En 1968 trabajadores de la construcción del Metro descubrieron el cráneo de un hombre sepultado bajo tierra en la calle de Balderas.
Se trataba de los restos de un hombre joven para los parámetros actuales, aunque no para los de la época en que vivió. Tenía apenas entre 35 y 40 años de edad.
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Sin embargo, por espeluznante que suene este descubrimiento, no se trataba de un crimen ni de nada por el estilo. En realidad, aquellos trabajadores de las obras de la Línea 1 del Metro estaban ante uno de los mayores hallazgos antropológicos en la historia de México.
El hombre de Balderas, nuestro antepasado lejano
Inmediatamente, el cráneo fue puesto a disposición de elementos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El INAH se encontraba acompañando los trabajos de construcción del Metro debido a que consideraba que en las excavaciones podrían hallarse antiguos templos mexicas y vestigios arqueológicos de la época prehispánica. Sin embargo, lo que encontraron en Balderas en realidad tenía una antigüedad mucho mayor.
Tras realizar los estudios correspondientes, se comprobó que en cráneo tenía una antigüedad de entre 10 500 y 11 000 años.
Se cree que el Hombre de Balderas, como se bautizó al cuerpo, vivió junto con mamíferos prehistóricos como mamuts, tigres dientes de sable o bisontes. Además, se presume que pudo haber fallecido como consecuencia de una erupción del Nevado de Toluca que también acabó con parte de la fauna prehistórica que había en la región.
¿Dónde está actualmente?
Cabe detallar que el Hombre de Balderas en realidad fue hallado cerca de lo que hoy es la estación Juárez de la Línea 3, entre las calles de Independencia y Juárez. Aunque eso sí, al momento de su hallazgo apenas se trabajaba en las obras de la Línea 1, que abriría un año después.
El apodo que recibió se debe más a que fue encontrado en la calle de Balderas, aunque en realidad no estaba tan cerca de la estación que actualmente conocemos así.
Hoy en día, el cráneo del Hombre de Balderas forma parte de la Osteoteca de la Dirección de Antropología Física del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Es el segundo más antiguo en esta colección, solo detrás de l Hombre de Tlapacoya. Este se localizó también en1968, en el cerro de Tlapacoya, Estado de México. Tiene una antigüedad de 12 000 años.