Aunque procuro “correr” hacia un futuro sin derrames cerebrales, lo hago viendo hacia el pasado. Esto se debe a que las caminadoras están orientadas hacia un muro lleno de televisiones, como en una caverna fitness de Platón.
No existe un perfil único de “gringo” que gentrifica la ciudad. Lo cierto es que su presencia ha crecido de forma visible en los últimos cinco años.
Así como un judío o israelí random no es responsable de la guerra en Gaza, tampoco un gringo en la Roma es culpable del aburguesamiento en la CDMX.
Somos una suerte de nómadas urbanos, pero no por voluntad: cargamos residencias temporales y la certeza de que el estado actual nunca se solidificará.