Chilango

El vuelo perfecto

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Para muchos, viajar en avión es sinónimo de lujo y glamour. El cine nos ha acostumbrado a verlo como algo aspiracional: pilotos guapos, azafatas hermosas, y destinos exóticos. Todo eso mientras cumplimos, de cierta forma, el sueño de todo ser humano: poder volar. Sin embargo, la realidad es otra. Mientras esperamos una escena tipo Catch me if you can, lo que en realidad nos dan es un pesado momento de ojos rojos, cuerpo torcido y equipaje perdido. ¿Cómo sería un vuelo perfecto? Estos cambios ayudarían mucho.

No llegar con tanta anticipación al aeropuerto

Sí, entendemos que el tiempo es oro, y que más vale llegar temprano que perder el vuelo,pero, ¿no es suficiente con llegar una hora antes? Es muy rápido hacer el check-in y documentar el equipaje, por lo que llegar con tres horas de anticipación es muy odioso. Tener que levantarte a las 3 de la mañana, llegar a las 4 y volar hasta las 7 es un martirio. Si tan sólo las salas de espera fueran divertidas… lo que nos lleva al siguiente punto.

Mejores salas de espera

Ok, ya llegaste un millón de horas antes a tu vuelo, y necesitas perder el tiempo. ¿El Duty Free? Seamos realistas: todas las tienditas venden lo mismo, así que decir “¡Uy, qué rápido se pasará el tiempo!”… pues, la neta, no. Si eres uno de los afortunados que tienen acceso a alguna sala VIP, ya la hiciste. Pero a los simples mortales nos gustaría estar en salas de espera donde pudiéramos ver la tele, y viéndonos un poco exigentes, encontrar espacios para dormir un rato. Y no, apoderarnos de toda una fila de asientos no cuenta como un lugar decente para acostarnos. 

Chequeos de seguridad

Entendemos perfectamente la razón, y hasta lo agradecemos (nadie quiere morir en un atentado terrorista, queremos creer). El vuelo ideal sí incluye una revisión, pues no todo en la vida puede ser tan perfecto. Sin embargo, nosotros nos ahorraríamos los detalles extremistas como tener que quitarnos los zapatos. Si traes unas plataformas de esas que te hacen parecer frontman de banda de death metal o intento de Spice Girl, va. Pero cuando traes flip flops o Toms, o esa clase de zapatos ultra ligeros el asunto se vuelve un poco absurdo, y muy, muy molesto. También nos ahorraríamos los chequeos exhaustivos de maletas. Qué pena que la gente del aeropuerto y los demás pasajeros metiches se enteren de todas nuestras curiosidades, secretos y perversiones. Nos ha tocado ver cada cosa… 

Asientos cómodos

No sabemos quién diseñó los asientos de los aviones, pero seguro no pensó en las personas que somos “más pesadas que el promedio” y no cabemos en el pequeñísimo espacio que nos dan para sentarnos, no unos minutos, sino durante horas. ¿Qué queremos? ¡Asientos de primera clase para todos! Reclinables, amplios y con tele. Ah, y con el suficiente espacio entre asientos para que el que esté al lado no se caiga sobre ti si se queda dormido. Sabemos que es mucho pedir, pero ya saben lo que dicen: soñar no cuesta nada. 

Poder elegir a las personas que se sientan junto a nosotros

O te toca la familia de orientales gritones con playeras de “Acapulco Tour 2012”, o el individuo que se queda dormido y cuando menos te das cuenta ya está románticamente descansando sobre tu hombro. En el peor de los casos te sientan con un solitario compatriota que abusará de que por unas horas no podrás escaparte y te contará toda su vida, cuando tú lo único que quieres es dormir. O tal vez te pase lo contrario: tu muriendo porque el mundo sepa que es la primera vez que verás el mar, y tu vecino sólo pensando en lo maravilloso que sería que fueras mudo. Sería buenísimo que nos pudieran sentar con alguien que esté en el mismo mood que nosostros.  

Más opciones de comida

Si tu vuelo es largo, te espera una exquisita muestra culinaria en la que lo peor de la industria plástica y lo menos importante de la gastronomía se unen: alimentos que se ven como comida pero saben a plástico. Si tu viaje es corto, una mísera bolsita de cacahuates, cual elefantito de circo. Tomando esto en cuenta no sabemos qué es mejor, que te den esa raquítica botanita, o el súper menú poco comestible. ¿Y qué si eres alérgico o simplemente no te gusta lo que hay? ¿Te mueres de hambre en tu vuelo de ocho horas? Un buen vuelo es aquel en el que, si te van a dar plástico, al menos puedes elegir qué tipo quieres.  

No más esperar maletas

Si tu viaje es corto y tu maleta lo suficientemente pequeña como para poder llevarla como equipaje de mano, puedes saltarte este punto. Tomándonos la libertad de exigir mucho, sería padrísimo que llevaran nuestras maletas directo a nuestro  hotel o lugar destino. Así tendríamos una preocupación menos y podríamos salir más rápido del aeropuerto. Sabemos que, aunque no es nada del otro mundo sacar una maleta del carrusel, a veces se tardan siglos en llevarlas (sobre todo cuando le están dando mantenimiento a la pista). Es de esas pequeñas cosas que hacen que los aeropuertos sean horribles.  

Basta de preguntas tontas en migración

Típico en los vuelos internacionales: sales del avión con ojos de que no has dormido en mil años, peinado de que te acabas de levantar (“effortlessly cool”, le llaman algunos), y lo único que quieres es llegar a tu hotel y tomar una merecida siesta. Y, oh sorpresa, la tortura sigue. Llegas a migración y un oficial te bombardea con preguntas como: “¿Por qué motivos viene a [inserte aquí el país de su elección]?” Como si les fueras a contestar “Vengo a Disney a conocer a Mickey Mouse… y luego a bombardear la ciudad con sobres de anthrax y a destruir sus edificios más importantes “. Si realmente fueras terrorista, no serías tan tonto como para confesarlo tan fácil. Así que, ¿para qué preguntar, en primer lugar? El vuelo perfecto terminaría con el sello del pasaporte y saltándose estos cuestionarios innecesarios.