¿A qué chilangx no le gustan las garnachas? Si te hicieran una autopsia seguramente encontrarían todas las exquisitas y fritas garnachas que te has comido a lo largo de tu garnachosa vida. Cada quién tiene sus preferidas: que sus quesadillas de ‘monederito’ fritas, o sus flautas ahogadas en guacamole, el sencillo sope con frijolitos refritos, el tlacoyo de haba y alberjón con un poquito de manteca, o la muy humilde quesadilla a la chilanga —porque es cierto que aquí no todas las quesadillas llevan queso—. Todas estas son delicias a las que llamamos con orgullo: garnachas. Pero, ¿sabes cuál es el origen de esta palabra? ¿Por qué les decimos así?
Este bocado de historia le va a caer bien no solo a tu pancita sino a tu cerebro curioso ávido de conocimiento garnachil. Porque sabemos bien que lo frito sabe más rico pero recuerda también que para disfrutar es mejor no abusar. Ojo con comerte más de 5 pambazos en una sola sentada o ¡comerte una gordita de más de 3 kg! Apelamos a tu libre albedrío, la netflits, ya estás más pa’lla que pa’cá como para andar de irresponsable con las frituras. Aunque bueno, dicen que una no es ninguna
Radiografía de una garnacha
Vamos por partes. Para descubrir más del origen de la garnacha hablemos de lo que la compone. Encontramos los siguientes denominadores comunes: una fritanga está compuesta por masa que se fríe (por lo general es algún tipo de tortilla), a la que se le añaden frijoles, queso, crema, tu salsita predilecta y alguna rica proteína animal o vegetal. Pero básicamente si está frito, es garnacha, y si es callejero su sabor es aún más deliciosísimo, ¿qué no?
Pero, ¿sabías que a principios del siglo XVIII cuando la gente se refería a la ‘garnacha’ hablaban más bien de un tipo de vino muy muy dulce proveniente de la uva del mismo nombre? Este tipo de vino era considerado como un vino popular que se vendía a granel cuya calidad era medio baja. Osea ‘populachón’ como le diríamos ahora. Quizá en eso se parezca a la garnacha que nos interesa… esa quesadillita frita en la que ya estás pensando en comer. Tan común, como tan humilde, pero tan exquisita y devorablemente suculenta.
Más conocimiento garnachero
Aunque también, para seguir expandiendo tu conocimiento garnachero tienes que saber que esta fritanguera palabra compuesta por 8 letras hacía alusión a una especie de sobreprenda medieval que se utilizaba para vestir cotidianamente, como una prenda de uso rudo durante la Edad Media. En esto también quizá se asimilaría a lo que nos apetece aquí porque cuando el hambre anda ruda, nada como una garnacha bien frita para sacarnos el hambre a mordidas. ¡La garnacha cotidiana es de batalla! ¡Y la banda chilanga es la campeona en la contienda diaria!
La viejita de las garnachas
Quizá la historia más interesante del origen de la palabra ‘garnacha’ provenga de una anécdota urbana plasmada en un diario de 1900 publicado con el nombre de El Chisme. En una de sus columnas se cita textualmente la declaración de unos niños “papeleritos” —como se les llamaba a los niños voceadores de periódicos— acerca de una señora vendedora de alimentos callejeros.
“Hay una viejecita que se dedica a hacer garnacha, que son enchiladas con verdolagas, acelgas o cualquier otra legumbre, y que no solo les vende (a los papeleros), sino hasta les fía cuando no tienen armada (dinero)”.
En la misma columna cuentan que le apodaban Tía Sarra o Sara, quien se encargaba de venderle a los papeleritos su ‘garnacha’ para comenzar pilas el jornal. Cuentan que era la primera que llegaba con su canasta llena de tortillas y sus cazuelas de guisados típicos con frijolitos y antojitos fritos. Relatan además en el mismo texto que la competencia de la “viejita de las garnachas” era “el quesadillero” y que entre uno y otro les vendían fritangas a los papeleritos. A veces las quesadillas eran de “escamocha”, lo que quería decir que eran sobras de comida que se metían entre una buena tortilla frita para darle un segundo aire fritoso y delicioso.
La frita verdad
Sí, sabemos que la calidad nutricional de una garnacha no es muy óptima, y que todo exceso es contraproducente para nuestro corazoncito comelón. Pero tampoco podemos negar que a veces lo único que necesita el cuerpo para seguir funcionando en esta urbe caóticamente chilanga… es una exquisita y apoteósica garnacha. Y tú, piénsalo. ¿Cuál es tu garnachita favorita? Comparte esta nota para compartir tu antojo fritívoro.