Por qué Bohemian rhapsody no le hace justicia a nuestro Freddie
La película Bohemian rhapsody promete que la vida de Freddie Mercury fue más extraordinaria que su música, pero nos quedó a deber.
Por: Irasema Pineda
El eslogan de la película Bohemian rhapsody promete: «lo único más extraordinario que su música, fue la vida de Freddie Mercury», pero la verdad es que nos quedó a deber.
Seas o no superfán de Queen, para todos es un hecho que el músico era un absoluto genio, no solo poseedor de un talento vocal fuera de serie, sino también vanguardista e innovador como pocos; del otro lado de la moneda, es pública su vida de excesos, que la cinta de Bryan Singer (The usual suspects, X-men) toca apenas superficialmente y he ahí su principal problema.
Desde los tráileres que emocionaron a todos y elevaron las expectativas al cielo, sabíamos que podíamos esperar una buena interpretación de Rami Malek, quien repite a la perfección los movimientos del músico y en simples miradas expresa el extravío, la soledad y las inseguridades de Mercury; su actuación –aunque no deja de sentirse como una imitación– y el probado talento narrativo del cineasta son los fuertes de la película.
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Lo que no nos gustó de la película Bohemian rhapsody
Restos de cocaína y un billete enrollado sobre la mesa, Freddie mirando indeciso la puerta del baño de hombres que acababa de ser cruzada por otro caballero que le echó una mirada sugestiva, y el amante de la noche anterior dormido (en calzones) sobre el sofá son algunos de los escasos elementos que la película se permite para retratar la vida personal del músico.
Incluso al abordar el tema del sida (enfermedad que le causó la muerte –pulmonía agravada de por medio– en 1991), la película es excesivamente cuidadosa: apenas un leve sangrado en el pañuelo que usa para taparse al toser, problemas para cantar previos al mítico concierto de “Live Aid”. Se nota que los exintegrantes de Queen estuvieron en cada detalle de la película para cuidar la imagen de quien fue su vocalista.
La prensa dio cuenta del cambio de director y protagonista ya iniciado el rodaje, y el resultado en pantalla es la biografía más segura que se podía contar: el rápido ascenso a la fama, el proceso creativo detrás de los principales éxitos, los conciertos abarrotados y el público eufórico entregándose a un show man que seducía a todos.
Hubiera sido muy interesante que abundara más sobre su infancia y su relación familiar, sobre los claroscuros que debió enfrentar por su homosexualidad en plena década de los 80, o en la aparente soledad privada que distaba mucho de la enorme popularidad de que gozó arriba del escenario.
El único villano real: Paul Prenter, su representante durante varios años y nada de ahí en fuera; Queen tenía algunos desacuerdos creativos, pero nada más para reportar, ¿de verdad? Además, May, Taylor y Deacon eran esposos y padres de familia ejemplares, que se iban de las fiestas justo cuando empezaban a salirse de control… ???
Emocionante, eso sí, la reproducción casi idéntica del concierto “Live Aid” al final de la película Bohemian rhapsody, aunque dicen quienes vieron el original que la asombrosa digitalización de la multitud enloquecida no se acerca ni tantito a lo que se vivió en Wembley el 13 de julio de 1985.
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