Monumentos del DF que se parecen a otros en el mundo
Por: Colaborador
En todo el mundo hay arcos, columnas y plazas que se convierten en verdaderos símbolos de las ciudades en donde se encuentran, además de que son puntos de reunión de sus habitantes o los lugares preferidos para demostrar, por ejemplo, poderío político o militar.
La Ciudad de México cuenta con varios de estos símbolos que han sido usados desde tiempos de los romanos y que comparten muchas similitudes con los que hay en otras naciones. Aquí un vistazo a tres de ellos.
El Monumento a la Revolución (de la Tabacalera) y el Arco del Triunfo (de París)
Para conmemorar sus victorias militares, los antiguos romanos solían construir arcos con el fin de que su ejército desfilara por ellos.
Con el tiempo, se construyeron a lo largo de toda Europa para conmemorar sus respectivas victorias, pero el más famoso es el Arco del Triunfo de París, el cual fue encargado por el mismísimo Napoleón Bonaparte durante los primeros años del Siglo 19 para celebrar su triunfo en la batalla de Austerlitz, donde venció a un ejército conformado por austriacos y rusos y que representó uno de sus mayores logros.
Otros monumentos similares, que también son importantes, son el Arco de la Rua Augusta, en Lisboa, y el Arco Wellington, en Londres, mientras que uno de los más antiguos que todavía se conservan es el Arco de Tito, en Roma.
La Ciudad de México también cuenta con su propia versión de arco del triunfo: el Monumento a la Revolución.
Aunque propiamente no es un arco (sino cuatro), se construyó en la década de los 30 para conmemorar el movimiento revolucionario que inició en 1910, aprovechando la estructura que estaba inconclusa de lo que iba a ser el nuevo Palacio Legislativo durante la parte final de la administración de Porfirio Díaz.
Esta cúpula sería la parte central de ese edificio, pero decidieron intervenirlo con detalles característicos de la arquitectura mexicana de principios de siglo y de la época prehispánica, además de llevar a ese lugar los restos de próceres como Francisco I. Madero, Venustiano Carranza y Francisco Villa (también ahí se encuentran los de Lázaro Cárdenas).
Todo en este lugar se aprovechó, porque el águila que adornaba su parte superior fue bajada y montada en lo que hoy es el Monumento a la Raza (en Insurgentes) y los leones que estarían a la entrada del edificio son los que ahora pueden admirarse al inicio de las famosas rejas de Chapultepec.
A propósito, justo en esta última zona, en 2010, para conmemorar el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, se pensó en construir precisamente un arco, pero el proyecto cambió y se decidió levantar lo que hoy es la Estela de Luz (o “suavicrema” para los cuates)… pero esa es otra historia (de corrupción y opacidad… de esas que casi no se nos dan, pues).
La Siegessäule (de Berlín) y ‘El Ángel’ (de Reforma)
Los romanos eran los reyes de las columnas, las cuales no sólo servían para sostener sus imponentes construcciones, sino que también se usaban para conmemorar acontecimientos importantes.
En el mundo hay varias columnas de este tipo, la más antigua es quizá la de Trajano, en Roma, pero también hay otras más modernas cuya característica es tener una escultura en su parte superior, como en Londres la de Nelson, que se encuentra en Trafalgar Square, o la de Cristóbal Colón, en Barcelona.
Otra de las más famosas es la Siegessäule (“columna de la victoria” en alemán) de Berlín, la cual tiene en su parte superior una escultura dorada de Niké, la diosa de la victoria, y que fue construida para conmemorar que Prusia, aliada con el Imperio austriaco, le ganó la llamada “Guerra de los Ducados” a Dinamarca a finales del siglo 19. Para los que hayan visto películas como Las Alas del Deseoo el videoclip de U2 “Stay (Faraway, So Close)” la ubicarán perfectamente.
En México, el monumento más representativo, no sólo del Distrito Federal, sino de todo el País, es la Columna de la Independencia, mejor conocida por los chilangos como “El Ángel”, debido a la escultura que tiene en su parte superior.
Se trata de una columna conmemorativa adornada, no por un ángel, sino por una “victoria alada” (en ningún registro dice que sea Niké, pero definitivamente esa escultura está basada en ella) que no es la original, sino una relativamente nueva, ya que la primera se cayó y se rompió durante un fuerte terremoto en 1957.
Este monumento se mandó a construir durante el Porfiriato y fue inaugurado en 1910 para conmemorar el centenario de la Independencia, aunque en realidad, durante muchos años previos, se planeó para ser levantado en lo que hoy es la Plaza de la Constitución y que, gracias a ello, le debe el nombre por el cual se le conoce hoy popularmente ese lugar: el Zócalo.
La Plaza Roja (de Moscú) y el ‘Zócalo’ (del Centro Histórico)
Desde la antigüedad, las ciudades solían tener una plaza central para reunir en un punto a sus habitantes, ya sea para montar un mercado, celebrar una misa o hasta para ahorcar criminales.
Con el paso del tiempo, se convirtieron en espacios ideales para hacer concentraciones de miles de personas en torno a algún líder político o como el marco ideal para mostrar poderío militar.
La más famosa es, quizá, la Plaza Roja de Moscú, en donde durante la Guerra Fría se organizaban grandes concentraciones de miles de personas o espectaculares desfiles donde se exhibían los últimos desarrollos en armamento para demostrar la supuesta fuerza que tenía la Unión Soviética. Siguiendo esa tradición, otras ciudades del mundo crearon sus propias plazas, como en Beijing, donde se encuentra la plaza Tiananmén.
En México, la Plaza de la Constitución tiene una historia similar. Durante muchos años, la mayor muestra de fuerza política de los Presidentes era llenarla en fechas como “el Grito” del 15 de septiembre o en el desfile de trabajadores que se solía organizar cada 1 de mayo, al menos antes de la década de los 90.
Es el gran centro cívico del país, donde se dan las mayores manifestaciones sociales, pero también culturales y hasta educativas (claro, con capítulos negros como cuando se usó como estacionamiento); ahí también, como en Rusia y China, se organiza (toda proporción guardada) cada año un desfile militar.
Su nombre no se debe a la Constitución Mexicana de 1917, sino a la previa, conocida como “Constitución de Cádiz”, promulgada casi un siglo antes, en 1812.
Pero los chilangos prefieren llamar a este lugar como “el Zócalo”, apodo que surgió a mediados del Siglo 19, cuando en ese lugar se pensó para colocar una columna para conmemorar la Independencia y que, incluso, se empezó a construir.
Para ello, se colocó una base que sostendría el monumento y que es conocida con el nombre de “zócalo”, pero el presupuesto se acabó y se quedó la obra inconclusa durante muchos años.
Los habitantes de la capital se acostumbraron a esa obra inconclusa y le empezaron a llamar “el zócalo”, nombre tan popular que hoy a cualquier plaza central en el País, suele dársele ese nombre, aunque no signifique necesariamente lo que es. Esos cimientos fueron removidos del lugar cuando se construyó la estación del Metro, que precisamente lleva el nombre de “Zócalo”.
¿Qué otros puntos de la Ciudad de México conoces que tengan similitudes con otros lugares del mundo? En otra entrega presentaremos más.
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