Por: Omar Morales @OmarInMorales
Humanos malditos por la insatisfacción que con nada aplacamos los deseos (pretendo que esta frase sea descripción y no juicio moral, pero si fracaso al menos puedo decirles que fue la primera idea que brincó a mi cabeza con las declaraciones de esta mujer). Lana Del Rey es guapa, famosa, millonaria y a sus 28 años le gustaría estar muerta (algún requisito habrá incumplido para que le impidieran la entrada al club negro de los 27, ése de Cobain, Winehouse, Hendrix…). En entrevista con un diario británico la señorita Del Rey admitió sin pudor que este asunto de vivir le resulta cansado y aburrido, que por ella se ahorraba el esfuerzo, I wish I was dead already, literal. Pero si nos basamos en su progreso musical, ojalá esta bella pelirroja nos dure unos añitos más.
Lana Del Rey – Shades Of Cool (Official Music Video) from Music on Vimeo.
Lana Del Rey es un invento, es la construcción de una estrella pop que fácilmente provoca admiración, indignación o envidia. Su verdadero nombre es Elizabeth Grant y su padre se encargó de financiar el primer tramo de su carrera (es hija del dueño de Grant Enterprises, un consorcio que maneja alrededor de ocho mil sitios de internet). En 2010 grabó un primer Lp que fue retirado del mercado digital al poco tiempo de salir a la venta con el argumento de que su debut podía ser mucho mejor, pero musicalmente se equivocaron.
El segundo intento se llamó Born to die y resultó un disco de composiciones ordinarias, monótono y en exceso melodramático, sobreproducido y pretencioso, aburrido y desechable. Pero la extraordinaria campaña mediática y el constante buzz de críticos y periodistas ayudaron a que se vendieran poco más de siete millones de copias a nivel global.
Pero algo pasó de 2012 para acá que transformó la sensibilidad musical de Lana Del Rey. Born to die es un disco de texturas e intenciones poco creíbles, con tufo a remake hollywoodense de película alemana con Nicolas Page interpretando a un ángel invisible (eso que los críticos estadounidenses califican tan atinadamente como cheesy). De hecho en algún punto entre Born to die y Ultraviolence, Del Rey declaró que se retiraría del oficio de hacer discos, que había tenido suficiente y había dicho todo. Pero se arrepintió y nos ha callado la boca a muchos con su nuevo disco.
Para decirlo fácil: a la pelirroja de Born to die no le creo nada y estoy enamorado de la de Ultraviolence, a la primera la desprecio y a la segunda la respeto. Elizabeth Grant supo darle mejor forma a su álter ego, ignoro si su hartazgo, decadencia y fatalismo sean reales, pero al menos ahora son verosímiles.
Veo dos motivos para esta transformación, el primero que Grant potenció sus habilidades como intérprete y compositora, el segundo que conoció a Dan Auerbach. El Black Key se ha convertido en un habilidoso y codiciado productor por sus capacidades tímbricas, Dan ha patentado su sonido y su intervención mejora las melodías ajenas. Para finales de 2013 Ultraviolence era un disco casi terminado, pero Del Rey y Auerbach coincidieron, agendaron un par de días de grabación y al final pasaron dos semanas en el estudio de Dan reconstruyendo la mayor parte de álbum.
Las letras de Ultraviolence son una oda a la codependencia y la autodestrucción que Auerbach musicalizó con destreza y coherencia. Es un disco oscuro, lento y pesado, con muchos elementos blues, dramático y depresivo. La versión estándar tiene 11 canciones de las cuales 8 fueron producidas por Dan y son sin duda las más interesantes del disco (la versión de lujo tiene 15 y se vuelve un plomo). Una vez más la señorita Del Rey tuvo problemas de edición y terminó con un disco demasiado largo, pero con una sonoridad y armonías mucho más expansivas y provocadoras que cualquiera de sus trabajos anteriores.
Mis favoritas de Ultraviolence: Cruel world, Shades of cool y West Coast.