Uno de los lugares arbolados más conocidos y emblemáticos de la ciudad estará cerrado durante medio año por remodelación. Dicen que serán seis meses, pero conociéndolos ignoramos cuándo podremos volver a comprar un llavero con nuestra fotito. Nos da gustao que quieran mejorarla, pero la pregunta es ¿qué sucederá con todas las personas para las que la Alameda era como su segundo hogar?
Nosotros desglosamos el problema e imaginamos lo que sucedería con todos ellos.
Parejitas
La Alameda Central, junto con el Bosque de Chapultepec, es uno de los lugares preferidos de las parejitas, eligen ese lugar para “quedarse de ver” y, en algunos casos, para fajonearse. En este punto nos preguntamos si todos esos “amantes clandestino” no se sienten inseguros de que algún conocido llegue a verlos besuqueándose con alguien que no es ni su esposo, ni su novio, ni su peor es nada.
¿Qué pasará con ellos?
Ahora que se quedarán sin su lugar favorito, tal vez los que salgan ganones sean los hoteles de los alrededores del Centro Histórico. A nadie nos deberá extrañar que de pronto veamos largas filas esperando entrar a algún cuarto de hotel. Que además –dicen– son muy baratos.
Merolicos
¿En dónde se ubicarán ahora estos señores que se ponen a vender productos milagrosos y que, para lograr su objetivo, le piden al público –y paleros– hacer un enorme círculo alrededor suyo para presentarles las bondades de una planta llamada “Chupaflora” (el nombre cambia de acuerdo al merolico), capaz de curar el cáncer, el vih, la impotencia sexual, el estrés, amnesia, la pobreza, el hambre, la guerra, la peste y muchas otras cosas más? Así de grande nuestra pregunta, así de grande nuestra angustia.
¿Qué pasará con ellos?
Pueden pedir trabajo como gerentes o administradores en alguna empresa de productos milagro. También podrían juntarse y hacer una cooperativa. O en todo caso podrían tocar las puertas de algunos políticos y hacer propaganda callejera, total, decir mentiras se les da perfecto.
Los que se la pasan “echándola” en el pasto
Una de las imágenes clásicas de la Alameda es la de quienes están echando la hueva en el césped, aún a pesar de los anuncios de que está prohibido pisarlo. A quienes andamos por ese rumbo, sin importar si somos defeños o turistas, ya ni siquiera nos sorprende eso de ver a una persona recostada sobre el pasto cubriéndose la cabeza con un periódico o chamarra. Es casi ya una imagen de postal.
¿Qué pasará con ellos?
Podrían buscarse un trabajo como modelos de arte contemporáneo. Seguramente habrá pintores o escultores interesados en un modelo masculino que los ayude a plasmar una obra de arte que bien se podría llamar El Hombre y la Hueva.
Niños de la calle
Algunos ya no son tan niños ni son tan de la calle, incluso hay algunos que por día ganan más dinero que yo, tú, él, nosotros, ustedes y ellos juntos.
¿Qué pasará con ellos?
Aunque no somos autoridades ni nos corresponde, tristemente y sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que buscarán un nuevo lugar para pedir limosna, limpiar parabrisas, embarazarse antes de los 15 años o acostarse sobre vidrios. Aquí sí las autoridades deben de hacer algo para resolver este problema y ayudar a quienes no tienen estudios, no quieren más responsabilidades o no quieren regresar con sus familias, en caso de tenerla.
Ajedrecistas
En frente del Museo Mural Diego Rivera, a la izquierda de la Alameda Central, se encuentra la Plaza de la Solidaridad, mejor conocida como la Plaza del Ajedrecista. Éste lugar se ha vuelto un punto de reunión para quienes aman el “Deporte de los Reyes”, por ahí puede verse principalmente a personas de la tercera edad.
¿Qué pasará con ellos?
Una buena propuesta sería que contrataran a todos estos señores para dar clases en escuelas, así acabaría ese cliché de que es una práctica aburrida. Otro beneficio: los alumnos pondrían a trabajar su cerebro en su tiempo libre; en alguna de esas extrañas ocasiones en que su escuela no habra por estar en paro o porque sus maestros ya se fueron a alguna marcha.
Los músicos
En toda la Alameda se podían observar músicos de todas las edades que le entraban a diferentes estilos musicales, de música clásica a rock progresivo y viajadón que solamente ellos entendían. Los veíamos que tocaban por puro gusto, para ensayar y como una forma de ganar dinero.
¿Qué pasará con ellos?
Los dueños de bares o cafés de la zona debieron contratarlos. de la ciudad, dar clases del instrumento musical que practican, y si no les gusta nada de eso y de plano quieren volverse rockstar, pues se pueden inscribir a algún concurso o reality shows de esos que últimamente –y desgraciadamente– además de seguir existiendo, pareciera que nunca van a terminar. Quien sabe igual en una de esas de aquí surge la nueva banda Timbiriche o los nuevos Mana o mínimo un Coyoacán Joe, en cuyo caso seria algo así tipo Grove Joe.
Policía montada
Desde hace algunos años, la Alameda ha estado custodiada por policías que no andan caminando, ni en moto ni mucho menos en bicicleta, sino sobre las patas de sus fieles caballos. Aunque al principio muchos no lo quisieron aceptar, e incluso tomaron como una broma la intención de este programa de seguridad, la realidad es que la delincuencia en esta zona ha bajado desde que los caballitos pasean por todos sus rincones.
¿Qué pasará con ellos?
Muchos legisladores y políticos se quejan de que los caballos contaminan el ambiente con sus heces…, en lugar de estar atacando a los pobres equinos por hacer sus necesidades fisiológicas deberían preocuparse por toda la basura que genera su propaganda política. La popo de los caballitos sirve como abono, pero la basura electorera ¿para qué? Mientras se embellece la Alameda, los equinos podrían pasear por la ciudad y fungir como fabrica de abono para todas las plantas y jardineras y así demostrar que ellos también son eco friendlys.
Bailarines y bailadores
Este lugar, junto con la Plaza de la Ciudadela, es de los pocos que quedan en el DF para el esparcimiento de personas de la tercera edad. Es común ver bailando chachacha a señoras y señores de seis décadas en adelante.
¿Qué pasará con ellos?
Seguramente durante los meses que este parque esté fuera de circulación se la van a pasar bailando en su casa, y en una de esas hasta comienzan organizar pachangones con su cuates y agarran la fiesta cada fin de semana, lo cual estaría más que excelente porque para divertirse no hay limite de edad.