Sol Invictus
Por: Redacción
Por: Omar Morales @OmarInMorales
¿Qué sería del mundo sin el rock and roll? Piénsenlo, creo que lo que ha aportado este género musical a la humanidad es mucho más relevante en lo simbólico que en lo artístico. El rock importa por lo que significa, por lo que ha provocado y no tanto por sus cualidades estéticas.
Atravesamos una época en la que pesan más los personajes que las ideas, la industria musical, en su mayoría, se preocupa más por pantomimas que por canciones. La música como expresión artística se ha devaluado al borde de la quiebra, hoy lo que vale son los likes y la viralidad. El ritmo, las melodías, armonías y ejecución ya poco cuentan…
Por esto es que a mediados de la segunda década del siglo XXI importa tanto el regreso de un grupo como Faith No More. Disconformes, excéntricos y rabiosos, los primeros integrantes grabaron su disco debut en 1985, año en que la canción más popular del Hot 100 de Billboard fue “Careless whisper“de Wham!
En 2008, ninguna de las diez primeras canciones del Hot 100 de Billboard fue de rock, el número uno lo ocupó Flo Rida, y en 2009 volvió Faith No More. Dudo que estos tipos tengan la intención, pero yo estoy convencido de que su música es un manifiesto para el rock, una forma artística cuya esencia es rebelarse incluso ante sus propios lineamientos.
La historia de Faith No More se divide en cuatro movimientos: el primero de 1979 a 1988 con los vocalistas Mike Morris y Chuck Mosley, el segundo de 1989 a 1993 con la llegada de Mike Patton y la partida del guitarrista Jim Martin, el tercero de 1994 a 1998 con la inclusión de Jon Hudson y la primera separación del grupo, y el cuarto de 2009 a la fecha con el regreso a los escenarios de la alineación del 98 y la grabación de un nuevo disco.
Para toda ocasión que un crítico, músico o cualquier otro ocioso haya dictado la muerte del rock, ha habido una reacción categórica que demuestra lo contrario. Por esto importa el regreso de Faith No More, porque certifica la vitalidad del género que ellos mismos han manoseado con devoción y disciplina.
Sol Invictus no es un disco tan contundente como The Real Thing ni tan sorprendente como Angel Dust o tan polifacético como King for a day Fool for a lifetime, pero es tan relevante como cualquiera de ellos y destaca por dos evidentes cualidades:
Ejecución: El rock es un género que suelen menospreciar jazzistas y concertistas. Sus múltiples personalidades le permiten ser creado e interpretado con mínimas habilidades, por eso varios de los que se dedican a tocarlo apenas si cuentan con los conocimientos básicos del lenguaje musical. Pero el rock también puede ser de estructuras complejas y sorprendentes, puede ser virtuoso y minucioso como el que hace Faith No More. Este es uno de los grupos que mejor ha estirado los límites del rock y Mike Patton es uno de los cantantes con mayor número de matices e identidades en la historia.
Producción: Producir un disco es mucho más que grabarlo. Composición, montaje, arreglos, mezcla, masterización, distribución, promoción… Mike Patton ha confesado que el grupo nunca estuvo conforme con el sonido y concepto discográfico de los trabajos anteriores de Faith No More, así que para Sol Invictus decidieron aplicar el modelo “hágalo usted mismo”, lo construyeron bajo la dirección de su bajista Billy Gould, fundaron un sello discográfico y se han hecho responsables de todo el proceso.
Con su prestigio Faith No More pudo obtener fácilmente el apoyo económico y logístico de una gran fonográfica, pero el compromiso que tienen con su música los llevó a trabajar el triple y tomar las riendas. Libertad a cambio de lucro. Por todo esto importa el regreso de uno de los grupos más interesantes y sorprendentes de los últimos 25 años, porque demuestra las virtudes del camino independiente, el valor artístico y la vigencia del rock.
Mis favoritas de Sol Invictus: “Superhero”, “Separation Anxiety” y “Matador”.