Ya nos aventamos los tres episodios de la nueva temporada de Black Mirror 5, y la verdad estamos algo decepcionados (hablamos desde el fanatismo) ya que honestamente, teníamos la vara alta, gracias a la mente creativa de Charlie Brooker, e historias como “San Junípero”, “The National Anthem” o “The Waldo Moment”.
Black Mirror 5 no logra sorprender
La temporada 5 de Black Mirror arranca con “Striking Vipers”, que conjuga los elementos establecidos en episodios previos —San Junípero— y la tecnología como instrumento para sentir “cada vez más y mejor”. No somos malvados y les vamos a spoilear nada, resulta interesante la construcción de las relaciones humanas, la sexualidad y esa frágil barrera de la masculinidad en la heteronorma, en este episodio.
A pesar de que la historia se siente lenta, y tiene grandes guiños a los videojuegos de combate como Tekken o Street Fighter, el uso de VR en la historia queda escueto y opacado por los momentos de pasión que los “avatar” en realidad virtual desbordan. Nunca terminamos de entender la relación entre Danny y Karl, que más allá de la monotonía y sus emociones confusas, en la trama, nunca logramos llegar a una resolución final.
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Por su parte “Smithereens” tampoco logra cumplir las expectativas puestas en la serie. El segundo episodio puede salvarse por la actuación de Andrew Scott, la hora y tantos que dura el capítulo dos de Black Mirror 5 está llena de emociones, tensión y redención.
Si bien la trama, en esta entrega, se separa de la tecnología y solo la utiliza como contexto todo el drama se desarrolla por el uso excesivo de la tecnología, y lo inmersos que estamos en la pantalla. Charlie (Scott) es un conductor de app (al estilo Uber) que carga con una culpa terrible, misma que es detonada por un descuido al utilizar —pensamos— una red social.
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La historia concluye de manera súbita y la tensión que teje Scott durante todo el episodio no logra hacerlo, ni de cerca memorable, lo que vimos bien podría ser un episodio en alguna serie de acción, que una buena entrega en la distopía creada por Brooker.
Y para finalizar el desastre: Miley Cyrus. La tercera entrega de Black Mirror 5 cierra la temporada con lo que bien podría ser un analogía al declive de varias popstars, en la década pasada. A nuestra mente vienen Britney, Lindsay e incluso la misma Miley protagonista de “Rachel, Jack y Ashley Too”. Este episodio incluye referencias a los asistentes virtuales, Hatsune Miku, y sí mucha de la actual industria musical.
La construcción y declive de una estrella prefabricada es el eje narrativo del capítulo, quizá lo relevante es cómo señala abiertamente el daño psicológico y la presión social que la fama produce en los adolescentes, aderezado por sus familiares chupasangre.
Nuevamente somos testigos de guiños al mundo de San Junípero, el episodio incluye dos subtramas que nunca detonan: los problemas de Ashely O, las adolescentes que la salvan y el padre de estas, que hasta hoy, no entendemos qué hacía ahí. Miley lo hace bien a nivel histrión, sí, pero ni eso logra salvar… quizás el menos acertado de los tres nuevos capítulos en Black Mirror 5.
Esperamos que la siguiente entrega de esta historia que parece suceder en los próximos cinco minutos de la historia de la humanidad, no decepcione.