Hay personas a las que aparentemente educaron los lobos. Es decir, que a la hora de mostrar su civilidad –en lugar de hacerlo– disfrutan sacando su lado cavernicolita.
¿Cómo? Haciendo lo que enumeramos aquí…
Escupir al estornudar o toser
Es un básico. Cubrirse la boca al hacerlo, queremos decir. Olvídense de aquella crisis biológica en la que nos encontramos por un tal virus H1N1, bájense tantito y piensen en la saliva de alguien más cayendo en nuestra pielecita. No suena padre tener ASÍ DE ESA MANERA la humedad de otra persona sobre uno.
Te despiertas y te vas
Hay quienes no se preocupan por las personas con las que se cruzan en la calle. Hay quienes no están conscientes de que amanecen con la cara hinchada, los ojos verdes de legañas, la saliva formando un caminito hacia el cuello, el rostro todo marcado por la almohada. Debería existir la policía de la higiene facial.
Hablar de frente sin haberse cepillado los dientes
De verdad, todos hemos pasado por esto. Y supongan que no es que no se cepillen los dientes tres veces al día, pero luego ocurre que los microbios aprovechan para armar su pachanga nada más porque uno tiene su boquita cerrada durante un rato. Pensemos en el prójimo.
Gases en el transporte público
¿Cómo les explicamos? El transporte público debería ser un lugar de convivencia, donde todos se sonrieran, intercambiaran el “buenos días, buenas tardes” y experimentaran un bonito inicio de jornada laboral y un maravilloso regreso a los respectivos hogares… Pero no. En el Ecobus hay caras largas, empujones, olor de torta de milanesa y flatulencias. Mientras, el chofer ha clausurado todas las ventanas y no hay modo de respirar. Y así, todos los días.
Bye, bye, zapatito blanco, zapatito azul
¿Han visto a esas personas que llegan al trabajo y se quitan los zapatos? Lo mismo cuando se instalan en su butaca de cine o se suben a un auto ajeno. Si no usan talquito ni zapatos de piel, absténganse. Mejor absténganse siempre.
Parada técnica vs jabón en las manitas
¿No lo pueden creer? Seee, sí lo creen. No se hagan. Lo han visto. Lo han hecho. No sean cochinos. Cuando vean que alguien más lo hace, cuéntenle a quien más confianza le tengan. A partir de ahora sepan que no es saludable eso de andar dando la mano.
Escarbarse la nariz
A nadie nos gusta ver cómo alguien me mete con singular alegría el meñique en la nariz. Sabemos que el cuerpo humano tiene vida propia y cuando menos te lo imaginas ya tienes una diminuta secreción instaladísima en tus fosas nasales. Sí, es molesta y odiaríamos que alguien –además de nosotros– la notara. Por eso, mejor, vete a lo oscurito y haz lo que tengas qué hacer.
¿En dónde el concurso de eructos?
Para todo hay un tiempo y un lugar, señoras y señores. Las chicas pueden hacerlo cuando estén compitiendo entre ellas para ver quién es la reina y señora de los eructos, después de haberle entrado a unas buenas caguamas, obviamente. Ellos, lo mismo. Ya, en serio, ¿a ustedes les gusta cuando un camión les avienta en la cara el humo de su tubo de escape? ¡Nel! Esto es casi tan malo como escupir en la calle.
Usar desodorante
¿Neta tenemos que pedirles que lo hagan? Sí. Y que, además, traigan uno con ustedes, a donde quiera que vayan. No, nadie queremos que nos de cáncer, pero tampoco está bien atacar a los demás “con ese súper poder”. No sean hippies.
Cuida tus miraditas lujuriosas
Ah, las chicas y sus hermosos cuerpos. Ah, los chicos y sus hermosos traseros. ¿Qué hace uno si le pasa por enfrente una escultura griega de esos volúmenes? Pues aguantarse, ¿no? Pst, echar una miradita no le hace daño a nadie, pero eso de babear mientras lo hace no habla bien de ustedes. Pregúntenle al que va con ustedes a ver qué dice.