Para participar en la marcha del orgullo LGBTI no es necesario ser lesbiana, gay, bisexual o trans. Los heterosexuales estuvieron en el recorrido y no sólo de mirones —esos “también son maricones”—.
No es la primera vez que los bugas marchan, pero ahora que las iglesias y los conservadores hablan a nombre de los heterosexuales, nos dimos a la tarea de buscarlos y preguntarles qué piensan.
Natalia tiene 12 años, iba acompañada de toda su familia y aunque pocos lo crean no es su primera vez. “Vine desde que tenía un año”, nos platicó.
A ella la marcha le parece divertida. “Todos somos iguales y no hay por qué discriminar a la gente que es diferente. Dos de mis tíos son gays y los quiero igual que a toda mi familia”, nos dijo.
Como Natalia hubo muchos niños más. Es el caso de Hugo, de cinco años. Su mamá, una heterosexual de 36 lo llevó por primera vez. “Para que mi hijo se dé cuenta que hay diversidad y existe todo tipo de amor”.
Sobre los que se oponen a la diversidad, señaló: “No los entiendo. Sólo hay un idioma que es de amor y respeto”.
Si de familia se trata está el caso de María de Lourdes, que acompañó a su hijo de 22 años y sus amigos a la marcha. “Venimos a apoyar la causa, a pedir derechos iguales”, nos dijo.
Tampoco fue su primera vez. “Cada año vengo desde Iztapalapa”, relató. Y sobre los que se oponen a la diversidad, apuntó: “Es gente ignorante que no tiene amor en el alma, porque si tuvieran buenos sentimientos, respetarían”.
También nos encontramos a Rebeca, una chilanga de 31 años que acompañó a su tío, que es gay. Aunque no es la única razón: “Tengo grandes amigos gays, siempre me han apoyado y yo tengo que apoyarlos también”.
Sobre la marcha, agregó: “Es increíble y estoy mega divertida”.
¿Muchas mujeres? También hubo hombres heterosexuales, como Ernesto, de 27 años, que fue acompañado de su novia. “Para mí es la primera vez, ella ya había venido. Quería que viniera a conocerla, porque hay buen ambiente y es una buena causa”.
Ernesto opinó que más bugas deberían lanzarse. “Hay mucha gente que no sabe y sólo discrimina”. Sobre lo que ha dicho la Iglesia, añadió: “Es una regresión al oscurantismo, literal. No deberían meterse, la vida es de cada persona y nadie tiene derecho a imponer creencias”.
Jorge, un hombre de 45 años, opinó igual. Fue con su esposa, pero no fue su primera vez. Ya han ido varios años a apoyarlos. “Tengo algunos familiares que también andan por aquí”. La marcha en general le pareció lenta, pues los contingentes no avanzaban rápido.
Si los parientes fueron una razón para marchar por el orgullo LGBTI, también los compañeros de trabajo. Está el caso de Nicolas Barea, un argentino heterosexual de 41 años, que formó parte del contingente gay de Unilever, pese a ser buga.
“Los derechos humanos tienen que ser defendidos y en la compañía necesitamos que los gays sientan que dentro pueden expresar todo lo que son”, nos dijo.
O Claudia, de 33, que fue con sus compañeros de trabajo a la marcha. “Uno de ellos es gay, venimos a apoyar, Nunca había venido”.
Sobre los que se oponen, nos dijo: “Pura mentir, eso no es cierto. Finalmente en cualquier religión hay gays y muchos. Mi compañero de trabajo es cristiano y es gay”.
Podríamos seguir hablándoles de todos los heteros que nos encontramos en la marcha, pero creo que ya se entendió el punto ¿no creen? La marcha 38 del orgullo LGBTI de la Ciudad de México no fue exclusiva para este sector, fue incluyente.