Un castillo en la ciudad, así era el Cine Lindavista
Construido por el arquitecto norteamericano S. Charles Lee, el Cine Lindavista dejó una huella imborrable en la ciudad.
Por: Andrea Mireille
Construido por el arquitecto norteamericano S. Charles Lee, el Cine Lindavista dejó una huella imborrable en la ciudad y era conocido como El castillo de Lindavista.
El castillo era visible incluso antes de llegar, su forma de castillo y sus colores seguro hicieron pensar a más de uno que estaban llegando a un lugar lleno de magia.
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El Cine Lindavista, un pedazo de Disney en la ciudad
Para muchas niñas y niños era un pedazo de Disney en el entonces Distrito Federal.
Su bella fachada se quedó en la memoria chilanga, pues es uno de los inmuebles desaparecidos más icónicos y recordados de la ciudad.
Inaugurado una navidad de 1942 en la Colonia Tepeyac Insurgentes, en sus inicios no tenía su famosa forma.
Construido por el arquitecto norteamericano S. Charles Lee, que construyó sitios como el Hollywood Melrose Hotel, para ello tomó como modelo construcciones de cines que había construido previamente, como el Fox Theatre y el Fox Florence.
Cine para las infancias chilangas
Originalmente su capacidad era de mil 450 espectadores, el boleto costaba 1 peso con 50 centavos y se proyectaban todo tipo de novedades cinematográficas.
Fue a partir de 1970 cuando se convirtió en un cine exclusivamente infantil y su torre característica fue remodelada para parecer el castillo de Disney que todo mundo recuerda.
Asimismo, las paredes de las salas también estaban decoradas con personajes como Mickey Mouse, Dumbo, Goofy, La Cenicienta y el Pato Donald.
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La infancia chilanga pudo ver títulos como Bambi, La Sirenita, El Rey León y Tarzán.
Todo mientras comían palomitas y una de las famosas copas de helado que ahí se vendían, para muchos tanto el lugar, como los momentos vividos ahí son inolvidables.
Problemas en el paraíso del Cine Lindavista
Sin importar su número de fans, o que era uno de los pocos espacios infantiles que existían en la época este lugar no resisitió.
Y es que con el aumento de precios, la llegada de la videocasetera y los también desaparecidos Videocentros, los cines se vieron afectados, las salas ya no se llenaban como antes y resultaba muy caro mantener espacios tan grandes.
Su cierre definitivo fue en 1997 y al igual que el Futurama, otro famoso cine en la zona, fue cerrado y quedó en el abandono.
Gente sin hogar se instaló en el lugar, hasta 90 niños de la calle llegaron a ocupar el lugar.
En 2002 las quejas vecinales sobre el olor, la cantidad de basura y la inseguridad, se hicieron tan insistentes que las autoridades tuvieron que intervenir, desalojarlos y reubicarlos.
Ese mismo año se anunció que sería transformado en el Santuario Nacional de San Juan Diego, algo que jamás se concretó.
De cine a Santuario inconcluso
Durante su quinta y última visita a nuestro país, el Papa Juan Pablo II dio su bendición al Santuario Nacional de San Juan Diego, en honor a Juan Diego Cuauhtlatoatzin.
Según la tradición católica, fue el indígena chichimeca que presenció la aparición de la Virgen de Guadalupe en 1531.
Juan Diego es el primer santo indígena de América y el tercer santo de México en ser canonizado.
El 9 de diciembre de 2003 el cardenal Norberto Rivera Carrera colocó y bendijo la primera piedra del santuario.
Esto a pesar de que la iglesia católica había reconocido un año antes que no había recursos suficientes para la construcción.
La función terminó para el Cine Lindavista
El también conocido como “Cine del castillo” fue puesto en venta y tras la intervención del entonces presidente Vicente Fox, el espacio se destinó el terreno al templo.
Valuado en 90 millones de pesos, se optó por conservar la fachada neocolonial para erigir el templo que nunca se terminó.
Actualmente además de la estructura sostenida por vigas y en ruinas, se aprecia una cruz deteriorada y podrida, la misma que bendijo Juan Pablo II.
Pese a la intensa campaña de difusión sobre este santo y su anunciado templo, la construcción se realizó a medias y permanece en obra negra desde entonces.
Niños y gente en situación de calle siguen viviendo ahí. Incluso los vecinos dicen que la situación ha empeorado, pues en el lugar se ocultan delincuentes e indigentes que usan los baños construidos hace años para consumir drogas o esconderse para asaltar a transeúntes descuidados.
Es difícil evocar ese cine lleno de niñas, niños y familias enteras disfrutando películas infantiles en la oscuridad.
Los gritos de emoción durante la proyección y como los niños corrían en las rampas de acceso o cerca de la pantalla.
Aunque parezcan recuerdos perdidos, la nostalgia ha vuelto esas memorias parte de la ciudad aunque la función haya terminado hace mucho tiempo.