Los pelirrojos chilangos también sufren burlas y discriminación
Los pelirrojos en la Ciudad de México sufren discriminación debido a prejuicios antiguos: que son malignos, que son bobos, que son de buena suerte.
Por: Dulce Ahumada
Es sábado, medio día y el sol quema. Poco a poco, uno a uno, ellos llegan hasta el Palacio de Bellas Artes, de ahí se enfilan hacia una cafetería cercana. Hoy son sólo cinco, aunque en total el grupo lo conforman alrededor de 30. Esta es su primera reunión del año. Adolescentes, niños, adultos, hombres y mujeres, todos son distintos excepto por algo: el rojo intenso que brota de su cabeza, su pelo es como una llamarada. Y es que, aunque parezca ridículo, en la Ciudad de México no sólo se hace bullying a los grupos indígenas o a las personas de piel morena: al menos una vez al mes, un grupo de pelirrojos se reúne en el Centro Histórico de la ciudad para hablar de las constantes molestias que padecen.
Ser pelirrojo es aprender a jamás pasar inadvertido. Ximena Loman, por ejemplo, con apenas 20 años, rostro redondo y salpicado de pecas color marrón; cuenta que a lo largo de su vida ha contabilizado alrededor de 20 apodos: «Canela», «Chetos», «Cabeza de cerillo», «Roja», «Cabeza de zanahoria» o «Hija de satán».
Sentir un pellizco en la calle o ver a otros pellizcarse frente a ella es algo que se ha convertido en costumbre; los más educados preguntan: «¿Te puedo pellizcar?».
«Piensan que es de buena suerte», dice con fastidio.
Causas: no es sólo el color del pelo
Popularmente se suele ubicar a las personas pelirrojas en lugares como Escocia, Irlanda o Marruecos. Y si bien Thomas Jefferson, el tercer presidente de Estados Unidos, lucía una cabellera abundante y rojiza, se piensa que Ramsés II, el faraón más importante del Antiguo Egipto, también era pelirrojo, según los pocos cabellos que se han preservado de su cadáver momificado. Existen también evidencias de personas pelirrojas en la América precolombina.
Y si en ciertos contextos ser pelirrojo puede ser un privilegio, en otros puede ser motivo de escarnio: mientras Lindsay Lohan Stone es considerada una de las mujeres más bellas de Hollywood, Vincent Van Gogh siempre consideró que su aspecto era horrible.
En los 90 fue descubierto el gen que causa esta condición: los pelirrojos presentan variantes en la región MC1R del cromosoma-16, el color del pelo determinado por la melanina. De acuerdo con el laboratorio de genética Alpha Biolaboratory Inc., existen cinco colores bases de rojo: castaño, rojizo, cobre, tiziano, rubio fresa y jengibre.
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Estas características genéticas hacen que ser pelirrojo sea algo más que lucir un tono de pelo vistoso. Cuando un pelirrojo acude al dentista, por ejemplo, necesitará una dosis 20% más alta de anestesia, pues su metabolismo asimila de distintas formas algunos medicamentos.
«En una ocasión me iban a operar, el médico me advirtió que mi cuerpo segregaba una sustancia, por eso tenía mis características físicas, y necesitaba mayor anestesia, que corría el riesgo de que, si se pasaba, mi corazón podía dejar de latir o podía despertar en medio de la operación», cuenta Gamaliel, alto y de abundante barba de candado que hace juego con su cabellera.
No es lo único. Un pelirrojo tolera mucho menos los climas extremos. Así mismo, un estudio realizado en Agosto de 2017 por la International Anesthesia Research Society reveló que los pelirrojos son más propensos a presentar hematomas más visibles de lo normal después de un golpe; sin embargo, no sé sabe la causa exacta de esta situación.
A los blancos también los discriminan
Según una publicación de El País, de los 112 millones de habitantes que hay en México, solo 9% son blancos y, de acuerdo con Conapred, 20% de los mexicanos no está de acuerdo con su color de piel, por ser morenos (esto con datos de 2013).
Aunque existen pelirrojos de piel morena y piel oscura, lo cierto es que la mayoría son de piel blanca. Pese a ello, muchos dicen sentirse discriminados por sus características físicas: «Puedo decir que toda mi vida de escuela fue de violencia y burlas por mi apariencia», recuerda Moisés López, otro de los pelirrojos que se reunieron esta tarde en el Centro Histórico.
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Ser pelirrojo es cargar un estigma poco común. Risas y miradas curiosas acompañarán su pasos. Y hay quien los considera gratuitamente personas malignas o, de plano, tontas, bobas.
«Hace como siete meses estaba en la Central del Norte, un par de monjas me vieron, se frenaron y me dieron la vuelta, caminé hacia ellas y se echaron a correr», cuenta Ximena.
Asistir al colegio puede resultar una tortura; el bullying habitual y la exclusión pueden agravarse cuando la víctima es, además, pelirrojo. Moisés lo padeció, «iba en la secundaria, estábamos en un segundo piso y me cargaron entre varios para hacerme cunita, uno de mis agresores tropezó y si no me agarro del barandal, hubiese caído de un segundo piso». Ese fue el peor momento de su acoso.
Gamaliel, además de tener el pelo rojo, padecía sobrepeso y es zurdo. Esas tres razones fueron suficientes para ser el blanco de una acoso constante: en muchas ocasiones se vio involucrado en peleas y rencillas que le valieron pasar buena parte de la escuela separado del resto, señalado como un niño con problemas de conducta.
Es delicado hablar de racismo contra los pelirrojos. Aunque ciertamente sufren discriminación en distintos ámbitos de la vida pública y cotidiana, nunca ha existido una teoría científica o un sistema religioso o político que asegure que los pelirrojos sean menos capaces o tengan menos derechos que los demás. Sin embargo, cuando eres la única cabeza roja en un mundo donde predominan las oscuras, lo único que deseas es ser incluido, no ser distinto. «Odiaba con todo mi ser tener el cabello rojo», confiesa Gamaliel Díaz.
Bullying a los pelirrojos
No se sabe exactamente cuántos pelirrojos existen en el mundo. Hay quien estima que no superan el 2% de la población total, pero las estimaciones son dudosas. De cualquier forma, son una minoría. Raquel Contreras, por ejemplo, supo el peso de ser diferente desde la primaria, cuando uno de los vigilantes del castillo de Chapultepec no la dejó entrar sin pagar: «no me creyeron que era mexicana, hasta que llegó mi papá con mi acta de nacimiento me permitieron ingresar».
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Wendy Loza, de 32 años, dice nunca haber sufrido de algún tipo de violencia; su color de pelo la ayudó para ser líder en su época escolar, «ahora que lo pienso, yo fui de las acosadoras, tal vez porque siempre fui gordita y nada dejada», recuerda.
Actualmente, Wendy administra un grupo de Facebook que se hace llamar Pelirrojos México, con él busca a otros pelirrojos que compartan sus vivencias. «Hace siete años empezamos, he conocido todo tipo de historias, como la de un chico que tuvo que pintar su pelo de negro para poder entrar a trabajar en una aerolínea, porque decían que llamaba mucho la atención con el pelo rojo», dice.