Los Adioses es un brillante retrato de la vida amorosa de Rosario Castellanos bajo la dirección de Natalia Beristáin y la interpretación de Karina Gidi y Daniel Giménez Cacho.
¿Qué tal está Los Adioses?
Los primeros minutos pesan. El guion se siente petulante y los personajes, insufribles, del tipo que suelta verborreas con tal de impresionar –o aparentar. No sabes bien qué verás pero imaginas una monografía más de Rosario Castellanos, “una de las escritoras mexicanas más importantes del siglo XX”, descripción de Wikipedia.
Luego la confusión se disipa, poco a poco. Te encuentras con menos frases artificiosas y más palabras disparadas desde la entraña de una mujer furiosa. Ahí está. Emerge, en una narrativa no lineal, el retrato de un icono feminista latinoamericano con acento en la vulnerabilidad. No te encuentras a la figura mítica sino al ser humano, a la mujer multidimensional, caótica, contradictoria, feroz y fascinante.
La misma Rosario poderosa que se levantó en armas contra el patriarcado en los 50 –y nos abrió camino– es la misma enamorada que se entregó, “abierta, ofrecida a las visitaciones”, a su marido infiel, agresivo, mezquino, un macho by the book.
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La vida en pareja, la plenitud personal, la presión cultural y social… todo junto y revuelto. Eso es lo que Natalia Beristáin explora. “Quería un perfil en grises –cuenta–, no una biopic sino la historia de un amor complicado a través de ella, como figura con claroscuros, con grietas, con errores”, una escritora y poeta y ensayista y diplomática y académica y madre y amante con la que tú o yo nos identificamos. Ni víctima ni victimaria.
El vestuario, de Ana Terrazas, es delicioso de ver en un escenario de época –por algo está nominado a un Ariel. Sin embargo, la fotografía de Daniela Ludlow –otra nominación para otra mujer chingona– tiene una mirada actual, ligera. Eso, junto al tema tan vigente como en 1950, logra traernos la historia a hoy.
El estupendo trabajo actoral de Karina Gidi es el remate de esta película que rompe con la idea de las personas impecables y que, queriendo y no, suma un poquito a esa lucha feminista a la que Rosario tanto se aferró.
Lánzate a verla en cines comerciales y en la Cineteca.
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