El recuerdo de los pueblos de la ciudad resiste pese al frenético y desmedido crecimiento de la mancha urbana. ¿Te ha pasado que, caminando por la ciudad, encuentras algunas calles empedradas, alguna plazuela con un kiosko, e incluso portales que esconden locales de otra época, y de repente olvidas que estás en CDMX? Antes del surgimiento de las colonias modernas, el desarrollo de la capital se dio a través de pequeños asentamientos pintorescos y coloniales. Actualmente, la arquitectura y las tradiciones de estos pueblos subsisten, haciéndolos lugares ideales para turistear sin salir de CDMX.
Por un lado, están los pueblos originarios de la ciudad, los cuales tienen que ver con el pasado prehispánico. Estos mantienen ciertas estructuras sociales, culturales y de organización que datan de hace siglos. Por otro lado, están aquellos pueblos de descanso que surgieron al sur y poniente de la ciudad a lo largo del siglo XIX y XX. Se caracterizaban por ser sitios de descanso para las familias adineradas, alejados del bullicio del centro y que contaban con algunas facilidades para los visitantes.
Alrededor de 1930 la ciudad comenzó un proceso de crecimiento desmedido, lo cual terminó devorando estos poblados. Pronto se convirtieron en una especie de oasis en medio del caos, resistiendo al desarrollo inmobiliario y a la traza urbana. Hoy en día aún podemos ver atisbos de estos peculiares poblados para viajar en el tiempo, así que aquí te traemos siete pueblos que puedes visitar dentro de la ciudad.
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Pueblos dentro de la Ciudad de México para turistear
San Andrés Mixquic, en Tláhuac
Cuando hablamos del Día de Muertos, el nombre de San Andrés Mixquic siempre sale a colación. Sin embargo, este es uno de los pueblos ideales para turistear dentro de CDMX a lo largo de todo el año. Se encuentra en una zona que antiguamente fue lacustre —¡hasta acá llegaba el lago de Chalco!—, pero hoy sólo quedan pequeños canales. Aquí se establecieron los mixquicas, un pueblo chinampero cuya alimentación giraba alrededor de los productos del lago, como el ahuautli —hueva de mosca de agua—.
¿Qué ver?: Date una vuelta por el Convento San Pedro Apóstol. Frente a este se encuentra el famoso cementerio donde se llevan a cabo las veladas de Día de Muertos. A un costado está el museo prehispánico donde conocerás sobre los mixquicas a través de distintas figurillas y esculturas encontradas en el lugar. La más sorprendente es Mictecacihuatl o diosa de la muerte.
¿Qué comer?: Para comer, la mejor opción es el mercado o tianguis de Mixquic, donde podrás probar platillos preparados con ingredientes frescos y de temporada. No dudes en probar el mextlapique, una especie de tamal sin masa cuyo relleno es pescado, verduras y hierbas de la región.
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San Pedro Atocpan, en Milpa Alta
En este pueblo su mero mole —literal— es comer sabroso. Cerca de Villa Milpa Alta se encuentra San Pedro Atocpan —cuya toponimia es “sobre tierra fértil—, un lugar tranquilo rodeado de pequeños montes. Aquí encontrarás valles donde crece la milpa, nopal, zacate… mientras que el centro se asemeja a un pequeñísimo pueblo colonial ya que los franciscanos evangelizaron la zona en el siglo XVII y construyeron una plaza con kiosko, jardínes y, claro, una iglesia.
¿Qué ver?: Visita el exconvento franciscano de San Pedro, adentro encontrarás restos de cerámica prehispánica de la región.
¿Qué comer?: El mole es el imperdible de la zona, por lo que se trata de uno de los mejores pueblos para turistear en CDMX si eres amante de la gastronomía. Uno de los clásicos es Mole Don Luis, pero encontrarás varias tiendas. Prueba los moles almendrados, que son típicos de Atocpan. Conoce La Ruta de la Milpa, un pequeño oasis para comer sabroso y donde podrás hacer un recorrido a través de las milpas de la zona.
Mixcoac, en Benito Juárez
A finales del siglo XIX, el sur de la ciudad fue elegido como la zona de descanso de las familias adineradas. Por este motivo surgieron barrios con algunas facilidades, como Mixcoac, un pueblo de veraneo de estilo colonial, con calles empedradas y plazas para pasear. Pese a que el crecimiento de la ciudad terminó dividiéndolo con enormes avenidas, aún puedes caminar por sus calles antiguas y maravillarte con las viejas casonas, iglesias y jardínes.
¿Qué ver?: La Parroquia de Santo Domingo de Guzmán alberga una capilla con un impresionante retablo dorado, mientras que su jardín es un lugar ideal para relajarse comiendo una nieve. El Parque Goya es otro de los puntos preferidos para dominguear mientras te echas un snack callejero.
