¿Sabías que detrás de la comida que se les ofrenda a los muertos en su día hay una historia? Si no, aquí te la decimos.
Calaveritas, azúcar, chocolate y amaranto
El posible origen de estos dulces se puede encontrar en los altares (de nombre Tzompantli) donde se mostraban las cabezas de las personas que eran sacrificadas a los dioses. También se cree que, al ser representaciones de cabezas descarnadas, éstas se relacionan con el dios Miclantecuhtli, al que se le representaba como un esqueleto con ojos brillantes (de ahí que a las de dulce se les coloque algo brillante o llamativo en los ojos). Con la llegada de los españoles, y al prohibirse este tipo de actos, los “ingredientes” fueron cambiando poco a poco por otros que no estuvieran prohibidos, como el amaranto, el chocolate y el azúcar.
Pozolli, mejor conocido como Pozole
El origen de este alimento, al igual que el del pan de muerto, ha puesto de cabeza a antropólogos e historiadores. En los diferentes estudios que hay sobre él, se dice que se preparaba prácticamente igual al de hoy. Pero, en lo que todavía no se ponen de acuerdo, es en el tipo de carne y en los momentos en que era consumido. Se especula que se usaba carne de Xoloitzcuintle o humana de prisioneros (aunque todavía está en debate aquello del canibalismo en nuestros ancestros). Otros investigadores creen que, por la naturaleza de la carne, el Pozolli se consumía en ocasiones especiales o que tenía que ver con el luto y la muerte.
Pan de muerto
La tradición del “Pan de Muerto” es tan antigua que no hay registros completamente seguros que indiquen la fecha exacta de su surgimiento. Los relatos más antiguos indican que, durante la época en la que se realizaban sacrificios humanos, los antiguos mexicanos elaboraban una especie de “pan” hecho con las semillas de amaranto (alimento sagrado) y lo mezclaban con la sangre de las personas que eran sacrificadas.
Después de la llegada de los españoles, de la prohibición de realizar sacrificios humanos y con el sincretismo religioso y el intercambio de alimentos como la harina, el “pan sagrado” poco a poco fue cambiando en su forma e ingredientes, hasta convertirse en lo que conocemos hoy. El pan representa al cuerpo, el círculo central un cráneo y los relieves, las cuatro extremidades.
Y aunque los panes de muerto con figuras de huesos humanos son clásicos (por no decir los únicos que conocemos), hay algunos pueblos en Guerrero, Oaxaca, Morelos y Puebla, en donde se hace con figuras de animales y plantas, como mariposas, perros y flores. En otros lugares se les pone azúcar roja como representación de la sangre.