La ciudad contemporánea privilegia las estructuras subterráneas para que corra el agua sin integrar en su paisaje un elemento imprescindible que garantiza la supervivencia de la vida urbana.
De manera histórica, ciudades enteras fueron diseñadas en función del manejo del agua. Sin embargo, hoy nos conformamos con abrir una llave y verla correr, sin estar informados de los mecanismos para que ello suceda. Esto implica una ruptura entre quienes viven en la ciudad, las ciudades mismas y el agua.
Echando mano de la historia, la crónica, el urbanismo y la arquitectura, Loreta Castro Reguera presenta en La imagen del agua en la ciudad una investigación que parte de la siguiente premisa: hacer visible lo invisible.
La consecuencia de que permanezcan ocultas las estructuras que manejan el agua es que quienes vivimos en la ciudad no dimensionamos. Por ejemplo, el desperdicio.
Para la autora es necesario saber la historia de nuestro territorio para reconocer qué se ha hecho de manera sistemática, ya que hemos sido una de las urbes que ha transformado de una manera contundente e irreversible su entorno natural. Ahora solo quedan rastros muy mínimos de los cuerpos de agua que existían antes de la Colonia.
Finalmente, tras entender la historia de la ciudad y reconocer la manera como se ha entendido y narrado el agua desde el urbanismo, la literatura y la poesía, Castro culmina su obra presentando una serie de estrategias que buscan transformar la percepción del agua mediante prototipos e intervenciones realizadas en distintos centros urbanos en México.
Si quieres conseguir la Chilango de febrero “Ponte Pilas: Guía para reactivar el cuerpo”, puedes encontrarla en Starbucks, Sanborns, puestos de revistas y aeropuerto. O también puedes leer online nuestros especiales haciendo click aquí.