¿Por qué un beso de Ludwika Paleta y Gael García generó tanto tabú? Te explicamos
La telenovela El abuelo y yo, en 1992, mostró uno de los primeros besos infantiles en la televisión abierta mexicana.
Por: Eduardo Gutiérrez Segura
En 1992, tras el éxito del melodrama “Carrusel” llegaría una nueva historia infantil, que sería la precursora de un subgénero que le daría gran éxito a quienes participaron en sus elencos, como Ludwika Paleta, Gael García, Diego Luna, Danna Paola, Diego Boneta, Alejandro Speitzer, Belinda y Vadhir Derbez, entre otros.
Las vivencias de la maestra ‘Ximena’ (Gabriela Rivero), ‘María Joaquina’ (Paleta) y el resto de lxs niñxs alcanzaron los corazones de la audiencia y trazaron el camino para que el 20 de enero de 1992, Gael tuviera su única experiencia en el universo del melodrama, al lado de su ‘Charolastra’, Luna, y de Ludwika en “El abuelo y yo”.
¿Por qué generó polémica El abuelo y yo?
En los 90, la televisora de San Ángel descubrió el potencial que tenía realizar producciones que estuvieran enfocadas a niñas y niños, por lo que abrió un área especial para el desarrollo de contenido, siendo Pedro Damián uno de los primeros convocados, tras lo que hizo Valentín Pimstein con “Carrusel”.
Damián eligió una historia que conjugó la inocencia del primer amor, el respeto a los adultos mayores con su enseñanzas y valores; las diferencias sociales (un contexto muy recurrente en el melodrama), pero se atrevió a ir a más, cuando puso en pantalla el primer beso en los labios de un par de adolescentes, García y Paleta, ambos de 14 años.
La polémica se suscitó más bien porque en la historia y físicamente Gael y Ludwika parecían muy niñxs, por lo que tener en el capítulo 9 de la trama, en una franja de las 17:00 horas, un beso en la boca entre dos chiquillxs provocó la incomodidad de la Generación X y toda la expectativa de los Millennials.
Fue el propio García quien le dio una explicación al fenómeno que suscitó en aquel momento su “kiko” con Paleta. “No se veían besos entre niños. Generó un escándalo, pero más por la anticipación de aquello, la idea, porque una vez que todo mundo lo vio dijo: ‘No era para tanto’”, compartió.
La reflexión de Gael de esa escena, que duró 20 segundos en total, mientras él y su coprotagonista tenían unidos sus labios y una cámara daba vueltas a su alrededor, se debió a los tabús, que siguen existiendo —nadie puede olvidar la expectativa que generó que en televisión abierta una pareja homosexual también se besara ¡en 2019!—.
“Pasa con los tabúes, sobre todo con los anquilosados y que todavía hay varios rondando de forma muy fuerte”, expresó García, para quien incluso como actor, en la parte más profesional, el realizar esta secuencia no le significó algo que fuera trascendental; “de niño me acuerdo de que sentía esa certeza de que no era para tanto”, abundó.
Una experiencia transformadora
En el plano de lo personal, para Gael sí fue una experiencia transformadora ya que, confesó, en ese momento tenía sentimientos por Paleta. “Yo estaba enamorado de la Ludwika (sic), ¿cómo no estarlo? Ese (el besarla) fue un gran aliciente para ser actor”, aceptó García con una sonrisa.
En la década de los 90 el productor Pedro Damián dejó en claro que para lograr esta escena y una segunda en la que Gael besa a Ludwika para despertarla, mientras de fondo suena el pas de deux del ‘Príncipe’ y el ‘Hada del azúcar’ de “El cascanueces”, en un afán de no perder la inocencia de la situación, todo se cuidó al máximo.
En entrevistas posteriores a la grabación, incluso hubo posibilidad de que García le externara su amor a Paleta y que ella bromeara de todo el asunto al compartir que ese momento: “¡Me chocó… puras babas!”. Lo que dejó en claro que la producción y los actores lo tomaron como una parte justificada y bien desarrollada para la trama.
La verdad retratada sin azúcar
Si bien en el desarrollo de la historia los sueños, la imaginación, el respeto a la figura del adulto mayor —con el personaje del abuelo que interpretó Jorge Martínez de Hoyos—, tienen una parte importante, también tuvo su espacio protagónico el retrato de dos realidades paralelas en los roles, que se mantienen hasta hoy.
Mientras ella es una niña que tiene todas las comodidades gracias a sus papás, él es huérfano, obligado a dejar su casa tras un desalojo y con el único “apoyo” con el que cuenta es el de su fiel mascota, el perrito ‘Anselmo’, que acompañó a lxs niñxs en sus aventuras.
El final de este melodrama distó del típico en el que todos terminan felices, ‘Daniel’ y ‘Alejandra’ intercambian regalos para despedirse porque comprenden que su edad y condición los separan. Pero el momento más conmovedor es escuchar al ‘abuelo’ expresar lo que significa el amor.
“Un instante”, le responde a su nieto mientras se alejan caminando para seguir buscando la vida, en la que enfrentaron durante el resto de los capítulos el desprecio de otros personajes en mejor situación, pero también la magia de la niñez que todo lo perdona y olvida al amparo de la amistad.
Los mensajes que Damián hizo llegar a la Generación Y de no negar las diferencias obvias entre las oportunidades de desarrollo que tiene una niña en una clase privilegiada, a las de un niño sin recursos, y que al final ese abismo no se puede atravesar, todo a raíz del beso de sus protagonistas juveniles, es de gran alcance hasta hoy.
En 2005, a falta de demanda, las historias infantiles le dieron paso a las de los jóvenes, y con la apertura Centennial, un beso se queda corto ante las vivencias que hoy los personajes, más en el streaming, enfrentan en lo cotidiano. Al final, esos contenidos nos siguen forjando como una sociedad cada vez más plural y menos asustadiza.
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