Confesiones de una familia vegana chilanga
Esta familia vegana, integrada por cuatro personas, lleva 10 años sin comer nada de origen animal. Platicamos con ella para descubrir cómo viven.
Por: Nancy Martinez García
Muchos pensarían que es imposible resistirse al embriagante aroma de unos tacos al pastor o ante cualquier restaurante de cortes argentinos, cazuelas de chicharrón prensado o unos ricos tamales oaxaqueños.
Pero en esta ciudad existe mucha gente comprometida con el veganismo, como la familia Jiménez Gómez, quien no sólo evita comer productos de origen animal sino que además promueve esta forma de vida.
«Tenemos ya 10 años de veganos. Cuando nuestros hijos eran más pequeños, actualmente Samuel y Viviana tienen 12 y 17 años respectivamente, un amigo mío nos propuso ver en familia el video Si los mataderos tuvieran paredes de cristal, todos seríamos vegetarianos, donde sale Paul McCartney. Nos conmovió y nos sensibilizó muchísimo; nuestros hijos lloraron ante ello. Esto fue lo que nos hizo cambiar de mentalidad. Nosotros no somos veganos por salud, sino que lo hacemos por cuidar a los animales. El regalo de esto es la salud», nos contó Alberto.
Le preguntamos cuánto les había tomado la transición: «Nada. Al día siguiente ya estábamos comiendo productos veganos. Para nosotros ser veganos no es algo tan complejo ni tan complicado. Mucha gente piensa que hay que ir al doctor o que hay que quitar poco a poco la carne, pero esto no es así. También nos dijeron que Samuel no iba a desarrollarse bien y hoy es un niño saludable».
¿Cómo es el lunch diario o ir a una fiesta donde sólo hay comida preparada con productos de origen animal?
Samuel lleva su lunch y por esa parte no hay problema. Cuando vamos a una fiesta o una reunión ahí cambia la cosa. Tratamos de comer antes y si nos conocen, nos preparan algo especial. Lo malo es que mucha gente omnívora cree que lo que nos preparan son botanas y se lo terminan comiendo. Así que también nos ha pasado que nos quedamos con hambre. En una ocasión fuimos a unos XV años y nos prepararon un menú especial. Todos se nos quedaron viendo raro.
Malena, la madre de familia, nos contó el funcionamiento en la cocina. Ella y su esposo son los encargados de preparar, por lo que ambos buscan los alimentos que puedan sustituir los de origen animal en lugares naturistas. Compran sazonadores veganos, en vez del caldo de pollo, por ejemplo.
Descarta que ser vegano sea más caro. «Nosotros somos veganos, no ecologistas. Hay mucha diferencia, pues nosotros no necesitamos ir a un mercado de comida orgánica donde un manojo de espinacas cuesta 120 pesos. Somos veganos porque comemos productos que no son de origen animal».
Pero no siempre comen en casa. También salen a restaurantes. Lugares como Fresh Restaurante, Sana Integral, El Muégano son algunas opciones que tienen.
Sobre si les han mentido o engañado con algún platillo, aseguran que les ha pasado. «En una ocasión fuimos a Puebla y una señora nos sirvió de comer. Yo le insistía que la comida sabía a pollo y ella lo negó hasta que encontré un pellejo de gallina».
¿No extrañan los tacos de suadero o de pastor?
En lo absoluto. Podemos comerlos, sólo que con productos veganos. Saben exactamente igual.
La familia Jiménez Gómez también es activista, dan conferencias, participan en el bazar La Veganería, donde se puede conocer muchos de estos lugares que ofrecen alternativas. También dan consejos en su cuenta de Twitter. «Ahí compartimos recetas, productos y lugares donde puedan comprar productos veganos. Mucha gente nos contacta para conocer más al respecto y ahí les damos la información».