La animación ha dejado de ser un género exclusivo para niños. En los últimos años, películas animadas han demostrado su capacidad para conmover, sorprender y dejar una profunda huella en las audiencias de todas las edades. Un claro ejemplo fue Mi amigo robot, de Pablo Berger, que el año pasado cautivó al mundo entero con su sensibilidad y maestría, ganándose un lugar especial en los corazones mexicanos.
Ahora, la película Flow, dirigida por el reconocido cineasta Gints Zilbalodis (Away, 2019), busca repetir esta hazaña con una entrañable historia que combina emociones, belleza y reflexión.
¿De qué trata Flow?
En Flow, el protagonista es un gato negro que se enfrenta a un mundo sumergido tras una inundación insólita. A través de su mirada y sin necesidad de diálogos, la película nos lleva por paisajes impactantes y una narrativa cargada de gestos y música, en la que el felino debe aprender a sobrevivir.
En su viaje, se une a un ave, un capibara, un lémur y un perro, formando una inesperada comunidad para enfrentar los retos de un nuevo mundo acuático. La cinta prescinde del antropomorfismo común en otras películas de animación, apostando por un enfoque más auténtico y sensorial que conecta profundamente con el espectador.
Flow: una obra premiada y con futuro prometedor
Flow ya recibió el reconocimiento como Mejor Largometraje Internacional de Animación en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara 2024; y promete seguir acumulando premios en los próximos meses, con rumores apuntando incluso a una posible nominación al Oscar.
Entrevista con Gints Zilbalodis: el alma detrás de Flow
En entrevista, el director letón Gints Zilbalodis compartió su visión sobre Flow y los desafíos que enfrentó al crear una película animada que se aleja de los convencionalismos del género.
“Quise explorar un punto de vista diferente en la animación, más cercano a la mirada de los animales que a la de los humanos”, explicó a Chilango.
Para Zilbalodis, la ausencia de seres humanos en la narrativa fue una decisión estética y emocional que define el carácter único de la película. La historia, protagonizada por un gato negro que navega un mundo inundado, permite al espectador adentrarse en una visión distinta:
“Todo en la película está diseñado para descolocar al espectador y hacer que vea el mundo desde una perspectiva nueva. Esto incluye el uso de planos bajos y encuadres que replican el punto de vista del gato.”
Flow también prescinde del diálogo, en lugar de palabras, la carga dramática recae en la música, que precisamente Zilbalodis trabajó junto al compositor Rihards Zalupe para crear una banda sonora que guía las emociones de la audiencia. Y el sonido ambiental diseñado para sumergir al espectador en el mundo del gato, desde el susurro del agua hasta el crujir de las estructuras invadidas por la naturaleza.
“Me permití usar las otras herramientas del cine, como la música, la iluminación, la edición y los efectos de sonido, de una manera mucho más expresiva. Fue emocionante emplear todos estos elementos para crear la experiencia de lo que sería, en realidad, embarcarse en esta loca aventura como un gato. Mi objetivo es hacer que el espectador sienta que está dentro de la cabeza de este gato, que se convierta en él durante la película.”
Con Flow, Zilbalodis demuestra que la animación puede ser un medio profundamente artístico y desafiante, capaz de ofrecer experiencias únicas tanto visual como emocionalmente.
“No quería que la película tuviera un mensaje moral obvio, como en las fábulas clásicas. La intención era conectar con la audiencia a través de la estética y la emoción, permitiéndoles interpretar la historia desde su propia perspectiva.”