Abrir la llave y esperar, en vano, que algo caiga. Volver a casa con botellones de un galón o cubetas que apenas puedes cargar. Ver a tus hijos aprovechar las clases canceladas para formarse por horas frente a las tomas de agua esperando su turno para acarrear. Bloquear la calle, junto con tus vecinos, para denunciar las irregularidades del reparto. Los más afortunados llevan un motor de gasolina para bombear el agua y llenar tambos plásticos amarrados con mecates y arrastrados por triciclos. Esto es Iztapalapa.
Así han sido estas últimas dos semanas. Desde el 19 de septiembre, el movimiento de la tierra también agitó los ánimos de quienes intentan buscar unas gotas al abrir la llave del grifo. También están los que hacen fila en las garzas de suministro o en los tanques-cisterna instalados por autoridades federales y capitalinas y otros, los que no alcanzaron ficha, corretean pipas para desviarlas de su ruta y llevarlas a su calle a cambio de $5,000… o $2,000, si tienen suerte.
«El abuso de los piperos hizo que la gente se enojara, de por sí ya estamos hasta la madre por esta situación que no es nueva, pero esta vez se puso muy difícil. Las pipas llegaban custodiadas por policías porque la gente se las quiere llevar y hubo pleitos por vecinos que pedían el vehículo para llenar su cisterna y las otras casas se quedaban esperando», dice Humberto Mendoza, vecino de San Lorenzo.
Un problema histórico
En Iztapalapa la falta de agua se recrudeció. El sismo del 7 de septiembre fracturó las tuberías que surten la demarcación, pero el #19S fue el responsable de que todo colapsara.
Fallaron 68 pozos, se registraron 800 fugas de agua potable y los tanques La Caldera, Jaltepec y Cerro de la Estrella, que abastecen la delegación, dejaron de surtir. Durante nueve días, según cifras que la Comisión Nacional del Agua y el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) le dieron a Reforma, un millón 200 mil personas vivieron la sequía. Ahora, el gobierno capitalino estima que hay 350 mil personas que todavía padecen escasez absoluta, principalmente en Iztapalapa, pero también en Tláhuac y Xochimilco, y 5 pozos continúan colapsados.
De acuerdo con autoridades delegacionales, de las 293 colonias que conforman Iztapalapa, apenas 115 tienen agua y eso, a medias. «El bajo caudal enviado por el Sistema de Aguas de la CDMX no alcanza a surtir colonias completas», informan a través de su oficina de prensa.
Históricamente, Iztapalapa ha experimentado la escasez. Colonias enteras viven del tandeo, de chorros de agua que llegan, o muy de mañana o antes de dormir, para llenar tambos estacionados en patios, cocinas y baños. En esos lugares incluso hay tuberías que lucen secas luego de años, décadas, de no utilizarse.
La crisis actual tiene como foco la Sierra de Santa Catarina, con cerca de 500 mil habitantes. Ejército de Oriente, Ermita Zaragoza, Santa María Aztahuacán, Santa Marta Acatitla Sur, El Salado, La Concordia y alrededor de 100 colonias más también viven sin agua.
Aumentan los gastos
El acceso al agua y a la sanidad son derechos humanos establecidos por la Organización de Naciones Unidas (ONU), pero en Iztapalapa la ausencia de esos requisitos esenciales pone en riesgo la vida y la economía de quienes habitan en la demarcación.
Infecciones en la piel y estomacales son las consecuencias más comunes por la falta de higiene: «no tener agua significa no tener cómo asearte, cómo tener la casa limpia u objetos tan comunes como platos y vasos. Implica no tener dónde lavar frutas y verduras o de plano gastar más dinero para solventar a medias nuestras necesidades», dice Margarita Ortiz, vecina de Santa María Aztahuacán.
Vecinos de diferentes colonias señalaron que su gasto corriente ha aumentado hasta en 200 pesos diarios, pues vivir sin agua implica comprar garrafones o rellenarlos para lavar trastes, preparar alimentos e incluso para ducharse.
«Hay que cooperar para las pipas y yo, que no aguanto cargar, le he tenido que pagar a mis vecinos para que me ayuden a acarrear. Otro problema es que, por los daños que dejó el sismo, no fuimos a trabajar ni los niños a la escuela y al estar en casa necesitas usar el sanitario, lavarte las manos, comer. Mis hijos que están pequeños los baño con un garrafón, porque no quiero que se enfermen, todo eso es dinero no contemplado», cuenta Luz Cervantes, de la colonia El Rodeo.
Reciclar el agua de la ducha para el sanitario, mandar la ropa a la lavandería y dejar de lavar patios han sido alternativas de quienes viven con unos cuantos litros de agua al día y con la esperanza de que el suministro se regule.
Aunque en días pasados la Conagua anunció la reparación de la línea de conducción de los ramales Tláhuac y Mixquic-Santa Catarina y el cambio de 192 metros de tubería dañada, asegurando que eso restablecería el servicio, al menos 350 mil iztapalapenses siguen a la espera.
Por otra parte, Sacmex, Conagua y la Comisión de Aguas del Estado de México estiman que regularizar el servicio en todas las zonas afectadas podría tardar hasta tres meses.