Semana Santa: Historia del milagro que dio origen a la Pasión de Cristo en Iztapalapa
Sacrificios humanos, el Cerro de la Estrella y una epidemia convergen para explicar la historia de la Semana Santa en Iztapalapa.
Por: Edgar Segura
Sacrificios humanos, el Cerro de la Estrella y una epidemia convergen para explicar la historia de la Semana Santa en Iztapalapa.
La primera escenificación de la Pasión de Cristo en el Cerro de la Estrella se remonta 1843, año en que, según se dice, ocurrió un milagro que salvó al Pueblo de Iztapalapa.
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En 1843 la Ciudad de México se encontraba en medio de una epidemia de cólera morbus que amenazaba con arrasar a la población. Habían fallecido ya alrededor del 5 por ciento de los habitantes.
Desesperado, el pueblo de Iztapalapa pidió al Señor de la Cuevita, su principal figura religiosa, detener las muertes por la epidemia. Y el Señor de la Cuevita cumplió. Los decesos se redujeron drásticamente y la epidemia cesó.
A partir de entonces, los iztapapapenses realizan cada año una gran procesión para agradecer al señor que los salvó. Pero, ¿quién es en realidad el Señor de la Cuevita? ¿Cuál es su relación con el Cerro de la Estrella y qué tiene que ver con los rituales prehispánicos que allí se realizaban?
El Cerro de la Estrella: de los sacrificios aztecas a los sacrificios de los nazarenos
Para entender la historia de la Semana Santa en Iztapalapa hay que remontarse a la época prehispánica, cuando el Cerro de la Estrella no era conocido como tal, sino como Huizachtépetl, que en náhuatl significa “cerro de los huizaches”.
Para los antiguos mexicas, el actual Cerro de la Estrella era un lugar de gran importancia. Allí se encontraba el templo donde se realizaba el “fuego nuevo“, un ritual con el que cada 52 años se reiniciaba el ciclo de la vida.
En el ritual, los mexicas sacaban el corazón a un guerrero cautivo y lo echaban al fuego. Luego, bajaban del cerro y compartían el fuego con el resto de los templos de Tenochtitlán.
Tras la caída del imperio mexica, los conquistadores se vieron en la necesidad de adaptar la narrativa de la religión católica a la cosmovisión de los pueblos originarios. De modo que dieron a los antiguos templos mexicas una resignificación acorde a la historia del catolicismo.
Por ejemplo, el templo el templo de Tonantzin, madre de los dioses aztecas, fue convertido en escenario de la aparición de la Virgen María, madre de Cristo. Mientras que el Cerro de la Estrella, hogar del ritual de la ceremonia del fuego nuevo, se convirtió en hogar del Señor de la Cuevita.
Cuenta la leyenda que en 1687 un grupo de peregrinos viajó desde Oaxaca con una figura de Cristo. Su objetivo era llevarlo al centro de la Ciudad de México para que fuera restaurado. Los peregrinos se pararon un momento a descansar en el Cerro de la Estrella, el Cristo ya no estaba. Lo encontraron tiempo después dentro de una cueva en el Cerro de la Estrella y ya no pudieron moverlo, por lo que interpretaron que quería quedarse allí. Desde entonces, se le conoce como El Señor de la Cuevita.
180 años de historia de la Semana Santa en Iztapalapa
Ese Señor de la Cuevita es el que en 1843 le hizo el milagro al pueblo de Iztapalapa y detuvo la epidemia de cólera.
Desde entonces, los iztapalapenses hacen cada año el sacrificio de escenificar la Pasión de Cristo más grande del país, precisamente en el mismo lugar donde se realizaban los sacrificios del fuego nuevo.
Y es que, en efecto, la Pasión de Cristo es un sacrificio por parte de alrededor de 5 mil iztapalapenses que invierten tiempo y dinero en representar ellos mismos y sin actores profesionales el viacrucis.
Además, muchos se sacrifican cumpliendo mandas, pagando penitencias o pidiendo milagros portando coronas de espinas, cargando cruces y recibiendo castigos de los romanos.
Así, con sus 180 años de historia, la Semana Santa en Iztapalapa es producto del mestizaje cultural mexicano, que conjunta la herencia prehispánica con las imposiciones de la conquista, de las cuales el pueblo de Iztapalapa se apropió. Curiosamente, aunque se ofrecen misas por la Pasión de Cristo, no se trata de una celebración organizada por la iglesia, sino por los 8 barrios de la alcaldía: La Asunción, San Ignacio, Santa Bárbara, San Lucas, San Pablo, San Miguel, San Pedro y San José.