Racismo, sexismo, hip hop y conciencia: 29 años de El Príncipe del Rap
El 10 de septiembre de 1990 se estrenó el primer capítulo de El Príncipe del Rap, una serie llena de hurmo, comentarios políticos y justicia social
Por: Fernando García Lazo
“Y esta es la historia, pongan atención/ de cómo mi vida se transformó…”, si te sabes el resto de este rap/openning, entonces muy seguramente conoces El Príncipe del Rap, una sitcom que hoy cumple 29 años de existencia.
Estrenado el 10 de septiembre de 1990 por la cadena NCB, El Príncipe del Rap cuenta la historia de Will (un debutante Will Smith), quien fue enviado por su madre desde Filadelfia hasta Bel-Air (California) a vivir con su tía, para evitar que siguiera metiéndose en problemas en la calle y tuviera la oportunidad de recibir una buena educación. Ahí, Will, un chico demasiado relajado y gracioso, se topa con la estirada familia Banks, encabezada por su tío, el abogado Philip Banks, su tía, la profesora de literatura Vivian Banks, y sus tres primos: Hillary, Carlton y Ashley.
Cabe mencionar que este contraste entre el carisma de barrio de Will y el estilo de vida lujoso de sus familiares, sustentaba gran parte de la trama.
Las problemáticas sociales a través de El Príncipe del Rap
Esta serie, sin embargo, marcó una época debido a que en su desarrollo narrativo también abordaba problemáticas sociales de un modo serio, aunque con la suficiente ligereza para hacerlo accesible al público. Racismo, clasismo, derechos civiles, conciencia afro y sexismo eran los tópicos que detonaban los no pocos comentarios políticos de parte de los personajes.
Esto en realidad no sorprende, si tomamos en cuenta que es una serie profundamente ligada a la cultura hip hop, movimiento artístico que en aquellos años atravesaba por una de sus mejores épocas: la denominada Época de Oro.
Will Smith, de hecho, había iniciado su carrera años antes como parte de dúo de rap Fresh Prince and DJ Jazzy Jeff (quien en la serie representaba a Jazz, el amigo despistado que siempre era arrojado a la calle por el tío Phil).
De esta manera, Will representaba esa forma de ser desenfadada, extrovertida y hasta cierto punto escandalosa que era el propio hip hop en aquellos años: ropa holgada y llamativa, accesorios y parafernalia tradicional africana, habilidades para improvisar rap y una exquisita selección de sneakers que Will portaba orgulloso en cada episodio.
Sin embargo, más allá de la mera apariencia y personalidad carismática, el personaje de Will representaba cierta inocencia e ingenuidad respecto a las causas que él mismo decía representar. Es decir, pese a sus buenas intenciones, Will a veces pecaba de naive (era un adolescente, a fin de cuentas) y era en esos momentos que sus tíos entraban en escena para acotar y enseñar a su sobrino a cuestionarse a sí mismo sobre la seriedad que estos asuntos requería.
Esto, a su vez, era una preciosa metáfora de cómo las luchas por los derechos civiles de organizaciones de los años 60 y 70 (ejem, ejem, el Partido de las Panteras Negras) de alguna manera guiaban a la precoz generación hip hop a entender su papel como catalizador del cambio social.
Mujeres y feminismo en El Príncipe del Rap
En una lectura demasiado superficial, la serie podía ser criticada por reducir a las mujeres a un mero objeto de conquista para el personaje de Will, quien continuamente intenta avances con casi cada una de las chicas que llegan a aparecer en la trama.
Sin embargo, yendo hacia un nivel más profundo, nos encontramos que en El Príncipe del Rap abundan referentes y situaciones en que las mujeres toman el control, son contestatarias y desafían abiertamente el status quo masculino. El mayor ejemplo de esto es el personaje de la tía Vivian que fue interpretada en sus primeras tres temporadas por la actriz Janet Louis Hubert.
