Ya llegó la época del año en donde las calles de la CDMX se pintan de color morado gracias al florecimiento de las jacarandas. Estos hermosos árboles, además de marcar el inicio de la primavera, llenan de color y belleza las vías más famosas de la capital.
Ésta es originaria de Sudamérica, específicamente de Brasil. No obstante, hoy en día se pueden apreciar en distintas regiones de nuestro país. Para explicar cómo llegó a México, necesitamos regresarnos unos añitos atrás a la época del Porfiriato.
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La llegada de las jacarandas a la ciudad
Existen diferentes versiones acerca de cómo y cuándo llegó este árbol a la Cd. de México. Probablemente la más conocida de ellas es la protagonizada por un inmigrante japonés llamado Tatsugoro Matsumoto.
Él era experto en jardinería y llevaba un tiempo estudiando la flora de los países latinoamericanos. Esto le permitió explorar de cerca a la jacaranda y usarla en el diseño de jardines para esas zonas.
Matsumoto llegó a la capital mexicana a finales del siglo XIX. Su misión era embellecer los jardines de algunos políticos y personas de la clase alta que habían escuchado de su increíble trabajo.
Coyoacán y la colonia Roma fueron algunos de los primeros lugares en donde las calles se empezaron a pintar de morado. Incluso construyó un vivero cerca del centro de la ciudad para cultivar estos árboles.
El entonces presidente, Porfirio Díaz, se enteró de lo que el japonés estaba haciendo en las lujosas mansiones de sus conocidos. Como el exmandatario no se quería quedar atrás, mandó a que los jardines del Castillo de Chapultepec fueran intervenidos por él.
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Llega la invasión violeta al resto de la CDMX
Para 1920, Matsumoto mantenía una buena relación con Álvaro Obregón, expresidente de México. Por ello, fue convocado por el Gobierno Federal para que se encargara de decorar las calles de la capital.
Inicialmente, tenían la intención de adornan las vías públicas con cerezos, pero el japonés argumentó que las condiciones climáticas no serían las ideales para estos.
El maestro jardinero propuso que en su lugar se colocaran jacarandas, ya que eran más resistentes y beneficiosas para el medio ambiente. A partir de ese momento, la CDMX se ha llenado de flores violetas cada primavera.
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