Dos inútiles en patrulla
Cuando veasesta película, te vas a sentir como un niño de 10 años que aún cree en SantaClaus.
Y de prontodescubre la verdad: una gran decepción, un engaño monumental.
Es que noes justo que Kevin Smith, ese regordete y geek director de culto pop, que nosha regalado joyitas indie como Clerks, Mallrats o Chasing Amy, haya aceptado este proyecto, que lo único quetiene "su toque" son las referencias al béisbol, los cómics o sus diálogoscargados de índoles sexuales. Porque el resto de la cinta, es una broma a sucarrera: Dos inútiles en patrulla no es una película de acción, ni tampoco unacomedia; sino un homenaje muy mal logrado a todas las obras de antaño acerca deparejas de policías. Mejor conocidas como bud movies.
Losprotagonistas (Willis y Morgan) son una versión un poco más divertida que losde ArmaMortal, pero menos espectaculares que Unapareja explosiva. Son simplemente dos actores que usan sus virtudes de unaforma escueta, para darle sentido al a una trama que no tiene ni pies, nicabeza. Por ejemplo, Willis, utiliza su pasado de héroe de acción parajustificar su gallardía contra unos mafiosos mexicanos; por su parte, Morgan ysus gesticulaciones, dan el comic relief que sustenta buena parte de estacinta. Y lo aclaro: la película es divertida. Divertida si tienes menos de 25 años,conoces términos como footjob, gang bang o Dirty Sánchez, y sobretodo si estásdispuesto a matar tus nueronas con un film dominguero.
Porque KevinSmith antes de ser un director, es un cinéfilo y conoce sus puntos débiles, por eso no se preocupa por filmar grandes secuencias de acción (porqueno lo sabe hacer, es como decirle a Michael Bay que filme una película silente), o de tener una historia coherente (el guión ni siquiera essuyo). De hecho, parece que la historia se la escribieron los hermanos Almada: estospolicías se enfrentan a la mafia mexicana, la cual habla con acentoportorriqueño y vive en una casa Infonavit de Iztapalapa -aunque la historia sedesarrolla en Nueva York-, por una tarjeta de béisbol que vale miles de dólares.
Ven, se losdije... absurda. Lo único que le importa al director, es que el público seentretenga con gags patrocinados por Morgan, o con un puñado de personajessecundarios que se roban la cinta: Sean William Scott, como un ladrón verborreicoy con un conocimiento tan exagerado de términos sexuales, que parece ser laWikipedia del porno; así como un niño ladrón de autos que es hilarante. Ojalápudiera decir lo mismo de Ana de la Reguera, quien es desangelada, no habla eninglés, y sólo tiene la función de ser el atracitivo visual, como si su papel consistieraen parecer la hermana menor de Penélope Cruz.
Y comoniños que nos enteramos de LA VERDAD sobre Santa y los Reyes, lo único que nosqueda es la nostalgia. Así habrá que recordar la filmografía de Kevin Smith (Cuyotwitter es @thatkevinsmith, síguelo, es bastante divertido y si hablas con él de deportes ocómics, te contesta), sin estos dos inútiles en patrulla.