¿Qué hacer?: Lánzate al ex Palacio Municipal de Mixcoac, inmueble que alberga el Centro Cultural Juan Rulfo, en su vestíbulo podrás ver algunos murales. Si eres valiente, explora el Callejón del Diablo, donde se dice que hay apariciones y ruidos extraños; este se encuentra en la estrecha calle de Campana. ¡Ay nanita!
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Tacubaya en Miguel Hidalgo
Tacubaya es más que un caótico paradero. En realidad es uno de los pueblos de CDMX donde puedes lanzarte a turistear. Este sitio fue tomado por Hernán Cortés para controlar Chapultepec. Años más tarde se convirtió en una zona de descanso que le valió el título de pueblo “originario”. Su extensión era enorme, ya que incluso llegó a absorber la zona de San Pedro de los Pinos y la San Miguel Chapultepec. Sin embargo, la nueva traza urbana terminó dividiéndola.
¿Qué ver?: Un sitio para comenzar tu recorrido es la Alameda de Tacubaya, el clásico corazón de las colonias antigüitas de la ciudad, con su kiosko, arcos e iglesia; también verás el famoso obelisco de los mártires de Tacubaya.
¿Qué hacer?: Visita el Museo Casa de la Bola, ubicado en la antigua mansión de los Hagenbeck y de la Lama. Aquí podrás recorrer un surreal jardín y conocer la colección de arte, muebles antiguos y pinturas de esta familia. Si tu mood es más artístico, explora las calles en búsqueda de casonas art déco, como el fabuloso Edificio Ermita, o recorre la Casa Barragán, hogar del afamado arquitecto mexicano.
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Tizapán San Ángel en Álvaro Obregón
Un sitio bien conocido por los chilangos, ¿quién no ha noviado por las encantadoras calles de Tizapán San Ángel? Este pueblo data del siglo XVI, cuando se estableció el ayuntamiento de Coyoacán. Alrededor de esta zona surgieron otros asentamientos de la mano de grupos evangelizadores. A Tizapán llegaron las carmelitas, quienes fundaron el Convento de El Carmen y dieron inicio a este lugar considerado uno de los mejores pueblos para turistear en CDMX.
¿Qué ver?: ¡Uff! Obviamente el Museo de El Carmen es el punto de partida. En esta impresionante construcción podrás conocer cómo fue la vida de las monjas carmelitas, e incluso bajar a las catacumbas para ver momias. Los jardínes de la zona también son un plan que no tiene falla: la Plaza de San Jacinto, el Jardín del Arte con sus exposiciones itinerantes, la Plaza de los Arcángeles y la Plaza de El Carmen.
¿Qué hacer?: La oferta cultural del barrio es amplísima, así que no te aburrirás. Date una vuelta por el Mercado de San Ángel, de 1958, el cual está decorado con enormes murales. Aprovecha también para comer en alguna de las fonditas al interior. Recorre las galerías y museos de la zona, los más populares son el Museo Casa del Risco, el Museo Carrillo Gil y Flux Zone Gallery.
Chimalistac en Álvaro Obregón
Pareciera increíble que a un paso de la avenida Insurgentes Sur se encuentra un pueblo colonial, pero existe. Aunque hoy en día Chimalistac es un barrio fresón con casonas de lujo, aún es posible ver los vestigios de los huertos de los carmelitas. A lo largo de Paseo del Río, calle principal, podrás observar 12 estructuras del siglo XVII protegidas por el INAH, entre ellas unos puentes, la cámara de los secretos y un púlpito.
¿Qué ver?: Antes de cualquier cosa tienes que aventarte la caminata por todo Paseo de Río, así te sorprenderás con sus antiquísimos puentes. No dudes en subir a ellos, te vas a sentir en otra época.
¿Qué hacer?: Visita la Plaza Federico Gamboa, en honor al escritor de Santa, quien describió este maravilloso lugar. Conoce la Parroquia de San Sebastián, construida en el siglo XVIII, el Centro de Estudios de Historia y tómate una foto en la Fuente del Huerto en la calle Rafael Checa.
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San Pedro Xalpa en Azcapotzalco
En la Ciudad de México también hay algunos pueblos originarios, es decir, poblados que aparecieron en la época prehispánica cuya organización fue independiente, pero que eventualmente fueron absorbidos por la mancha urbana. San Pedro Xalpa es un ejemplo. Aquí mantienen sus formas de organización tradicional, así como costumbres y fiestas que los hacen famosos.
¿Qué hacer?: El pueblo es muy pequeño, pero sus fiestas son en grande. Lo ideal es visitarlos en temporada de carnaval ya que las calles del pueblo entero se convierten en una verbena popular, con juegos mecánicos, puestos de comida y música. La quema de toritos y espectáculos de pirotecnia durante su fiesta patronal es su especialidad.
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