La posesión de Altair
La posesión de Altair es lo que sucede en 1974, en la que un conjunto de grabaciones revelan el trágico destino de una pareja de recién casados.
Por: Oswaldo Betancourt Lozano
La escena del cine de terror en la industria nacional alguna vez fue nutrida, después vino una época de ausencia y ya llevamos un rato con nuevas películas intentando retomar el camino, en gran medida a cargo de remakes y por otra parte con propuestas que no terminan de ser lo suficientemente convincentes. Probablemente el máximo exponente en este campo es Kilómetro 31 y díganme ustedes qué tanto los asustó… Pero ahora hablemos de La posesión de Altair.
Víctor Dryere está debutando en las grandes ligas con un guion de su autoría: una propuesta inusual, pero no del todo original. El título habla por sí mismo: La posesión de Altair sigue a una pareja mexicana que en 1974 comienza a filmar momentos de su vida con una cámara de ocho milímetros, cuando llegan a su nuevo hogar y comienzan a suceder eventos paranormales.
Ya se han hecho en el país películas de found footage, como Archivo 253, y el recurso ya no es novedoso después del desgaste que ha hecho Actividad Paranormal. Es loable el esfuerzo técnico de la ópera prima de Dryere por recurrir a este formato que sin duda le da la atmósfera propicia a la cinta para tratar de provocar -sin lograrlo- un par de sustos, porque las situaciones están dispuestas en diversos momentos, pero no son bien aprovechadas, se llega a ellas de golpe, sin dar la oportunidad de despertar paulatinamente esa sensación de intriga que lleva a sentir miedo, o, por el contrario, se cortan de golpe y la emoción queda interrumpida.
Más allá de un par de efectos visuales convincentes, es difícil rescatarla, pues el final despoja a la película de su género, por lo que pasa a ser de un largometraje de horror a una cinta de ciencia ficción, con lo que se pierde el sentido.