Chilango

Una cruz por todas las Marianas y Valerias del Estado de México

Foto: Verónica Chávez

Tres cruces rosadas esperan sobre la caja de carga de una camioneta. Mientras, en la esquina de Sor Juana Inés de la Cruz y avenida Chimalhuacán, un contingente, en su mayoría integrado por mujeres, se organiza para comenzar una marcha. Están en calles de Ciudad Nezahualcóyotl.

Pero no es por la reciente muerte de la niña Valeria, violada por un conductor de transporte público en ese municipio, sino por el aniversario luctuoso de Mariana Lima Buendía, otra mujer mexiquense que fue asesinada por su marido en 2010. En el Estado de México, los feminicidios son tan comunes que cada día del año podría estar dedicado a una madre, hermana, tía, prima, sobrina, amiga o vecina fallecida.

Entre cánticos de “Señor, señora, no sea indiferente. Se mata a las mujeres en la cara de la gente”, alrededor de 200 personas recorren cuatro de las avenidas principales hasta acercarse al Palacio Municipal.

Rodeadas de policías, las integrantes del movimiento son observadas desde ventanas, puertas y negocios por residentes de Neza que no se unen, pero que con seguridad saben cuál es el propósito de la marcha. Es inevitable que se forme un nudo en la garganta porque ante esas mismas miradas es que todos los días se engrosan las cifras de feminicidios en la entidad.

Foto: Verónica Chávez

Después de una hora de caminata, llegan frente al Palacio de gobierno y colocan tres cruces de casi cuatro metros dentro de unos tambos repletos de concreto. “Verdad”, “Justicia” y “Reparación del daño” son las palabras que están escritas. No son nombres, son reclamos que las madres dirigen a las autoridades para esclarecer los asesinatos de sus hijas.

Los papás de Valeria no están ahí, pero sí la madre de Mariana, Irinea, y la de Lesvy, Araceli, quienes levantaron estas tres cruces no solo en nombre de sus hijas, sino como un recordatorio de todas aquellas mujeres que han sido asesinadas en el Estado de México y que no han tenido la justicia que merecen.

Ahora la pregunta es, ¿cuántas cruces más se tendrán que “plantar” para que la violencia de género sea erradicada de nuestra sociedad?