La chica silicón:
Su cuerpo escultural no es producto de las horas de ejercicio, sino de las horas de quirófano en las que ha invertido. Viste lycra y es feíta de cara, pero de cuerpo es espectacular. Sus “brothers” del gimnasio son los ponchados tipo fanáticos de Dj Tiesto. Es impresionante cómo hacen pesas con tremendas uñas postizas.
El geek:
Es como si un chico de la serie “The Big Bang Theory” estuviera haciendo ejercicio al lado de ti… Ya sabes: ese look piel-lechosa (por las largas horas que pasa encerrado frente a su computadora) y piernas muy delgaditas. Su rutina de ejercicios consiste en cosas que no requieren de mucho esfuerzo, de preferencia bicicleta fija para que pueda checar su iPhone mientras se “ejercita”.
El chaparrito ponchado:
Este individuo es como un gremlin molesto, siempre está en el gimnasio, pareciera que vive ahí. Es íntimo de los entrenadores y se esfuerza realmente por ponerse ponchado. Es llevadito con las niñas y cuando quiere colgarse de la barra siempre le pide ayuda a alguien más (si es que el banquito está ocupado).
Los edecanes argentinos:
Siempre van acompañados, jamás ves a uno solo. Son muy guapos y llaman la atención por ser “los güeros” del gimnasio. Jamás consultan a un entrenador, ellos ya saben su rutina. Todas las chicas que se dejan deslumbrar por su pelo rubio suspiran por ellos; las que no, los consideran adornos del lugar. No socializan.
El “no me sé mi talla”:
Debe tener algún problema de percepción porque su cuerpo es gigante y su ropa es diminuta, los esteroides lo tienen completamente desproporcionado. Cada vez que se agacha a realizar un ejercicio, a través de su lycra se logran ver muchos detalles de su anatomía (yuck). Lleva puesta una cangurera que no se quita nunca. Le gusta ir en contra de las reglas deportivas: es de los que hacen la elíptica para atrás.
Los ex físicoculturistas:
Ya no son ni la sombra de lo que eran, pero precisamente eso es lo que les obsesiona: volver a ser como Schwarzenegger. Su piel siempre luce bronceada (tipo Palazuelos), la mirada coqueta la aplican con todas y se miran al espejo alzando una ceja. No sabemos por qué, pero parecen de plastilina.
La parejita ridícula:
No faltan los novios que se inscriben juntos al gimnasio, hay desde los muy ridículos, hasta los muy fríos. El colmo son los que visten similar (se nota que fueron juntos al outlet deportivo a comprar sus “uniformes”), hacen la misma rutina, van juntos de aparato en aparato y se besan estando sudados. ¡Qué insoportable!.
La hippie freak:
No tiene ni la menor idea de qué está haciendo ahí. Sabe que hacer ejercicio es sano y por eso lo hace, pero mientras lleva a cabo su rutina está completamente ida, pensando en monchear. Se viste con ropa de playa: el típico pantalón de tiro largo, largo. Saluda como maestro zen, con la manos juntas y haciendo reverencia.
La chica antro:
Para ella no existe diferencia alguna entre el look de noche y el look deportivo, su teoría es: “entre más, mejor”. Usan arracadas largas, sombras de colores fuertes, labial rojo y valerina, hasta perfume se ponen para lucir espectaculares en la caminadora. El pelo lo traen planchado y lacio, son tipo Ana Barbara.
El narcisista:
El espejo es su mejor amigo, le gusta observarse y ver la evolución de sus músculos segundo a segundo. Su rutina consiste en una repetición de pesas por una alzada de playera en el espejo. Lo más patético del asunto es que ni cuadros tiene, es sólo un ñango queriendo ser Sansón.
El gordito flojo:
Es como si fueran clones; todos los de esta especie son idénticos: ropas holgadas (marca con letreros), tenis no profesionales para correr (por lo general Converse), huelen a humedad y tienen cara de flojera. Van al gimnasio porque sus papás los metieron; para ellos es una obligación, así que si pueden se hacen tontos y pierden el tiempo.
La señora deportista:
Está tan buena y tan en forma que deprime a todas las chavitas de 15 y 20 años que a su edad no tienen ni la mitad de su cuerpo. Se ve saludable y sonriente, es tan encantadora que te la vives viéndola y analizándola. Si te toca en el sauna con ella, prefieres quedarte envuelta en la toalla para no sentirte mal ante tanta perfección.
El chico suplementos:
El volumen de su cuerpo le ha costado miles de pesos. Todos los días toma 20 suplementos alimenticios y pastillas gigantes. Cuando está en el gimnasio toma malteadas mientras carga un exceso de peso en todos los aparatos. Le gusta pujar cuando jala las poleas, y sus rutinas duran entre tres y cuatro horas.