Es un fin de semana tranquilo. Decides ir a hacer algunas compras, dar la vuelta, probar un helado. Eliges de entre las múltiples plazas de la ciudad y te decides por Parque Delta, por céntrico. Lo que muy probablemente no sabías —y que al igual que tú, muchas personas desconocen— es que este lugar, hoy un centro de esparcimiento y comercio, hace tres décadas y media fue un depósito de cadáveres a cielo abierto: una morgue que no fue diseñada para serlo, pero que tuvo esta macabra función de forma temporal gracias a un giro oscuro del destino.

Afición, muerte y silencio: el día que las gradas del estadio colapsaron

Quien acuda hoy a Parque Delta, la plaza ubicada en Avenida Cuauhtémoc 462 esquina con Viaducto, en la Colonia Narvarte, es probable que no sepa que este predio sirvió como la meca beisbolera de nuestra capital. Inaugurado en 1928, Parque Delta se pensó para albergar a los equipos de béisbol más importantes de la época. Cerrado temporalmente y reinaugurado en 1940, fue casa de los Diablos Rojos del México y de Los Azules de Veracruz.

Aunque el béisbol suele ser sinónimo de fiesta y algarabía, Parque Delta tuvo un primer encuentro con la muerte que prácticamente nadie recuerda ni menciona. El domingo 15 de junio de 1952 se jugaba el tercero de la serie entre Diablos Rojos (México) y Rojos del Águila (Veracruz). Todo era alegría por el juego a disputarse cuando intempestivamente, parte del graderío colapsó, dejando como saldo dos personas muertas y decenas de heridos.

De ese macabro accidente apenas existen referencias documentadas. No hubo placas conmemorativas ni menciones. Atribuido a “madera en mal estado”, el accidente fue silenciado y la muerte de dos aficionados pronto quedaría en el olvido. Finalmente, el Parque Delta se vendió al IMSS, convirtiéndose en 1955 en el Parque del Seguro Social. Pero tiempo después el lugar volvería a encontrarse cara a cara con la pérdida de vidas. Esas gradas derrumbadas serían un primer encuentro con la muerte, pero no la última.

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El terremoto del 85: la tragedia que convirtió a un estadio en morgue

A las 07:17 del año de 1985 ocurrió un incidente que se convertiría en un referente amargo en la historia de la Ciudad de México. Un terremoto de 8.1 grados en las primeras horas del día y dos réplicas al día siguiente—de 7.5 grados y 7.3 grados respectivamente—, pusieron en jaque a la Ciudad de México.

Fundada sobre un lago, sobre terrenos cenagosos y con inmuebles en mal estado y muchos no diseñados para movimientos telúricos de gran magnitud, la ciudad de México vio colapsarse viviendas, hoteles, escuelas y hospitales. Los inmuebles que deberían estar atendiendo a las víctimas de la fatalidad, irónicamente habían sido también alcanzados por ella. El Centro Médico Nacional, cerca de Parque Delta, alcanzó a evacuar a 2,900 personas, pero fue muy tarde para alrededor de otras 740, que, entre enfermeras, médicos, pacientes y administrativos, fallecieron entre los escombros.

En este panorama sombrío rápidamente tanto hospitales como velatorios y crematorios se vieron rápidamente rebasados en capacidad. Fue entonces que se decidió que el Parque Delta cambiara su función de estadio de béisbol a depósito temporal de cadáveres. Ahí iban a parar sobre todo cuerpos no reconocidos que quedaron sin familiares o que sencillamente no eran localizados entre el caos.

En ese anfiteatro improvisado se usaba hielo, formol y sal para retrasar la descomposición. Dispuestos a la intemperie, y a pesar de estas medias, los cuerpos apilados comenzaron a despedir al poco tiempo el aroma inconfundible de la muerte. Elena Poniatowska en su libro ‘Nada, nadie: las voces del temblor’, relató magistralmente cómo en diversos lugares, incluidos el estadio de béisbol, entraban y salían los voluntarios, quienes trasladaban cuerpos y los ponían ataúdes de madera fabricados a cielo abierto. Lo que antes era fiesta deportiva ahora era un amargo recordatorio de que, tarde que temprano, a todos nos espera el mismo e inevitable destino.

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Ecos de la muerte: ¿actividad paranormal?

Hay más de una persona que afirma que debido a este macabro pasado, la muerte y los espíritus continúan rondando esta plaza. Basta con dirigirse a YouTube para ver cómo hay varios videos dedicados por personas que, según dicen, se han encontrado con situaciones paranormales debido a espíritus que no han podido encontrar descanso. Tiendas de autoservicio, sitios de comida, estacionamiento: todos tendrían en común pertenecer al mismo complejo, un centro comercial que en otros tiempos se encontró de frente con la desgracia.

Sea cierto o falso esto, lo que sí es real es que este lugar ha estado marcado por hechos lamentables. Lugar de festejo deportivo, pero también de muerte, vale la pena recordar el recorrido histórico de una de las plazas más concurridas de nuestra ciudad. Recuérdalo la próxima vez que acudas a Parque Delta y pon atención: a veces lo extraño está a la vuelta de la esquina y en lo más cotidiano.

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