La Ciudad de México está llena una tradición oral fascinante, y varias de estas historias se remontan siglos atrás, incluso antes de la conquista. Un ejemplo de esto es la historia de la Cueva del Diablo de Iztapalapa, una leyenda que mezcla mitos prehispánicos con creencias traídas por los conquistadores españoles, dando como resultado un mito escalofriante que persiste hasta nuestros días.
El escenario donde se desarrolla esta historia está, en el camino serpenteante que circunda la Zona Arqueológica Cerro de la Estrella. Este cerro, cuyo nombre original es Huixachtécatl, fue un importante centro ceremonial donde cada 52 años se celebraba la Ceremonia del Fuego Nuevo, y donde se requería de un sacrificio humano para conmemorar el renacimiento de un nuevo ciclo vital.
Como recoge la misma página del Gobierno de México, se requería de un corazón humano para mantener el equilibrio cósmico:
“Para la realización de esta ceremonia era necesario un sacrificio humano, de cuyo pecho surgía el fuego nuevo; una vez que se entregaba el corazón como ofrenda a los dioses, se encendían cuatro atados de carrizo con 52 varas. Los cuatro sacerdotes, quienes representaban los puntos cardinales, bajaban el fuego del cerro y lo empezaba a repartir por los calmécac y los templos; después todas las gentes podían ir por la flama para encender las hogueras de sus casas y así es como se volvía a iluminar la Cuenca”.
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Sincretismo, tradición y una historia que se niega a desaparecer
Si bien la Ceremonia del Fuego Nuevo estaba asociada a Tonatiuh, el Dios Sol, esta no era la única deidad vinculada a este cerro. Según la tradición oral, aquí también se encontraba una puerta al Mictlán, el reino de los muertos. Con la llegada de los españoles, el mito fue mutando para ser asociado al infierno. Ya no era Mitantecuhtli, sino El Diablo, el que se tenía su morada en este cerro.
Se cuenta que la entrada al inframundo estaba a unos metros del centro ceremonial y, al no haber una “historia oficial” recogida por textos o códices, la creencia de los locales se fue aderezando con la imaginación colectiva. Una de las historias más populares cuenta que en esta cueva se aparecía un señor de avanzada edad, quien pedía a los transeúntes ayuda para bajar a la cueva.
SI lo ayudabas a bajar, el anciano de pronto desaparecía, pero en su lugar podías ver desde la entrada de la cueva un destello brillante. Ese destello correspondía a un supuesto tesoro constituido por piezas de oro y de plata. Si tentado por la codicia intentabas llevarte algo, la entrada de la cueva se cerraba tras de ti y nunca más volverías a ser visto y serías atormentado en el infierno por el pecado cometido.
También se cuenta que el anciano era el mismísimo Diablo, y que se aparecía de vez en cuando en la entrada a su reino para tentar a los incautos que no conocieran la leyenda, o que tuvieran un alma proclive a ceder al pecado de la codicia. Así, él reclamaría para sí las almas de esos desdichados, pues solo estaría defendiendo su tesoro de quienes intentaran robarlo.
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¿Se puede pasar a la Cueva del Diablo en Iztapalapa?
Si intentas acudir a la Cueva del Diablo en Iztapalapa, lo mejor es que desistas. La entrada a la famosa cueva está rodeada por malla ciclónica y no precisamente por hechos paranormales. El terreno es inestable y es propenso a deslaves, por lo que al entrar podrías sufrir un accidente fatal. Hace tiempo la entrada era la boca de un sistema de cavernas interconectadas entre sí, por lo que lo más probable es que si algunas personas no volvieron haya sido por un extravío y no por alguna razón inexplicable.
Y aunque hoy la cueva se encuentra cerrada —se desconoce si por un deslave o fue intencionalmente tapada para alejar a los curiosos— hace tiempo un youtuber entró a sus entrañas, encontrando vestigios de brujería y otros rituales, constatando que la gente sigue creyendo que, de alguna forma, este lugar sí tiene alguna conexión con el mundo místico.
¿Qué te pareció esta historia? ¿Ya la conocías? ¿Te atreverías a ir a este lugar a pesar de lo que la gente cuenta?
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