La colonia Hipódromo es uno de los primeros desarrollos urbanísticos de México en el siglo 20 y un ejemplo de diseño de ciudad a nivel mundial.
Una de sus innovaciones fue la construcción del parque General San Martín, nombrado así en honor al militar argentino que impulsó la independencia de Argentina, Chile y Perú. Si no te suena el nombre, es porque nadie lo llama así, sino que lo conocen mejor por su apodo: el Parque México.
Es probable que los chilangos lo hayan bautizado así debido al desconocimiento que tienen del personaje y que la calle que está alrededor es la Avenida México. La creación de este parque se debió a un concepto arquitectónico de avanzada que va más allá de ser un paraíso para perros o un escenario ideal para que las empresas organicen conciertos, exposiciones y otro tipo de activaciones.
El hipódromo
En octubre de 1910, se inauguró el Hipódromo de la Condesa, que era una moderna construcción que sustituiría al antiguo Hipódromo de Peralvillo, el cual funcionaba desde 1882 y que ya no le gustaba a las clases pudientes de la Ciudad de México porque estaba viejo y se encontraba en un lugar –digamos– “poco elegante”
En esos primeros años del siglo 20, el rumbo de la Condesa todavía era una zona poco poblada, lejos del ya viejo y saturado centro de la ciudad, por lo que prácticamente nadie vivía ni quería vivir por ahí, situación que cambiaría un par de décadas más adelante.
Unos meses después de la apertura del hipódromo, inició la Revolución Mexicana, lo cual provocó que ese inmueble se usara muy poco, además de que nunca terminó de ser del completo agrado de los admiradores de los deportes ecuestres.
Su pista, además de ser pisada por caballos, también vio pasar otro tipo de eventos, como desfiles militares, carreras de coches y hasta el aterrizaje de aviones que participaban en exhibiciones aéreas, todo con el fin de atraer público a estas subutilizadas instalaciones que poco a poco perdían atractivo mientras se iban deteriorando.
El fraccionamiento
Pero los que si encontraban un atractivo en el hipódromo eran los desarrolladores inmobiliarios que, para la década de los años 20, empezaron a plantear la idea de demolerlo con el fin de establecer ahí uno de los primeros fraccionamientos residenciales modernos de la Ciudad de México, la cual empezaba a crecer y a ver la llegada de una nueva clase media que buscaba nuevos lugares para vivir que no fueran las porfirianas casas de la Roma ni en el atascado Centro, a donde también era una bronca que llegaran los servicios como el agua o la electricidad.
Aunque los planes para demoler el hipódromo empezaron por ahí de 1921 —presionado también por unos impuestos que ya consideraban un gran valor en esos terrenos—, fue hasta 1924 cuando se cerró definitivamente, dando inicio a los trabajos de un nuevo y moderno fraccionamiento.
Ciudad Jardín
El diseño de la nueva colonia, que sería conocida como “Colonia Hipódromo de la Condesa”, corrió a cargo del arquitecto José Luis Cuevas —no lo confundan con el artista plástico—, quien se inspiró en una tendencia llamada “Ciudad Jardín”, creada por un urbanista inglés a principios del siglo 20 y que proponía desarrollos residenciales de clase media que estuvieran lejos del centro de la ciudad y rodeados de áreas verdes.
Ese modelo es el que se retoma en los clásicos “suburbios” de Estados Unidos y que en México tuvo una importante versión en Satélite, pero los lugares pioneros del entonces Distrito Federal fueron las Lomas de Chapultepec, cuya primera fase se llamaba “Chapultepec Heights” —es neta— y, precisamente, la Hipódromo.
El parque
Una concesión del Gobierno de la Ciudad obligaba a construir un gran parque en los terrenos del hipódromo cuando éste fuera cerrado, lo cual aprovechó Cuevas para crear el diseño de la nueva colonia… eso sí, tras una negociación previa para que el parque fuera más pequeño y así tener un poco más de espacio para construir viviendas.
El concepto de Ciudad Jardín establecía que la colonia debía tener al centro un parque, el cual es el actual Parque México, y las áreas verdes que la rodeaban se hicieron en el camellón de la que hoy es la Avenida Ámsterdam.
La mentira entorno a Ámsterdam
Los chilangos y, especialmente, condechis suelen decir que la calle Ámsterdam se construyó aprovechando la pista del hipódromo. Sin embargo, los registros de la época revelan que las vialidades actuales no siguen necesariamente el mismo trazado.
El Parque México, inaugurado oficialmente en 1927, se encuentra en el área que correspondía al centro del hipódromo, pero la Avenida México tampoco era la pista de carreras, como se suele creer.
El diseño de Cuevas contemplaba que el centro de la colonia Hipódromo sería el Parque México, mismo que estaría rodeado por un semióvalo, que es la Avenida México, el cual, a su vez, sería “abrazado” por otro óvalo más grande, que es la Avenida Ámsterdam.
Así, la mayoría de las casas de la colonia tendrían áreas verdes a la puerta, lo cual, además de cumplir con el estilo de “Ciudad Verde”, también ayudaba a que el valor de los terrenos fuera más alto que si se hubiera tomado la decisión de construir un parque en alguna de las esquinas del fraccionamiento.
Aunque es un hecho que coincide en algunos puntos, ni la Avenida Ámsterdam ni la Avenida México respetaron completamente el trazado original de la pista del hipódromo, la cual tampoco tenía mucha infraestructura y, en sus últimos años, se encontraba bastante deteriorada.
Sus límites
En sus orígenes, la Hipódromo, única colonia céntrica de la ciudad que no tenía un diseño rectangular, llegaba hasta lo que hoy es Nuevo León, Yucatán, Insurgentes y Baja California, es decir, solamente unas cuadras menos que sus límites actuales.
A veces se confunde con la colonia Hipódromo-Condesa y con la Condesa, pero la que se encuentra alrededor del Parque México es Hipódromo, así a secas.
Entonces, es por todo esto que existe el Parque México, el cual tiene también su propia –y muy interesante– historia.