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La tía Vivian representaba a una mujer negra, autosuficiente, determinada y sumamente fuerte, quien sabía ser graciosa y cariñosa con su familia, al mismo tiempo que no se callaba ante las injusticias ni tampoco estaba dispuesta a someterse a la opinión masculina.
En varios episodios, por ejemplo, la tía Vivian le da lecciones a Will sobre respeto a la mujer, mientras que orienta a su hija menor sobre cuestiones sexuales y confronta a su esposo sobre sus decisiones, manteniendo el temple y presentando razones y argumentos antes que censurando. Asimismo, en otra ocasión, ella misma se decide a demostrar que su edad no le impide ser una espectacular bailarina ante un corillo de chicas que la subestima.
Esta figura de la mujer negra y su fortaleza también se puede ver en la relación de Vivian con sus tres hermanas (la madre de Will incluida): un grupo de mujeres que, a pesar de sus diferentes personalidades y opiniones, se mantiene unido y se apoya incondicionalmente dando una temprana lección sobre la sororidad y la importancia de cultivar vínculos personales con la familia.
Conciencia, racismo y política en El Príncipe del Rap
Desde el primer capítulo de la serie, esta aborda la brecha generacional existente entre Will y el tío Phil a través de su confrontación: mientras que Will disfruta siendo escandalizando y ejerciendo su libertad, el tío trata de acotarlo y señalarle que existen reglas en su casa que debe seguir; hacia el final del episodio, ambos discuten y Will le recrimina que no lo acepta como es porque él le recuerda lo que solía ser y de donde viene, a lo que el tío Phil contesta de la siguiente manera:
La mención a Malcolm X no es menor, ya que es una de las figuras fundamentales de la historia moderna afroamericana y la lucha por los derechos civiles. Además, es precisamente en este momento donde se retrata la tensión entre dos generaciones de lucha social: la que habla desde la cautela que da la experiencia y la que pretende un cambio a través de la radicalidad.
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Esta confrontación permea a lo largo de la trama. En otro momento, Marge, una amiga del tío Phil y la tía Vivian, pasa a visitarlos. Marge se revela como una activista social (en realidad, una fugitiva del FBI) que no teme “hacer lo necesario” para apoyar a sus causas y su personalidad atrae irremediablemente a Will, quien comulga con sus ideas y métodos y está dispuesto a seguirla en su viaje.
Esta decisión, por supuesto, no es del agrado de sus tíos, quienes hablan con Marge, pero esta les reclama por haber abandonado las causas por las que luchaban en su juventud. Ante esto, el tío Phil le responde severamente enumerando las veces que estuvo a su lado en marchas y protestas violentas, pero que ahora decide luchar desde la trinchera legal y que eso no lo hace menos comprometido que ella con la causa.
Al final de ese episodio y a pesar de la confrontación con Marge (quien acaba huyendo con rumbo desconocido), el tío Phil y la tía Vivian niegan saber de su paradero cuando un agente del FBI los cuestiona, probando así que, pese a las diferencias con su amiga, ellos no están dispuestos a vender a uno de los suyos.
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Así pues, sin dejar de lado el humor la serie es prolífica en momentos y comentarios políticos sobre racialidad, género y justicia social. Valga recordar (y para no extendernos mucho más) el capítulo en que Will se enamora con una chica con sobrepeso aunque teme admitirlo, así como otro donde un policía detiene a Willy Carlton asumiendo que han robado un auto por ser afroamericanos, o el famoso episodio en que su padre que lo abandonó regresa tan solo para decepcionarlo una vez más, detonado un emotivo momento con el tío Phil.
En definitiva, a casi tres décadas de su estreno, El Príncipe del Rap merece una revisión (o al menos sus primeras cuatro temporadas) a la luz de los acontecimientos y discusiones actuales sobre estos temas, quizá para darnos cuenta lo poco o mucho que se ha progresado desde entonces.