Le pese a quien le pese, la ópera prima de Eugenio Derbez, No se aceptan devoluciones, logró emular la popularidad de series televisivas que protagonizó anteriormente, como La familia P-Luche. El señor conoce la fórmula y prueba de esto es su nuevo largometraje, Cómo ser un latin lover, el cual, sin haber sido escrito ni dirigido por él -aunque sí producido- se siente como consecuencia natural del éxito desmedido de No se aceptan devoluciones; esto porque ambas tienen más de un elemento en común. Así queda claro que, por el momento, Derbez no pretende cambiar ni alejarse de su material probado.
Tal y como No se aceptan devoluciones, Cómo ser un latin lover es una mezcla entre la comedia -la más simple y vulgar- y el drama, que en lugar de explorar a fondo los conflictos de los personajes, sólo busca chantajear al público con una lección moralina. Risas y luego lagrimas es lo que Derbez desea provocar, además de conectar con los paisanos que viven en Estados Unidos.
Indudablemente Cómo ser un latin lover es una cinta calculada, pensada para un par de mercados. Otra vez Derbez la hace de un inmigrante mexicano y la historia se desarrolla en territorio americano. Se nota, eso sí, que hubo un mayor presupuesto porque los cameos pasaron de “Sammy” y Jesús Ochoa a Michael Cera y el mismísimo “Weird Al” Yankovic, todos ellos notoriamente interesados en sus respectivos cheques y nada más. Nos queda, entonces, lo mismo de siempre: un Derbez haciéndose el gracioso e interactuando con un niño, otro hecho que nos remite a No se aceptan devoluciones.
El personaje de Derbez, Máximo, es un gigoló experimentado que enfrenta una especie de crisis de mediana edad, la cual se intensifica cuando se queda sin su “sugar mama” y tiene que irse a vivir con su hermana menor (Salma Hayek como el soporte moral de la familia) y su pequeño sobrino (Raphael Alejandro). Mientras intenta regresar a su cómoda vida de gigoló, Máximo se descubrirá como un hombre egoísta que está dispuesto a usar para su beneficio a quienes lo ayudaron en sus momentos difíciles. Así queda todo listo para atestiguar la obvia redención del protagonista.
Cómo ser un latin lover podrá mostrar a Derbez en traje de baño o haciéndole un striptease a Kristen Bell (otra actriz que seguramente tiene deudas por doquier), incluso hacer gags de personas inválidas (la escuela del peor Adam Sandler presente) y jugar un poco con las convenciones del “latin lover” que están ligadas al machismo; pero al final pesa más su lado sensiblero, incluida una voz en off que lee un mensaje de amor para asegurarnos que todo está bien. ¡Ya ni No se aceptan devoluciones fue tan cursi!