En CDMX hay algunas zonas donde la economía se mueve en trajinera, y los encargados de mantenerla a flote son los canoeros. Se trata de artesanos que trabajan en talleres conocidos como astilleros, donde se fabrican y reparan trajineras.
Uno de esos canoeros es Martín, quien junto con su padre se encarga del Astillero San José, un taller familiar ubicado en una chinampa de Tláhuac a la que solo es posible acceder remando por los canales que nacen del Lago de los Reyes Aztecas.
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Aquí se viaja en trajinera
En el camino desde el embarcadero de Tláhuac hasta el taller de Martín y su papá es posible apreciar cómo las trajineras son vitales para la economía y la movilidad de la zona. Tan solo en el Lago de los Reyes Aztecas hay alrededor de 40 trajineros que ofrecen viajes a los visitantes.
Además, hay vecinos cuyas casas tienen salida al los canales del lago y usan canoas para trasladarse. Incluso hay quienes se mueven en este tipo de embarcaciones para pescar tilapia.
Por supuesto, como todo vehículo, las trajineras también necesitan mantenimiento, y es aquí donde en esta comunidad se vuelven vitales los canoeros y sus talleres. “Nosotros sabemos cómo se hacen, pero se necesita herramienta, material y saber cómo ensamblar“, cuenta Samuel, “El Burbujas”, uno de los trajineros del Lago de los Reyes Aztecas.
Dulce Melany, su trajinera, se elaboró precisamente en uno de estos astilleros. Él da mantenimiento a su embarcación cada 2 o 3 meses, pues afirma que de lo contrario puede deteriorarse por el sol o por el agua.
En efecto, en el viaje hacia el astillero es posible observar varias trajineras y canoas dañadas. Algunas se encuentran semihundidas. Otras simplemente ya se están podridas.
Finalmente, al llegar a la chinampa donde se encuentra el Astillero San José se observan hasta 4 trajineras y canoas en la orilla esperando a ser reparadas.
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El oficio del canoero
Martín tiene 20 años. Estudia el bachillerato, pero a su corta edad ya es un canoero oficial. Para aprender este oficio, se requieren al menos 10 años de trabajo.
Normalmente donde encuentras más astilleros es en la zona de Xochimilco. Ahí puedes encontrar varios astilleros y ahí mismo te enseñan. Pasando un tiempo ya tú mismo creas tu propio astillero, pero yo aprendí de mi papá. Él empezó trabajando desde las cosas más fáciles hasta volverse lo que se llama un trabajador oficial.
De acuerdo con Martín, en Tláhuac no hay más talleres que se dediquen al 100 por ciento a la reparación y fabricación de trajineras. No obstante, hay otros artesanos que eventualmente también se dedican a este trabajo. Por su parte, Martín y su papá no solo reciben clientes en su chinampa, sino que además van a donde se les requiera.
“Nos encargamos de toda la zona de Tláhuac porque no hay más canoeros oficiales. Este es el único astillero. Además os encargamos de Mixquic y a veces vamos a San Gregorio. También trabajamos a domicilio”.
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Así se hacen las trajineras en los talleres de Tláhuac y Xochimilco
Por lo general, las trajineras que llegan al Astillero San José sufren procesos de deterioro por la exposición al agua y al sol. Esto ocasiona que la madera se pudra, se rompa o que haya filtraciones.
“Para repararla podemos comprar madera nueva y sustituir esa pieza por otra aún mejor. Además, se utilizan diferentes tipos de reciclado. También podemos meter madera usada que esté en buen estado para bajar el precio”, explica Martín.
Por otro lado, en estos talleres son capaces de fabricar las trajineras desde cero. De acuerdo con Martín, el tiempo de fabricación de una trajinera de tamaño grande es de aproximadamente una semana y su costo es de 50 000 pesos. “Tiene una superficie de 2 metros de ancho por 11 de largo, incluye toldo, sillas y mesa y tiene una capacidad para 20 personas o 4 toneladas si la quieres usar para carga”.
En el astillero, Martín y su papá fabrican sus propios clavos para unir las tablas. Algunos son rectos y otros curvos dependiendo de las piezas que se quieran juntar. Pero el secreto para mantener una trajinera a flote son los lazos que se fabrican con la cáscara del coco.
“Para evitar la filtración de agua utilizamos la cáscara de coco, esa que nadie usa. Nosotros la amarramos y fabricamos un hilito, que es artesanal. Lo agarramos con las manos y lo vamos torciendo como si fuera el lazo del tendedero. Eso se mete a presión entre las tablas con una cuña y así se evita la filtración de agua”.
El toque final es la pintura para hacer de estas embarcaciones auténticas obras de arte. Anteriormente se usaban flores para decorar las trajineras, pero esta práctica ya no es tan común por su costo elevado.
Así es como, siendo casi invisible para los turistas que visitan Tláhuac y Xochimilco, el trabajo de los canoeros mantiene a flote la economía y parte de la movilidad de esta zona de la ciudad.