Todos los días, los chilangos vemos, escuchamos y padecemos el Metro, pero ya son pocos quienes recuerdan los orígenes de este medio de transporte que, en sus inicios, pintaba como una gran solución de movilidad para la ciudad.
Así que aquí te recordamos algunos datos básicos del Metro que seguro te servirán para comentar con alguien más, o simplemente para ir meditando mientras viajas en él, ya sea cómoda o incómodamente.
¿Por qué es naranja?
En los 60, y varios años después, el color oficial del Departamento del Distrito Federal (como se denominaba entonces al gobierno local) era naranja, una tonalidad muy usada en esa década en carteles, ropa, decoración y otros objetos.
Pero el color del Metro no se debe a nada de eso, al menos de inicio. Resulta que el fabricante francés de los trenes los creaba naranjas para que cada cliente lo pintara como le gustara, y pues en la Ciudad de México les gustó ese color y así lo dejaron.
Actualmente no todos los trenes son del mismo color, pero durante años todos tuvieron el tono característico por el que fue apodado por algunas personas como “el gusano naranja”.
El logo no es solamente una ‘M’
El famoso logotipo del Metro fue creado por el estadounidense Lance Wyman y, de hecho, fue el primer elemento de la iconografía del Sistema de Transporte Colectivo que se dio a conocer.
Aunque tiene forma de la “M”, de la palabra “Metro”, su significado va más allá de lo que se puede apreciar a primera vista.
La primera fase del Metro de la Ciudad de México contemplaba la construcción de tres líneas (la rosa, la azul y la verde), las cuales están representadas en las tres barras verticales del logotipo. Así mismo, la línea que las cubre y que hace una curva en la esquina superior derecha es, en realidad, un tren circulando.
Con esto, ahora ya podrás ver el logo del Metro un poco más a profundidad… o como en la Matrix, pues.
Por qué hay logos para cada estación
A finales de los años 60, cuando se empezó a planear el Metro, el país tenía altos índices de analfabetismo, y en la Ciudad de México era un problema especialmente grave porque todavía había mucha gente que acababa de llegar del campo (gran parte de los pioneros chilangos del siglo 20 eran gente de campo), por lo que no sabía leer ni escribir.
Entonces se decidió crear un paquete gráfico en el que toda la señalítica de las instalaciones fuera fácil de entender, además de que cada estación contaría con un logotipo que representara algo referente a su nombre o algún símbolo de un sitio cercano (además de que era una tendencia en el diseño a nivel mundial representar palabras, nombres o lugares con imágenes), con el fin de crear identidad entre los que vivían cerca de las estaciones.
Así, por ejemplo, el Metro División del Norte tiene a Pancho Villa montando a caballo (sí, el que está arriba del caballito es Villa, porque él encabezaba la División del Norte en la Revolución), Popotla tiene al Árbol de la Noche Triste –que se localiza a unos metros de ahí– y Allende tiene el perfil de este prócer de la Patria.
¿Por qué se llama Metro?
Desde la segunda mitad del siglo 19, con el crecimiento de las grandes ciudades, aumentó la carencia de espacio y la necesidad de transportación, por lo que fue necesario idear nuevas formas de movilidad.
Debido a ello, en Londres se creó un ferrocarril subterráneo llamado “Metropolitan Line” en 1863, por lo que a ese concepto se le empezó a llamar “tren metropolitano”, debido a que circulaba en la ciudad.
Pero el nombre de “Metro” surgió hasta inicios del siglo 20, cuando este medio de transporte llegó a París, Francia. Años después, la gente empezó a llamarle simplemente “metro” al Chemin de Fer Metrópolitain (“Ferrocarril Metropolitano”).
En la Ciudad de México, el origen del Metro es, precisamente, francés, por lo que se adoptó ese nombre y no, por ejemplo, “subterráneo” como en Estados Unidos.
El origen del ‘tururú’
Los primeros trenes franceses que llegaron al Metro de la Ciudad de México estaban equipados de fábrica con un sonido que se activaba desde la cabina para avisar que estaban por llegar a una estación o previo a que el conductor diera alguna indicación a través de los altavoces.
Ese sonido es el “tururú” que todavía algunos trenes hacen sonar de vez en cuando y que ya pasa prácticamente inadvertido por los pasajeros, pero en la década de los 70 era algo así como un símbolo de identidad para los chilangos.
Así, la expresión “tururú” era usada por muchos capitalinos para saludar, despedirse o simplemente como muletilla. Tan es así que el cómico Luis de Alba (al mismo al que le debemos la palabra “pirrurris” y la popularidad del término “naco”) incluyó esa frase en un famoso personaje llamado “Juan Camaney”, el cual representaba a un capitalino “de barrio” y que apareció en varias películas y programas de televisión.
¿Recuerdas algún otro dato interesante del Metro?