Ubicada entre la Plaza de la Constitución y el Palacio de Bellas Artes, la Avenida 5 de Mayo del Centro Histórico se ha convertido en una de las principales articulaciones en el corazón de la ciudad. A lo largo de esta vía, que ha crecido con el andar de los siglos, coexiste un sinfín de edificios emblemáticos y negocios llenos de tradición.
Aquí te contamos todo lo que debes saber sobre la historia de esta concurrida y fascinante calle chilanga. ¡Conócela!
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Inicios de la Avenida 5 de Mayo
Como te imaginarás, sus orígenes se remontan hasta tiempos de la Colonia. Anteriormente, el espacio era ocupado por las casas de Moctezuma; sin embargo, a finales del siglo XVI, comenzó el trazado de dos calles a un costado de la catedral, las cuales llevaron el nombre de Arquillo y Mecateros.
En ese entonces, los caminos se encontraban delimitados por el convento y casa la Profesa, inaugurado en 1610. Este paisaje urbano se extendió por varios siglos hasta la llegada de las Leyes de Reforma en 1861, cuando se ordenó la destrucción de numerosos espacios de culto. Fue así como derribaron el claustro; y la vía —conocida por ese entonces como “Calle de la Alcaicería”— pudo extenderse por dos cuadras más.
En ese mismo tiempo, el presidente Benito Juárez decidió renombrar la calle como Avenida Cinco de Mayo, para honrar así el triunfo de las tropas mexicanas sobre el ejército de Francia.
Con este cambio, la avenida desembocaba en el antiguo Teatro Nacional, inaugurado por órdenes de Santa Anna en 1844. Este complejo ofrecía una majestuosa vista desde el Zócalo; sin embargo, se dice que la gente evitaba transitar por la zona, ya que consideraban que el lugar guardaba el recuerdo de quienes antiguamente lo habitaron (es decir, monjes y frailes).
Poco a poco, los espacios de los alrededores comenzaron a habitarse y la calle se volvió sumamente transitada. Unos años más adelante, en 1904, se ordenó la demolición del Teatro Nacional para dar paso a un nuevo recinto cultural: el Palacio de Bellas Artes. Tras esta ampliación, la avenida Cinco de Mayo alcanzó la extensión que podemos recorrer en la actualidad.
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¿Qué ver en la calle Cinco de Mayo?
Hasta la fecha, en esta avenida podemos contemplar edificaciones antiguas y testimonios arquitectónicos del progresivo crecimiento de la ciudad. Uno de ellos es el Edificio París (fundado en 1907), donde antiguamente se encontraba el Cine-Club, el primer espacio de permanencia voluntaria en la ciudad.
Con más de cien años de historia, el Edificio del Banco de México es otra de las joyas que adornan esta vía. Se trata de una construcción de 1905 con estilo art decó que abarca el espacio donde antiguamente se ubicaba la famosa Casa de los perros; actualmente se le considera Monumento artístico por decreto presidencial.
Justo frente al edificio se ubica la Casa de los Azulejos (o Palacio de los Condes de Orizaba); este complejo, famoso por su colorida fachada, tuvo una considerable reducción debido al trazo de la avenida Cinco de Mayo en el siglo XIX. A pesar de ello, los transeúntes pueden contemplar la majestuosidad de su vista posterior, también adornada con talavera poblana.
Más adelante se ubica el edificio de La Palestina, inaugurado en 1884, cuyos seis pisos lo convirtieron en uno de los primeros rascacielos de la capital. Actualmente, el lugar conserva un establecimiento de talabartería con décadas de historia en el Centro Histórico.
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Otro tesoro arquitectónico de esta avenida es el Antiguo Edificio de Ferrocarriles, construido en 1905 por el arquitecto Isidro Díaz Lombardo. También se destaca el Edificio Puebla de los años cuarenta y el Departamento de Pesas y Medidas, donde se verificaban todas las básculas de la capital en los años treinta; después, el lugar se convirtió en la sede del Club de Periodistas y en la Representación del Estado de Nuevo León.
Otro motivo para caminar por esta calle son sus opciones gastronómicas llenas de historia y tradición. En efecto, aquí se ubica el Café la Blanca (abierto desde 1915), el Café La Pagoda, los Jugos Canadá, la famosa Dulcería de Celaya (creada en 1874) y el Café el Popular. A ellos se suma la cantina La Ópera (de 1895), donde aún se conserva un orificio de bala atribuido a Pancho Villa.
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