Chilango

Los Bunkers y su música libre

Especial

En poco más de una hora y media, Los Bunkers fueron de sus grandes éxitos, hasta aquellas canciones que le pertenecen a un célebre trovador cubano.
 
“Arriba las palmas chiquillos”, fue el grito de guerra con el que la banda chilena rompió la expectación de un público ansioso, compuesto en su mayoría por jóvenes y uno que otro treintañero. 
 
Álvaro, Gonzalo, Francisco y los dos Mauricios salieron al escenario del Teatro Chino de Six Flags media hora después de lo previsto, sin embargo, la espera no mermó los ánimos. La primera canción en sonar fue “No me hables de sufrir”, seguida de “Miéntele” y “Te vistes y te vas”; sin duda las melodías más “ardidas” de la noche.
Álvaro, el vocalista, aprovechó los últimos acordes de “Te vistes y te vas” para bailar; estaba realmente entregado a la euforia que sólo otorga la música. “Y no vuelvas más”, fue la sentencia que todos los asistentes corearon.
Mientras tanto, varias jovencitas declaraban su amor a Gonzalo, el bajista. Entonces Álvaro gritó, “se escuchan un poco flojos”, a lo que el público respondió con una avalancha de gritos y saltos.
Del disco Barrio Estación se desprendió “Una nube cuelga sobre mí”, una de las más coreadas de la noche y en la que resulta inevitable recordar a los títeres del programa chileno 31 Minutos, quienes protagonizan el video de este sencillo. 
“Gracias por venir. Estamos contentos de estar aquí en el DF”, dijo Álvaro, para después arrancar con “Las cosas que cambié y dejé por ti”, una de sus canciones más antiguas, ya que pertenece a su segundo álbum llamado Canción de lejos.
“Viva Chile”, gritaron un par de jóvenes, mientras que el quinteto sudamericano se preparaba para interpretar “Santiago de Chile”, original de Silvio Rodríguez, y la cual forma parte de su sexto disco, Música libre. “Hasta allí me siguió como una sombra”… cantaron las jóvenes gargantas. 
Después  vinieron “Nada más de mí”, “Tú” y “Nada nuevo bajo el Sol”. Para ese momento, los asistentes parecían presas de los vaivenes de la nostalgia y de los escombros de viejas historias de amor.
Las referencias al cantautor cubano continuaron con “Ángel para un final” y “El Necio”. “Será que la necedad parió conmigo”, se escuchó en todo el teatro. También interpretaron “Quién fuera”.
Para cuando fue el turno de Miño, el desborde musical era inminente y las peticiones de dos de sus más grandes éxitos no se hicieron esperar. El momento llegó. “Llueve sobre la ciudad” y “Ven aquí” se apoderaron de los cientos de voces que rodeaban el escenario.
 
Con este aparente final se despidieron, para regresar, pocos minutos después, con una poderosa versión de “Ahora que no estás”. Entonces, la música fue libre en medio de una madrugada de viernes que marcaba sus últimos acordes.