En las subastas de arte en la CDMX –y en cualquier otra ciudad del mundo– se mueven millones de pesos, dólares y euros. Esta semana, por ejemplo, un fósil de la cola de un dinosaurio se vendió en nuestra ciudad por un millón 850 mil pesos, piezas similares se han vendido en 1.2 millones de euros. La pieza no sólo se devaluó sino que ahora su país de origen, Marruecos, está investigando su procedencia.
—Iniciamos con 200 mil pesos, aquí está la pieza, la tienen al frente. Busco 210 mil pesos, ¿ofertas por 210 mil pesos?— quien habla es el subastador o, como se le conoce en el mundo del arte, el martillero. Es joven, guapo y sabe como mantener la atención de los presentes en la sala, aunque su mayor cualidad es hablar con rapidez sin perder, en ningún momento, la claridad de las palabras. La oferta inicial está en el aire, aquí es donde empieza el juego para los coleccionistas.
—220— le contesta una de las telefonista en la sala, tiene a un comprador interesado en la línea.
—220 en ausencia, 230 en la sala, busco 240. 240 en ausencia, 250 en la sala —responde el martillero, el ritmo es rápido, vertiginoso, es fácil perderse entre las ofertas que rebotan de un lado a otro en la sala.
—300 aquí —insiste la misma telefonista.
—300 en ausencia, ¿310 mil pesos?
—320 —un hombre a la mitad de la sala levanta su paleta al tiempo que habla.
—320 gracias, busco 330…
Al final el martillo bajó y el precio final de la pieza cerró en 410 mil pesos. Era un óleo sobre tela de 1723 pintado por Francisco Martínez. Esta pintura fue una de las piezas que más pujas (u ofertas) recibió el martes por la noche en una de las salas de Morton Subastas, ubicada en Monte Athos 179.
El evento no era uno más en la lista de las subastas de arte en la CDMX. Entre las piezas –que incluían antigüedades, pinturas y esculturas– estaba la cola de un dinosaurio. ¿La sorpresa? A diferencia de algunos cuadros y antigüedades, esta pieza no generó adrenalina: la cifra inicial fue de un millón 800 mil pesos y se vendió a la primera oferta, es decir, el martillo bajo con la cantidad de un millón 850 mil pesos. Del comprador no existe mucha información: tenía el número 252 y realizó la oferta vía telefónica, no tuvo competencia.
Por otra parte, de la cola del dinosaurio Atlasaurus imelakei se habló mucho: fue descubierta en Marruecos, mide un poco más de cuatro metros de largo y su peso es de 180 kilogramos. Para ensamblarla y limpiarla se necesitaron más de 200 horas. La pieza es única y personal de Morton Subastas dice que jamás había subastado algo así en México. Además, lo recaudado sería para ayudar a las escuelas dañadas por el sismo: «La educación es un elemento de enorme importancia para el país, un elemento de movilidad social, por ello apoyamos la reconstrucción de escuelas», explicó Adolfo Albo, jefe de gabinete de la presidencia de la fundación BBVA Bancomer, en entrevista a Reuters. «Nos gustaría que el excedente sea muy importante”, agregó en el edificio del banco, en Ciudad de México, donde se exhibe la pieza de casi el triple del tamaño de una persona promedio».
En realidad la cifra del excedente, es decir la que sería donada para reconstruir escuelas, no fue significativa: tan solo 50 mil pesos. Y, según diversos datos, el precio se pudo haber elevado mucho más. «Una pieza similar subastada en Europa se valúa en 1.2 millones de euros», explica Kristina Velfu, encargada del área de Relaciones Públicas en Morton Subastas. No es exageración. En el 2016 en Berlín se subasto el esqueleto de un estegosaurio y fue valuado en 2.4 millones de euros, casi 55 millones de pesos y en diciembre del 2017 el esqueleto de un mamut se subastó en Francia por 548 mil 250 euros, casi 12 millones y medio de pesos.