todo de esa zona y llevarlo a otras. Por eso, junto con la migración de los terremotos de 1985, empezaron a crecer zonas como Santa Fe o Cuautitlán Izcalli.
Los índices de contaminación llegaron a niveles alarmantes, por lo que en enero de 1989 se optó por suspender las clases de preescolar, primaria y secundaria durante enero, ya que también se pensaba que las escuelas eran las que incrementaban el tráfico en la ciudad. Los chilanguitos nos pasamos un mes de vacaciones extras después del periodo de fin de año.
La contaminación siguió creciendo, y antes de que iniciara el invierno de 1989, se anunció el paquete de medias que mencionamos al inicio que incluían el “Hoy No Circula” temporal.
Así que, para que nadie se quejara, se organizó un sorteo realizado en la Lotería Nacional, en el cual los chavitos “gritones” sacaron el número final de la placa, el color de la calcomanía y el día en el que dejarían de circular los autos. El más polémico fue el azul, porque en ese entonces se decía que los viernes era el día en el que más tráfico se generaba (lo cual era cierto) y que la mayoría de los coches tenían terminación 9 y 0.
Entonces empezó una amplia campaña para informar a la población sobre la nueva acción, y como no había redes sociales, el tema se discutía en cafés, reuniones familiares o programas de debate como “¿Y Usted Qué Opina?” de Nino Canún, o en programas de radio como el de Héctor Martínez Serrano en la XEW.
También había unos comerciales de radio que, al ritmo de la canción “De Colores” (sí, la de las estudiantinas), se difundían los resultados del sorteo: “deee coloooreees, de colores sabemos qué día no salen los cocheees... lunes amarillo, martes el rosa, miércoles rojo, jueves el verde, viernes azuuu... deee coloooreees…” (sí, así iba, neta).
En esos días, era muy (muy) popular una revista “para jóvenes” que editaba Televisa llamada “Eres”, en la cual se presentaban a todas las estrellas de esa televisora junto a temas de interés “para los chavos”, como sexualidad, acné o “ligue”. En su edición 65, apareció una entrevista exclusiva con el Presidente Salinas de Gortari (en ese entonces, ere impensable que un presidente diera una entrevista a un medio así, eso sucedió hasta tiempos de Adal Ramones) en la que, entre otras cosas, explicaba brevemente las bondades del No Circula.
Mucha gente, que no quería quedarse sin coche, optó por comprar un auto extra, aunque fuera viejito, e inclusive había personas que, en vez de comprar un coche nuevo, compraron dos antiguos, lo que hizo que en las calles empezaran a verse muchos coches de modelos de los 70 y 60.
Pero acabó el invierno y, en marzo de 1990, se anunció que el Hoy No Circula ahora sería obligatorio y permanente, por lo que se quedó como una “bella” tradición chilanga junto con un nuevo trámite: la verificación vehicular.
Todo esto coincidió con una promesa de que México ahora sería “del primer mundo”, por lo que empezó a mejorar el poder adquisitivo de una parte importante de la población (no de toda), la cual tuvo acceso a créditos y otras bondades... y uno de los bienes que más se empezaron a comprar fue, adivinen qué, ¡sí, coches!
Así que, en 1989, había alrededor de 2 millones de autos en las calles del DF, por lo que el Hoy No Circula retiraría unos 400 mil diarios, pero para inicios de los 90, los capitalinos ya habían comprado alrededor de 600 mil coches nuevos, de acuerdo con algunos cálculos de la época.
Al final del sexenio, Camacho Solís (cuyo hombre más cercano era un tal Marcelo Ebrard, muy chivato él) no fue candidato a la Presidencia, la contaminación seguía aumentando, las armadoras automotrices estaban felices, en las casas de los chilangos había más coches y el tráfico empezaba a ser tan insufrible como un domingo a las 4 de la tarde de 2016.
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