Valió la pena la espera de veinte años para ver nuevamente a Ewan McGregor, Jonny Lee Miller, Ewen Bremner y Robert Carlyle como Renton, Sick boy, Spud y Begbie, juntos en un reencuentro que le hace justicia a todos los personajes, incluso a los que ya no forman parte propiamente de esta entrega.

La historia comienza así: Renton regresa a casa, Spud aún es adicto, Simon (antes “Sick boy”) se dedica a la extorsión con la ayuda de su “novia” Veronika (a cargo de Anjela Nedyalkova, quien dota de sangre nueva al reparto) y Begbie está en prisión planeando escapar. Una vez más se presenta una oportunidad en la amistad y la traición son los ejes principales, como en los viejos tiempos.

John Hodge retomó su cargo e hizo un excelente trabajo al adaptar la novela de Irvine Welsh a un contexto en el que el elenco, a su edad, funcionara. El guionista conservó a los personajes en el mismo plano, donde el tiempo no los ha convertido en la mejor versión de ellos mismos y siguen a la deriva, sin tener en sus manos las riendas de su vida, pero igual siguen adelante. El único que logra apropiarse de las memorias para darles un sentido es Spud, mientras que el resto alcanzan momentos de luz que los reivindican, especialmente Begbie.

Hay dos grandes estallidos de genialidad en esta entrega: uno es la capacidad para burlarse de sí misma al mostrar cómo la nostalgia no permite disfrutar el pasado a la distancia, sino que conduce a una necedad por intentar revivirlo y mantenerlo vivo en el presente. El otro es la crítica a nuestros tiempos mediante el discurso bien actualizado de “choose life”, el cual pone el dedo sobre la llaga de la superficialidad de las redes sociales.

Danny Boyle se mantuvo fiel al montaje tan característico de su trabajo previo y recupera fragmentos de éste, sin sobreexplotar el recurso, para mostrar los recuerdos y reforzar la identidad de este mundo tan particular. La música no llega al nivel del soundtrack anterior pero tampoco intenta estarlo, fuera de esto se encuentran presentes los elementos necesarios para hacer de ésta una secuela más que digna de Trainspotting.