Doble arcoíris:
Este hombre camina en medio de la naturaleza y –de repente– se encuentra a un arcoíris, enseguida encuentra otro más y el sentimiento lo vuelve loco; es claro que lo que siente no es normal. Empieza a llorar ante tanta belleza. Suponemos que ese omelet que comió no tenía champiñones que no pasaron por control de calidad.
Abuelita raver:
Como si fuera pasando por ahí, esta abuelita se integra al grupo de chavos que bailan electrónica en una plaza pública. Y parece que le fascina, nos encanta todo el ritmo que tiene y las ganas con las que baila. ¿Quién no quisiera tener una abuelita así? Somos sus fans.
El líder:
Sus movimientos parecen los de una persona recibiendo electroshocks; además, todo el mundo ríe sin saber que él se volverá el líder del festival. Después, muchas personas empiezan a integrarse a su fiesta: ¡quieren disfrutar con él de la música! Su seguridad atrae a todo el festival como imán y todos lo aclaman como el fiestero número uno. Seguramente esa cerveza que bebió traía algo raro.
El calambres:
Parece que le están dando toques eléctricos en las plantas de los pies. Este hombre, entre setentéro robótico y bailarina de ballet, mueve su robusto cuerpo como si estuviera en un rave de psyco. Lo más chistoso es que las personas bailan muy tranquilas porque la música no es tan prendida. ¿Será que pisó unas tunas?
Me hice pipí, pero no importa:
Este compadre está tan contento que no le importa haberse hecho pipí. Él baila con singular alegría, arroja abrazos al mundo y abre la boca de lo impresionado que está con lo que está viviendo. Tal vez algún amigo le jugó una broma y le dio a probar algo que no eran caramelos. ¡Qué risa, parece loquito!
No le atinó:
¿En qué planeta está este chavo para acertar en su chancla? Está genial ver cómo se esfuerza por encontrar el meollo del asunto y –de plano– no lograrlo. Menos mal que no se rompió los dientes en su “misión imposible”. ¿En qué lugar está su mente? Nosotros creemos que la mezcla de ron, tequila, cerveza y muchas horas de sol lo llevó a perder el piso por completo.
El hombre más borracho de la historia:
Si creíste haber estado muy ebrio alguna vez, piénsalo dos veces: jamás llegaste a estar en este estado de desgracia, ni con los moraditos que te tomabas cuando ibas a las tardeadas. Es evidente que este señor bebió durante días para llegar a estar así, y como si no fuera suficiente: va a la tienda por más. Chequen la aventura que pasa para lograrlo.